Venturo XXI: de ejemplo de reconversión a ejemplo de abandono

La Voz

CUENCAS

La que fuera sede de la empresa de cartografía, y en la actualidad propiedad de una entidad bancaria, se encuentra en un pésimo estado diez años después de su inauguración

18 jul 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

Venturo XXI iba a ser emblema de la reconversión de las comarcas mineras y hoy las paredes del edificio que fue su sede están cubiertas de moho. Iba a ser ejemplo de creación de empleo y sus trabajadores llevaron a cabo encierros y movilizaciones exigiendo un futuro para una empresa que nació en 2005 y en 2010 ya estaba en concurso de acreedores. Iba a ser una gran empresa de cartografía? pero no fue, porque la picaresca de unos dejó sin valor las palabras de otros, convirtiendo el proyecto, la iniciativa, o como quiera llamarse, en un ejemplo de abandono para las cuencas en tan sólo una década.

Un 7 de julio de 2006, autoridades, propietarios y algunos trabajadores inauguraban en el Valle de La Güeria la nueva sede de Venturo XXI, un edificio en cuya rehabilitación y adecuación se invirtieron 1,8 millones de fondos mineros, que la empresa compró a Hunosa dos años después por 360.000 euros más IVA, y que posteriormente hipotecó hasta en tres ocasiones para lograr créditos que sumaron casi 1,4 millones de euros. Así, al final de todo el proceso de liquidación, la que fuera sede de Venturo XXI, con una superficie construida de más de 3.000 metros cuadrados, pasó a manos del Banco Popular, entidad con la que los hermanos Manuel y José Antonio Coronado contrajeron parte de la deuda que envolvió a la empresa y que superó los cinco millones de euros.

A día de hoy, diez años después de aquella aplaudida inauguración, el edificio se encuentra en un pésimo estado: las paredes están pintadas con todas las tonalidades que pueda adquirir el moho, consecuencia de que todos los canalones que era posible arrancar hayan sido arrancados; y la caldera del edificio, ubicada en una caseta anexa, está «deshecha»; y todo el cable de telefonía «también arrancado». Que es así lo puede ver cualquiera que dé un paseo por el entorno del edificio del pozo Venturo, pero lo cuenta también Sabino Iglesias Fernández, que fue el último trabajador de Venturo XXI. Cuando en la empresa ya no quedaba nadie y el proyecto se desmoronaba, él aún hacía las labores de vigilancia, de hecho estuvo «casi año y medio más que el resto de compañeros», unos compañeros a los que recuerda «con cariño porque eran buenos chavales» a los que reconoce «que lucharan todos y hasta el final por el puesto de trabajo». Cuando Sabino Iglesias fue despedido, su situación fue complicada «porque me quedé al paro y después tuve que acogerme a la jubilación anticipada».

«Éramos una familia», comenta con nostalgia Sheila Suárez. Ella también fue trabajadora de Venturo XXI, una de las que se alegró cuando la empresa de cartografía se instaló en La Güeria y una de las que se encerró en la sede, en el Ayuntamiento y caminó hasta Covadonga reclamando un futuro para la empresa, coincidentemente, hace este mes de julio seis años. Sheila lamenta que el edificio se encuentre «todo desmantelado, en estado ruinoso, con las paredes verdes por el moho», porque asegura que en los cuatro años que estuvieron trabajando en el mismo «no dio tiempo a deteriorarlo cuando estaba todo nuevo».

La misma señala que Venturo XXI era una empresa «sobredimensionada» sobre todo en el número de directivos para los algo más de 200 trabajadores que llegaron a ser, y en lo que a tecnología se refiere asegura que «había equipamiento que sólo lo había aquí a nivel europeo, otras empresas no tenían la infraestructura que nosotros teníamos, y eso nos daba buena fama». Una fama que de nada le sirvió a una empresa «sobredimensionada» que actuó, según se dijo en día, movida casi más por hacerse con subvenciones que por impulsar el negocio de la cartografía que también es «un sector complicado», según apostilla Sheila Suárez.

Esta extrabajadora de Venturo XXI, que visita a menudo la zona en que se encuentra el edificio, considera «una pena» el estado actual del mismo y que después de la inversión que se realizó hace poco más de una década, haya que volver a invertir «si cualquier empresa se quisiera instalar allí por el mal estado que presenta».

Pero el edificio es sólo la parte material. Sheila Suárez ha querido recordar lo mal que lo pasaron los trabajadores durante el proceso de liquidación de la empresa y las consecuencias que para muchos tuvo el cierre de la empresa cartográfica. La misma señala que Venturo XXI creo «expectativas» entre la gente que contrataron, que pensó que sería un proyecto de futuro creyendo lo que decían los hermanos Coronado e hizo un plan de vida. Se refiere a quienes, por ejemplo, compraron un piso y después se vieron sin trabajo y con una hipoteca. «Aún hay gente que se está recuperando de aquello», comenta la ex trabajadora.

«Ojalá se reutilizara el edificio», dicen los vecinos de La Güeria

Desde la Asociación de Vecinos de La Güeria también lamentan el estado del edificio. «Nos da pena porque día a día se deteriora», trasladan desde el colectivo, que advierte que se producen «robos continuos» hasta el punto de que «se han marchado hasta con las cortinas, y no quitan las ventanas porque debe costar más trabajo». Y a fin de no ver el entorno en malas condiciones, desde la Asociación explican que «los vecinos limpiamos los jardines, que son públicos, a través de una sextaferia». La última vez que la realizaron fue el pasado mes de junio, ya que tratan de organizarse dos veces al año para mantener lo mejor posible el entorno del pozo Venturo.

El colectivo desconoce que haya empresas interesadas en ubicarse en la antigua sede de la empresa de cartografía Venturo XXI, pero señalan que «ojalá alguna pudiera venir y reutilizar el edificio» que muestra «un deterioro significativo». Además, desde la Asociación de Vecinos de La Güeria apostillan que cuando el edificio está en uso «La Güeria coge mucho movimiento», como pasó cuando Venturo XXI estaba en activo y en el edificio se llegaba casi a los 200 trabajadores.

Acuerdo entre el Idepa y el Banco Popular

Como se decía anteriormente, el edificio que fuera sede de la empresa de cartografía Venturo XXI es en la actualidad propiedad del Banco Popular como consecuencia de la ejecución del crédito hipotecario. Desde la entidad bancaria no han facilitado información sobre si están llevando a cabo negociaciones para vender el inmueble, y sólo se han remitido al acuerdo firmado el pasado mes de mayo con el Idepa «orientado a ofrecer emplazamientos a nuevas empresas», indicaron fuentes del Banco Popular. De este modo, el Idepa puede actuar como mediador entre las empresas y la entidad bancaria que sólo se plantea vender (y no alquilar) si hubiera alguna empresa interesada en el edificio.