La Pizarra: Qué Oviedo ser

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Álvaro Cervera, entre Mangel y Mario Fuente
Álvaro Cervera, entre Mangel y Mario Fuente Real Oviedo

Analizamos las dudas que mostró el equipo de Álvaro Cervera durante el primer tiempo ante el Mirandés

08 mar 2023 . Actualizado a las 09:18 h.

Las últimas dos derrotas sufridas por el Real Oviedo lejos del Carlos Tartiere no son muy preocupantes por el hecho perder, lo son por la imagen que dejó el equipo de Álvaro Cervera. Tanto en Cartagonova como en Anduva, el plan del equipo rival se impuso al de los azules, y eso era algo que no solía pasar en los partidos del Oviedo. Los de Cervera nunca engañaron a nadie: al margen de las actuaciones ante Las Palmas o Atlético de Madrid, los carbayones siempre han sido un equipo se defendía en el área de forma cómoda y que dejaba a su rival tener en balón en zonas en las que tenerlo no aportaba gran cosa. Ante el Mirandés -y también ante el Cartagena- fue otra cosa. 

El plan inicial

Joseba Etxeberria ha encontrado en el dibujo con tres centrales y carrileros la forma ideal de explotar la indudable técnica y finura en el pase y la asociación que tienen sus jugadores. No son invencibles y su posición en la tabla así lo demuestra, pero si les das tiempo y espacio, te harán daño. Y eso pasó en Anduva. El Oviedo, en teoría, pisó el césped con la intención de permitir que los tres centrales se asociasen, pero con la dupla Vallejo-Bastón preparados para evitar los posibles pases interiores. Si el Mirandés quería avanzar, tendría que ser a través de los carrileros y siempre lejos del pasillo central. Pero no fue así. 

Los agujeros azules

Los delanteros del Oviedo estaban, pero no mordían. Tampoco tenían que morder, pero sí evitar el avance del Mirandés por la zona por la que Cervera nunca quiere que pase nada. Incluso cuando Gelabert se acercaba a los centrales y los rojillos perdían una pieza interior, el pase que dolía aparecía. Bastón y Vallejo no se coordinaban y Oriol Rey, aprovechándose de la presencia de Pinchi y Roberto López, recibía con unos metros de ventaja sobre el doble pivote oviedista. 

Durante poco más de media hora, todo lo que pasaba sobre el césped de Anduva estaba en el plan de partido soñado por Etxeberria y, también, en el de las pesadillas de Cervera. El Mirandés se las arreglaba una y otra vez para girar, sus futbolistas se ponían de cara al área de Quentin Braat y los carrileros, en vez de ser los encargados del avance jabato, eran los puntos en los que desembocaban las jugadas de ataque. Si la idea del técnico oviedista era evitar el juego interior de su rival, como siempre suele ser, no estaba saliendo. 

Pinchi y Roberto López, teóricos extremos pero interiores al uso, ejercían de cebo para Lucas y Bretones, que dudaban a la hora de saltar. Los carrileros ocupaban toda la banda, mientras que Viti y Marcelo -muy perdido el mexicano- se quedaban a medio camino entre morder al central de su lado o tapar la línea de pase al carrilero. Oriol Rey y, sobre todo, Gelabert recibían cómodos en la medular, lejos de Bastón y Vallejo -nada agresivos- y lejos también de Luismi y Jimmy, que sufrían sin ayudas ante un equipo ancho como el de Etxeberria.

Un buen pase y la figura de Raúl García

Además de todo lo que ocurría desde los centrales hasta los centrocampistas, el Oviedo tuvo la mala suerte de que el Mirandés tuviese un delantero de los buenos de la categoría. Raúl García no solo tiene gol, también entiende el juego y sabe dónde aparecer -y dónde no- para hacer daño a su rival. Y lo hizo. La primera gran ocasión de los rojillos nació de un pase interior del central Álex Martín, al que le valió un quiebro para desactivar la presión de Vallejo y así encontrar la brecha entre el doble pivote oviedista. Raúl recibió alejado de la presencia de Calvo y Tarín, giró y con él giró todo el ataque del Mirandés, que acabó en un disparo de Roberto López dentro del área que se fue alto. 

Fue esta conexión, la de Álex Martín y Raúl García, la que mejor ejemplificó lo perdido e irreconocible que estaba el Oviedo. Cuando un pase interior que va desde el central hasta el delantero desactiva toda la estructura defensiva de un equipo tienes un problema. Y eso pasó en Anduva. Fueron estos desajustes lo que de verdad deja con el gesto torcido a cualquiera que haya visto con asiduidad al conjunto azul. Las dificultades con balón eran de sobra conocidas -y casi hasta aceptadas-, pero esto no. El tipo de juego o la identidad elegida por Cervera no permite dudas: no permite fallar en zonas concretas porque, básicamente, dicho juego se basa en no fallar en zonas concretas.