Villayón también existe

Pablo Batalla Cueto

COMARCAS

Turismo Asturias

El concejo con la renta más baja de Asturias trata de despegar económicamente volcándose en el turismo, con las cascadas de Oneta como lugar emblemático

27 jul 2016 . Actualizado a las 14:06 h.

Hay pocos parajes en Asturias más hermosos que las cascadas de Oneta, en el concejo occidental de Villayón: tres impresionantes saltos de agua de hasta 15 metros de altura llamados Firbia, Ulloa y La Maiseirúa, que desaguan en encantadoras pozas calizas de paredes cubiertas de musgo y a los que se accede por una ruta fácil (una hora ida y vuelta) que parte del pueblo de Oneta y serpentea entre bosques de fresnos, alisos, robles y castaños a cuyo cobijo se esconden varios antiguos molinos de agua. El paraje fue declarado Monumento Natural por el Principado de Asturias en 2001 y atrae cada año a centenares de visitantes.

Oneta es el lugar emblemático en torno al cual pivota la reconversión turística que el Ayuntamiento de Villayón, hoy liderado por la popular Montserrat Estefanía González, lleva a cabo desde hace unos años en forma de campañas de publicidad, adecentamiento de rutas y apertura de hasta tres oficinas de información turística activas durante todo el verano y Semana Santa, todo lo cual ha redundado en la apertura de varios hoteles y casas de aldea en el concejo. Se persigue con ello el objetivo de abandonar un pódium estadístico nada deseable: el del concejo más pobre de Asturias de entre los de más de mil habitantes. Según los análisis de Hacienda, la renta media anual de los villayonenses es de sólo 13.307 euros: la mitad de los 26.991 que se perciben en Riosa, el concejo con rentas más altas después de Oviedo, y casi mil euros menos que los 14.109 que conforman la renta media en Somiedo, el segundo concejo más pobre.

Las causas de esa pobreza están claras para Adrián González, secretario de la asociación cultural y reivindicativa El Rincón Olvidao: Villayón es un concejo fuertemente envejecido y poblado sobre todo por pensionistas, lo cual ya hace descender de por sí la renta media, pero que además lo está por extrabajadores del campo, cuyas pensiones son siempre bajas, y por viudas que perciben magras pensiones no contributivas. Ese envejecimiento se debe a varios factores: por un lado, la crisis de la ganadería, motor económico histórico del concejo; por otro, según señala González, una combinación de carreteras particularmente malas («A veces parece que las carreteras que llevan a Villayón desde Tineo, Allende, Valdés, Navia y Boal están arregladas justo hasta que entran en nuestro concejo», lamenta) y la cercanía de la más pujante Navia, situada a sólo 16 kilómetros que hacen a muchos villayonenses que encuentran trabajo en la villa naviega preferir trasladarse a vivir allí que conducir todos los días desde Villayón. En contrapartida, muchos villayonenses que emigraron en los años de bonanza económica a las grandes ciudades asturianas e incluso a Madrid vuelven ahora al pueblo tras quedarse en paro debido a que la vida es más barata allí. La tormenta perfecta de la pobreza de Villayón se completa así: las rentas altas se van del concejo y dejan su hueco a las bajas.

Aprovechar el maná turístico

El maná turístico parece la solución obvia, toda vez que el concejo es muy extenso y cuenta con varios lugares de interés de todo tipo: además de Oneta, los visitantes de Villayón pueden disfrutar también de varias iglesias rurales de interés, del dolmen de Barandón, de más de 5.000 años de antigüedad, y de varias rutas naturales con la cueva del Pímpano, el pozo Mouro, el pico Villayón o la cascada de Méxica, entre otros parajes, como alicientes. Pero Adrián González es de la opinión de que no se está haciendo todo lo que se podría para exprimir al máximo estos recursos turísticos. «El Ayuntamiento lleva años alardeando de que el turismo va a ser el motor turístico del concejo, pero fuera de Oneta no se ve que lo esté siendo», denuncia, y en ello coincide con Mirta Rodríguez, copropietaria de El Torneiro, uno de los hoteles rurales abiertos en el concejo en los últimos años.

Rodríguez, pese a congratularse de tener el hotel siempre lleno en las temporadas vacacionales y de que ninguna de las casas de aldea abiertas en los últimos años ha cerrado, lamenta que para muchos turistas Villayón es sólo un lugar de paso: «Vienen a Oneta pero rápidamente pasan a los concejos limítrofes», cuenta. Promocionar otros lugares de interés podría incitar a esos visitantes fugaces a quedarse más tiempo, pero al decir de Rodríguez esa promoción necesaria no se está haciendo. «Hay castros sin excavar, todavía no se ha hecho la ruta del dolmen de Barandón, la carretera a Méxica es muy mala y no se está aprovechando el patrimonio etnográfico, sobre todo los molinos de agua», enumera, y añade además a la lista de cosas a mejorar a fin de capturar turistas la deficiente cobertura telefónica y de Internet.

Montserrat Estefanía González, flamante regidora de Villayón, sustituyó en abril al fallecido Ramón Rodríguez, alcalde desde 1980, admite las críticas y asegura estar en camino de solucionar los problemas que las motivan. A este respecto, denuncia que Villayón ha sido durante años un concejo olvidado y desatendido por el Gobierno regional. «Desde el Principado nunca había respuesta a nuestras reivindicaciones en materia de infraestructuras», recuerda para luego agradecer que esa desatención ha remitido en el último año y medio, algo que atribuye al pacto alcanzado entre PP y PSOE en 2014 para sacar adelante los presupuestos de 2015. Ahora sí fluye el dinero regional y eso ha permitido abrir un centro de salud y una piscina y mejorar las carreteras.

Así pues, Villayón, ahora sí, también existe, y todos esperan que, para 2020, el concejo sea por fin una referencia turística en el Occidente de Asturias, donde casos de éxito como los Oscos o Taramundi invitan al optimismo.