Álex Millán: «La familia que hemos hecho en la enfermería le ha dado otra dimensión al equipo»

Pablo Fernández OVIEDO

AZUL CARBAYÓN

Álex Millán, en El Requexón
Álex Millán, en El Requexón Ana Vázquez

El delantero del Real Oviedo concede a La Voz de Asturias su primera entrevista tras superar su grave lesión de rodilla

11 abr 2024 . Actualizado a las 09:00 h.

Durante los intensísimos entrenamientos del Real Oviedo en El Requexón, siempre hay un futbolista al que se le escapa la media sonrisa cada vez que va a una disputa, realiza un sprint junto a otro compañero o marca un gol en un ejercicio en dimensiones reducidas. Son situaciones más que habituales en el día a día de un equipo de fútbol profesional, pero cuando no lo puedes hacer durante siete meses de tu visa su valor aumenta. Y Álex Millán (Zaragoza) lo sabe. Ahora, ya recuperado y siendo parte activa de la rotación de Luis Carrión, quiere ayudar a sus compañeros a lograr algo grande. El delantero azul concede a LA VOZ DE ASTURIAS su primera entrevista tras la grave lesión de rodilla sufrida en verano.

—¿Cómo estaban los jugadores del Real Oviedo tras el triunfo en Elche?

—Estábamos contentos y felices, pero noté desde muy pronto que el equipo quería más. Que se nos iba a hacer larga la semana. Desde que entramos en el vestuario del Martínez Valero nuestro deseo era que llegase el partido ante el Mirandés. Siempre con los pies en el suelo poque todavía no hemos hecho nada, pero los equipos que piensan así son los que consiguen las cosas grandes.

—¿Vio el Racing-Alcorcón?

—Nunca he visto tanto fútbol en mi vida [risas]. Lo veo todo. Siempre he sido de ver mucho fútbol, eh, pero ahora más. Sí, claro que vi el Racing-Alcorcón.

—¿Ese pinchazo del Racing puede servir de aviso para el Oviedo de cara al partido ante el Mirandés?

—Creo que no necesitamos ser avisados, por así decirlo. Sabemos perfectamente que aquí te puede ganar cualquiera, como nosotros podemos ganar en cualquier campo también. A estas alturas los de abajo ganan mucho más que antes y eso pasa siempre, así que hay que estar alerta y siempre con la luz roja encendida.

—Vayamos con usted. ¿Cómo está?

—A nivel físico todavía me queda dar un par de pasos adelante, no tengo duda. Han sido muchos meses parado y esto cuesta, aunque cada vez me cuesta menos. Me encuentro muy bien, cada semana un poco mejor. Estoy convencido de que puedo ayudar mucho.

—20 minutos ante el Villarreal B y 20 minutos ante el Elche. ¿Esperaba ser parte de la rotación a estas alturas?

—Al principio, cuando volví, seguramente no, pero tras la lesión de Borja (Bastón) en mi cabeza ya existe la posibilidad de ayudar al equipo desde ya. Con Alemao de titular, sabía que se entrenaba bien e iba evolucionando con normalidad podía tener minutos. Lo importante es el equipo y estoy contento por poder ayudar desde ya.

—¿Temió durante la recuperación el convertirse en un futbolista diferente al que era?

—Creo que puedo dar ese plus al espacio cuando los partidos se rompen un poco más y esa idea no ha cambiado a pesar de la lesión. No creo que esta lesión te limite tanto. El nivel físico es muy importante, pero eso se puede recuperar. Cuando lo consigues y no tienes ninguna recaída, puedes volver a ser el de antes sin mayores problemas. Soy un jugador diferente, y creo que mejor, en lo mental, pero no en lo futbolístico.

—¿Nota en algo la lesión?

—Lo que más respeto me daba eran las frenadas. En el recuerdo, durante muchos meses, siempre está la acción en la que me rompí. Poco a poco la voy olvidando y puedo decir que ahora mismo ya entreno como entrenaba antes de la lesión.

—El peor día que recuerda tras la lesión.

