La Pizarra: El desorden como única arma

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

LFP

Analizamos el partido propuesto por Juan Antonio Anquela

01 abr 2018 . Actualizado a las 18:46 h.

Nota: 4, suspenso. 

En un final de temporada en el que se ha destacado una y mil veces el buen calendario que tenía el Real Oviedo por delante, con seis partidos de diez en el casi infranqueable Carlos Tartiere y ante rivales de la zona baja, una derrota podía hacer saltar todas las cábalas por los aires. Y eso es lo que ha pasado.

El gol del ex carbayón Jonathan Pereira es golpe muy duro de asimilar por varias razones: que el Tartiere pierda ese aura de fortaleza, dejando de ser ese estadio infranqueable para todos los rivales y desde donde el Real Oviedo podía edificar su asalto al playoff. Pero la más importante es que el juego del equipo sigue muy tocado. Con nueve jornadas por delante y a tan solo dos puntos de la promoción, el problema no está en la tabla. Está en el césped.

El aspecto táctico

No saltó la sorpresa y Hidi fue el elegido para acompañar a Folch en el doble pivote. El húngaro volvía a ser titular mes y medio después de su decepcionante partido ante el Albacete y tenía ante el Alcorcón la oportunidad de volver a ganarse la confianza de Anquela y consolidarse como un activo fiable en la recta final del curso.

Julio Velázquez plantó un 4-2-3-1 muy simple en el que los dos hombres exteriores, Mateo García y Bruno Gama, unido a la movilidad por dentro de Álvaro Peña, protagonizaban los papeles más importantes del ataque alfarero. Salvo un comienzo prometedor que se quedó en eso, los primeros 20 minutos no tuvieron dueño. Ningún equipo encontraba la forma de hacer llegar el balón a sus atacantes y el Real Oviedo solo tenía en la conexión Carlos-Folch-Saúl una vía consistente. 

Al final, el balón en largo a Toché para que este jugara de cara con los hombres de la segunda línea se convirtió en el recurso más utilizado por los azules. La primera parte se fue apagando y, como casi siempre sucede en este Real Oviedo, Mossa y Berjón elaboraron la mejor jugada de todo el primer periodo, pero Toché no estuvo fino en la finalización.

Los primeros 20 minutos del segundo tiempo fueron, seguramente, los peores de la temporada en el Carlos Tartiere. El Alcorcón salió con ganas y dominó con claridad a un Oviedo que ni se encontraba cómodo defendiendo ni encontraba la forma de alejar el balón de su área. Sin llegar a tener ocasiones claras (solo se contabiliza una parada de Alfonso, a disparo de Bruno Gama), el control del partido era claramente alfarero. 

Anquela movió el banquillo y, sustituyendo a un invisible Hidi, Aarón Ñíguez estrenó ese disfraz de agitador que tan bien le puede quedar. Forlín subió una línea, los azules pasaron a defensa de cuatro y el Tartiere, por fin, pudo ver a ese trío formado por Ñíguez, Berjón y Fabbrini acompañados de un delantero centro. Y el Oviedo despertó.

Si bien el Fabbrini del primer tiempo no había podido recibir casi nunca en situación favorable, con el cambio de esquema ocupó el espacio entre los centrales y los mediocentros rivales, siendo desde ahí decisivo. Los carbayones comenzaron a jugar en campo del Alcorcón y la más mínima asociación acababa con una ocasión clara de gol. Berjón representó dicho dominio y encaró una y otra vez a Laure, pero no era el día de cara a puerta. 

Tras un larguero, un gol anulado y una gran parada de Casto, Anquela sorprendió al Tartiere y mandó al banquillo a Fabbrini.Linares entró para acompañar a Toché en el área y aprovechar los centros laterales, pero al quitar al enlace entre Folch y Berjón los centros dejaron de producirse.

Y de una ocasión para los azules llegó el gol que enmudeció al Tartiere: Viti, que acababa de entrar por Cotugno, no fue capaz de despejar un balón cuando era el último hombre en defensa, Nono robó y metió un pase perfecto que Jonathan Pereira se encargó de convertirlo en el 0-1.

Nueve jornadas y la sensación de que todo cuesta mucho más que antes. Que las ocasiones no entran, que cuando lo hacen casi nunca valen y que el rival, con poco, ahora sí te marca. Durante 15-20 minutos se pudo ver a un Oviedo distinto, haciendo del desorden un punto a favor y generando mucho peligro al juntar a los tres mejores atacantes azules con una referencia en el área. Ese debe ser el camino, no queda otra. 

Los cambios

Cara y cruz para Juan Antonio Anquela. Si bien el cambio de esquema unido a la entrada de Aarón dio frescura al ataque carbayón y puso en aprietos como nunca antes en todo el partido a la zaga del Alcorcón, el cambio de Fabbrini llegó cuando el italiano se encontraba más cómodo. Su salida dejó en cero la incidencia que Linares, su sustituto, pudiera tener en el partido, ya que el Oviedo dejó de llegar fácil al área de Casto.

Viti, en un cambio simple de hombre por hombre al entrar por Cotugno, fue el último cambio del partido.