La Pizarra: Cuando se rompe la telaraña

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Jugadores del Huesca y el Oviedo durante el partido
Jugadores del Huesca y el Oviedo durante el partido LFP

Del 3-0 al 3-3: analizamos el cataclismo del Real Oviedo ante el Huesca. ¿Qué pasó?

17 feb 2022 . Actualizado a las 12:21 h.

¿Puede un partido de fútbol aunar una de las mejores primeras partes de la temporada de un equipo y el peor segundo tiempo del curso del mismo equipo? Sí, puede. Y si no, que se lo pregunten al Real Oviedo tras el 3-3 del domingo ante el Huesca. Que dos de los tres goles del conjunto carbayón fuesen golazos -en la propia razón de ser de un golazo puede ir implícito el hecho de que sean inesperados- no debe nublar el análisis: los azules maniataron al Huesca durante 40 minutos, crearon peligro con relativa asiduidad y, salvo a balón parado, no sufrieron cerca de su portería. Ahora bien, ¿qué le pasó después al equipo de José Ángel Ziganda?

El buen hacer de la telaraña azul

En su segundo encuentro consecutivo ante un conjunto armado con tres centrales y carrileros, el Cuco Ziganda esperó, colocó el anzuelo y el Huesca lo mordió. El Oviedo, comandado por sus dos delanteros, comenzaba a presionar pasado el centro del campo, dejando vía libre a los tres centrales oscenses e, incluso, a un David Timor que casi siempre bajaba a la primera línea para aportar en salida de balón. Pero ahí morían las intenciones de los de Xisco Muñoz. Pocos metros detrás de Obeng y Borja Bastón aguardaba una línea de cuatro que, al son de Brugman y Luismi, no daba una opción alguna de pase a su rival. 

1-Timor, con balón, desplazando en largo a la otra banda. 2-Centro del campo del Oviedo, con el doble pivote muy junto. 3-Atacantes del Huesca por detrás de la línea
1-Timor, con balón, desplazando en largo a la otra banda. 2-Centro del campo del Oviedo, con el doble pivote muy junto. 3-Atacantes del Huesca por detrás de la línea

El Oviedo ahogaba la sala de máquinas visitante, lateral y extremo carbayón se colocaban en el punto exacto para que ni el carrilero ni el extremo rival pudiesen hacer daño y, por momentos, el Huesca acumulaba más futbolistas por detrás del balón que por delante. Y además del rigor táctico, estaban las piernas de los que debían usarlas más que ninguno: Brugman y Luismi, a muy pocos metros de distancia el uno del otro, se movían de forma coordinada y mordían cada vez que Seoane, Poveda o Escriche osaban recibir entre líneas. El plan de Ziganda estaba saliendo a la perfección.

1-Timor, pasador desde el costado. 2-Seoane recibe de espaldas y Brugman y Luismi, cerca, aprietan: robo azul
1-Timor, pasador desde el costado. 2-Seoane recibe de espaldas y Brugman y Luismi, cerca, aprietan: robo azul

Los goles y la confianza, de la mano

Aunque nunca es definitivo, y bien se vio el domingo en el Carlos Tartiere, un tanto a favor refuerza cualquier planteamiento o, incluso, el planteamiento nace a través de dicho gol. En el caso del Oviedo-Huesca, el 1-0 puede que no tuviese ni padre ni madre. Eso sí, a partir del tanto de Bastón, los azules dominaron el escenario. El Oviedo se asentaba en campo rival gracias al juego directo sobre los puntas y, después, robaba fácil y maduraba las jugadas a través de la posesión. Por momentos, los diez futbolistas de campo del conjunto carbayón estaban instalados en el campo del Huesca. 

1-Brugman, con balón. 2-Cornud, centrador desde la izquierda. Isaac, pisando área en la derecha
1-Brugman, con balón. 2-Cornud, centrador desde la izquierda. Isaac, pisando área en la derecha

Las obras de arte de Samuel Obeng y Carlos Isaac alzaron al Real Oviedo a un estado de máxima confianza que les permitía morder una y otra vez, incluso adelantando las líneas y yendo directamente a buscar al Huesca en los saques de puerta de los oscenses. Bastón y Obeng iban a por los centrales y, a partir de ahí, todas las líneas ganaban terreno al unísono. Los azules seguían creando peligro, bien por el buen hacer de los delanteros o a través del colmillo de Viti atacando el espacio entre central y carrilero. Casi 40 minutos de un festín azul oviedista... que tuvo fecha de caducidad.