—El día que más me costó fue uno cuando todavía no me habían operado, fíjate. Estaba en casa, en el sofá, viendo un documental sobre fútbol. No sé por qué, pero me di cuenta de lo mucho que iba a echar de menos el fútbol durante esos meses y me vine abajo.

—¿Y el mejor?

—El primer entrenamiento completo con el grupo. Ese día en el que hice todas las tareas y en las que no estuve en ningún momento condicionado por alguna medida de precaución, por así decirlo. Ese día supe que todo lo que conlleva ser futbolista profesional estaba mucho más cerca.

—¿Cómo fue aquel entrenamiento?

—Los dos primeros balones que toqué los perdí. Después fui mejorando: intenté hacer primero la A y luego la B para no liarme mucho [risas]. Era parte del proceso, porque siete meses sin entrenar y siete meses sin que ningún rival te pueda quitar el balón son muchos meses. Y más con el nivel de entrenamientos que hay en este equipo.

—Hábleme de Rodri Tarín.

—Es una persona especial. Desde el primer momento me ayudó y para mí es alguien muy importante, es mi persona favorita de aquí de Oviedo. A nivel mental me dio la vida, me ayudó a no fallar ningún día. Con el paso de las semanas, cuando alguno de los dos no tenía el día el otro estaba ahí para echar un cable y sacar la jornada adelante.

—Usted fue el primero en caer, pero después llegaron muchos compañeros a esa enfermería.

—Fue duro, sí. Es duro, bueno. Cada vez que veo que a un compañero le duele algo ya se me queda el cuerpo mal, deseando que no le pase nada. Cuando Mario Hernández se lesionó en el Requexón y lo exploraron en la camilla sufrí muchísimo, porque sabes los momentos jodidos que vienen después.

—¿Ha unido al vestuario ese calvario de lesiones? El Oviedo acumuló en su día hasta casi diez bajas…

—Totalmente, lo tengo claro. La familia que hemos formado en esa parte del Reque -señala el gimnasio y la enfermería- le ha dado otra dimensión al equipo. Los equipos y las familias, cuando vienen los momentos malos, se pueden unir o separar. Nosotros hicimos lo primero. Todos hemos estado para todos.

—¿Es complicado seguir siendo parte del equipo cuando se está fuera tanto tiempo?

—Siempre traté de no desengancharme del equipo. Al final todos formamos parte de la misma plantilla y yo nunca quise estar al margen, por eso también viajé a muchos partidos que el equipo jugó a domicilio. Era una de esas formas de sentirse uno más.

—¿El tema de ir a los partidos de fuera sorprendió en el club?

—Ni pregunté, eh [risas]. Cogíamos el coche mi novia y yo y allí nos plantábamos, me daba igual donde jugásemos. Evidentemente había días que no puedes viajar porque estás lesionado y tienes que entrenar, pero siempre que podía no lo dudaba. Al club solo le pedía que me reservasen una entrada, claro.

—¿Y en el vestuario?

—Muchos pensarían que estaba un poco loco, sí. Hacerse tres horas de ida y tres de vuelta pudiendo estar en el sofá… Pero bueno, creo que a ellos también les podía ayudar ver que un compañero que está lesionado viaja para apoyar.

—¿Cómo vivió el cambio de Álvaro Cervera a Luis Carrión?

—El equipo creció a nivel futbolístico y entendió muy bien lo que Luis pidió al llegar. Tenemos jugadores de mucha talla y nos benefició el nuevo estilo, es así. Nos podemos adaptar a todo, ojo, pero nos gusta crecer desde el balón.

—¿Desde la grada analizaba el fútbol y pensaba en qué podía aporta cuando estuviese bien?

—Pf… no. Como aficionado soy muy difícil, lo admito. Me pongo muy nervioso en la grada, así que poco analizaba. Por semana sí, hablaba mucho y de muchos aspectos con los chavales, pero en el estadio solo pensaba en ganar y ya.

—Luis Carrión.

—Desde el principio ha estado encima. El míster, además, pasó en su día por dos roturas de ligamento cruzado y siempre ha estado pendiente de nosotros. Eso puede parecer normal, pero que quiera saber de ti y se preocupe ayuda, te hace sentir que cuando estés bien contará contigo. Tener a tanta gente conectada es muy complicada y, en eso, el míster y todo su cuerpo técnico son muy buenos.

—Santi Cazorla.

—Cuando habla contigo te enseña, pero te enseña mucho más solo con verlo en el día a día. No me podía permitir tener un día de perros y que a mi lado estuviese Santi Cazorla trabajando como un cabrón. Un tío que ya lo ha hecho todo en el fútbol, de casi 40 años y ahí estaba… No me lo podía permitir. Es una persona maravillosa y un futbolista ejemplar, y no solo por lo bueno que es. Un gran profesional que por algo ha estado y está donde está.

—¿Cuál ha sido el compañero que más le ha sorprendido futbolísticamente?

—Si me tengo que quedar con uno… [se lo piensa]. Te diría Viti, creo. Me parece que está siendo el mejor lateral de la categoría, la verdad. Nos está dando muchísimo, el nivel es increíble y no puede bajar de ahí. No se lo voy a permitir.

—¿Cómo ve a Alemao?

—Alemao no me sorprende en absoluto, le he visto por semana y es un pedazo de delantero. Nos da muchísimo arriba, le tiras una lavadora y te la baja. Eso al equipo le puede ayudar muchísimo. Además, es un tío fantástico.

—Usted debutó en Albacete, pero sentirse futbolista se empieza a sentir tras el partido ante Villarreal B y Elche.

—Después de una lesión de siete meses ya me sentí futbolista en la semana previa a ir a Valladolid, eh. Luego sí que es verdad que el partido ante el Villarreal B fue el primer partido en el que jugué tiempo real. Fue otro paso para recuperar el nivel.

—Hablemos de la famosa jugada con Dubasin.

—Una jugada muy rápida en la que pensé rápido y mal. Salió como salió y bueno, son momentos del fútbol en los que hay que decidir en pocos segundos y tras ver la jugada repetida sé que no tomé la mejor decisión. Hablé con Duba y él fue el primero que lo entendió, es un tío diez y que se acercase para decirme que estuviese tranquilo al ver el ruido que se había montado lo hacen más grande aún.

—¿Van de la mano su lesión y esa jugada?

—Se me juntó un poco todo, seguramente. Al final estuve muchísimos meses parado y pensé rápido y mal, es así. La vida y el fútbol también está para aprender y aquello fue un aprendizaje más. Claro que tengo ganas de meter gol, pero ahora mismo lo más importante es ayudar al equipo a ganar. Y punto. Tenemos una oportunidad muy grande. El gol llegará, no tengo prisa.

—Arana, Álex Forés… Delanteros con los que compartió vestuario la temporada pasada y ahora están realizando un gran año.

—No soy una persona que piense en lo que hacen los demás. Me alegro mucho por ellos, aunque por alguno más que otros dado lo que nos estamos jugando. Les tengo mucho cariño y son muy buenos, no me sorprende en absoluto su rendimiento, pero no pienso en ponerme en su lugar y en creer que los goles que llevan ellos los podría llevar aquí si no fuese por la lesión. No hay que tener envidia de nadie, solo trabajar.

—¿Le servirá al Real Oviedo haber sufrido al principio de temporada?

—Tenemos un grupo que sabe gestionar las emociones, así que sí, el pasar tantas semanas jodidas al principio de temporada nos hace más fuertes.

—¿Qué espera de estas ocho jornadas que quedan?

—Uf, qué espero… Pues te iba a decir que espero ganar todos los partidos, los ocho, pero eso será difícil. Espero que el equipo siga igual. Sabemos que nuestra gente estará ahí y nosotros no podemos frenar ahora. Tenemos equipo para lograrlo.

—¿Piensan en la que se podría montar en Oviedo si consiguen el objetivo?

—El equipo solo piensa en el Mirandés. Es un tópico, sí, pero es lo que hay a estas alturas. Vamos a ello.