1-Miquel sacando el balón desde saque de puerta. 2-Poveda recibiendo forzado, con Costas muy pegado
1-Miquel sacando el balón desde saque de puerta. 2-Poveda recibiendo forzado, con Costas muy pegado

Y la telaraña se rompió

Los últimos cinco minutos del primer tiempo fueron el tráiler perfecto de lo que iba a suceder tras el descanso. Xisco se olvidó de bajar a un mediocentro a la primera línea en salida de balón, fijó a los carrileros -sobre todo a Marc Mateu- casi a la altura de los laterales oviedistas y Seoane y Escriche fijaron su residencia a la espalda del doble pivote. Todo esto, unido al estado de ánimo propio de un equipo que parece tener el partido perdido y el arriesgar no le supone un quebradero de cabeza. La circulación de los oscenses mejoró, llevó mucha más mala intención que antes y, claro está, la presión del Oviedo pasó de ser muy buena a ser un horror.

1-Ignasi Miquel en salida de balón. 2-Timor y Pablo Martínez a la espalda de los delanteros del Oviedo. 3-Seoane y Escriche a la espalda del centro del campo del Oviedo
1-Ignasi Miquel en salida de balón. 2-Timor y Pablo Martínez a la espalda de los delanteros del Oviedo. 3-Seoane y Escriche a la espalda del centro del campo del Oviedo

Táctica y piernas. Ni las líneas estaban tan juntas y coordinadas como antes ni Brugman y Luismi llegaban a morder tan rápido como en el primer tiempo. Todo le llegó a la vez a un Oviedo que no supo parar al Huesca en ningún momento de la segunda mitad. El espacio entre los delanteros carbayones y el centro del campo se agrandó, Isaac y Viti comenzaron a dudar debido a las conducciones de Ignasi Miquel y la posición de Marc Mateu -dividir y fijar- y Seoane y Escriche pasaron a ser indetectables para cualquier jugador que vestía de azul. Así llegó el 3-2 y así pudieron llegar varios tantos más. 

1-Pablo Martínez en la base. 2-Doble pivote del Oviedo, nada equilibrado. 3-Seoane y Poveda recibiendo a la espalda. Isaac pendiente de Mateu
1-Pablo Martínez en la base. 2-Doble pivote del Oviedo, nada equilibrado. 3-Seoane y Poveda recibiendo a la espalda. Isaac pendiente de Mateu

El Huesca ponía el cebo en los costados, clavaba el puñal por dentro e intentaba rematar al Oviedo, de nuevo, por los costados. Marc Mateu y Ratiu recibían en la izquierda y en la derecha, respectivamente, con el tiempo suficiente para sacar un centro cómodo que pusiera en aprietos a la defensa azul y a Joan Femenías. ¿Y en la otra mitad del campo? No había Oviedo y futbolistas como Borja Sánchez o Brugman ni entraban en contacto con el balón. Ziganda metió a Jimmy y adelantó a Brugman, pero los azules no fueron capaces de controlar el asedio. Después, cuando Javi Mier ocupó el lugar del uruguayo, tampoco. Eso sí, y más por demérito del Huesca que otra cosa, el ataque oscense perdió chispa y agresividad pasada la hora de partido. 

1-Miquel, de nuevo, en salida de balón. 2-Escriche recibiendo, Brugman y Luismi llegan tarde. 3-Seoane recibe a la espalda y con metros por delante. Isaac dudando con Mateu
1-Miquel, de nuevo, en salida de balón. 2-Escriche recibiendo, Brugman y Luismi llegan tarde. 3-Seoane recibe a la espalda y con metros por delante. Isaac dudando con Mateu

Un máster en el juego aéreo

El Oviedo estaba desquiciado, sin saber cómo la tarde había pasado de blanco a negro de manera tan repentina. Incluso con el 3-2 todavía en el marcador, los azules permitieron situaciones claras de contra inconcebibles en el cuadro de Ziganda en cualquier otro momento de la temporada. El 3-3 de Ignasi Miquel llegó tras otro centro cómodo desde el costado, con Cornud marcando muy tímidamente a Escriche. 

1-Escriche centrando con la tímida oposición de Cornud. 2. Igualdad numérica en zona de remate
1-Escriche centrando con la tímida oposición de Cornud. 2. Igualdad numérica en zona de remate

Dani Calvo fue el gran sostén de la defensa azul en la cascada de centros y saques de esquina con los que el Huesca sembró el pánico en el Tartiere, algo que ya sucedió en el primer tiempo. El central, obligado a aparecer en zonas que no le correspondían debido a los problemas de Femenías en el arte del juego aéreo, sumó hasta seis despejes en el área pequeña durante la segunda mitad del partido. En total, 21 despejes del conjunto carbayón por 4 del Huesca, casi nada. 

Dani Calvo imponiéndose por alto en un saque de esquina del Huesca. Mala salida de Femenías
Dani Calvo imponiéndose por alto en un saque de esquina del Huesca. Mala salida de Femenías