Los gastrobares se hacen hueco en las cuencas

Carmen Liedo REDACCIÓN

CUENCAS

Tres establecimientos ofrecen una «cocina de autor» cuidada y moderna a la par que asequible. El Maestrante fue el primero en Mieres, El Lobo Negro se ubica en el local de la antigua sidrería América y Bocablos es el único de La Felguera

02 jul 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Las cuencas siempre han sido territorio de muchos bares y chigres. Buena parte de ellos, tras una evolución en las cartas y en la decoración de los locales, dieron lugar a sidrerías, cafeterías y buenos restaurantes pero, en la actualidad, la evolución en el sector de la restauración ha ido un poco más allá y un nuevo concepto, el de gastrobar, se está haciendo un hueco en estas zonas. Según Wikipedia, la popular enciclopedia de internet, se denomina gastrobar «a un bar-restaurante que procura acercar la alta cocina a las clases más populares sirviendo tapas de autor a precios asequibles (por lo menos esa es la intención en muchos casos)». Pues bien, La Voz de Asturias se ha puesto en contacto con tres establecimientos ubicados en Mieres y La Felguera en cuyo nombre aparece la palabra gastrobar dejando claro desde antes de entrar a ellos que la cocina que ofrecen es «diferente», una «cocina de autor» cuidada y moderna a la par que asequible para un público general.

Según los datos publicados por la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei) a finales del pasado año, en las cuencas del Nalón y del Caudal había casi 1.200 establecimientos de restauración entre restaurantes, bares y cafeterías, lo que supone casi el 12% de los contabilizados en toda la región. Entonces dos de esos establecimientos ya tenían la denominación de gastrobares: El Maestrante, en Mieres, lleva dos años en funcionamiento y Bocablos, en La Felguera, año y medio; mientras que el tercero, El Lobo Negro, apenas hace un mes que abrió sus puertas también en la villa mierense. Según confiesan sus propietarios, hoy por hoy tienen «buena acogida» entre el público general, aunque los dos primeros no obvian que los comienzos «difíciles».

El Lobo Negro en la Sidrería América

Un ejemplo de la renovación de los chigres es El Lobo Negro, un gastrobar que abría sus puertas el pasado 7 de junio tras una reforma integral del local que durante 80 años ocupó el América, primero como cafetería y después como sidrería. Sin embargo, de la mano de los dos socios que han puesto en marcha el nuevo negocio, David Enríquez y José Ardura, el establecimiento ha adquirido un toque más moderno y actual, aunque conservando parte del mobiliario tras su rehabilitación e, incluso, el antiguo letrero de la Sidrería América en su interior.

La idea de abrir este gastrobar en Mieres surgió de la fusión entre los orígenes de los dos socios. El primero, David, confiesa que cuando venía desde Bilbao a Mieres a visitar su amigo «echaba de menos el tipo de comida de allí, donde la gastronomía ha evolucionado mucho». Así, a la hora de plantearse ambos montar un negocio de restauración ambos estuvieron de acuerdo en abrir «algo diferente que se asemejara a lo que hay en Bilbao» y plantearon que debería tener una decoración moderna en tanto que, aunque se utilizaran los productos de siempre, estos iban a estar elaborados «de una forma distinta». Esa idea les llevó a hacer una reforma integral de la antigua sidrería América que llevaba cerrada unos meses, conservando sólo el hueco destinado a la cocina y a los baños.

Aunque el Gastrobar El Lobo Negro no lleva un mes abierto, David Enríquez asegura que «la acogida de la clientela ha sido muy aunque hemos cambiado el concepto de cocina». «La gente lo acepta muy bien, porque son productos que todo el mundo conoce pero elaborados y presentados de forma diferente», comenta David, que aclara que lo que no tienen en su establecimiento es sidra. No obstante, matiza que la idea con la que concibieron este gastrobar es «que todo el mundo pueda permitirse salir y quedarse a comer algo», ya que son conscientes de que en los tiempos que corren «a las familias quedarse a cenar no les puede suponer un gasto enorme y hay un público joven que no tiene un poder adquisitivo elevado».

 Sin embargo, pese a la modernidad que David y Jóse han querido a imprimir al establecimiento y a su carta de platos, han querido dar cabida a la nostalgia por estar en el local en que están, de la que fuera la sidrería América, manteniendo las sillas y las mesas tras rehabilitarlas, el letrero que estaba en la fachada y, además, han diseñado una carta a modo de periódico antiguo en la que el cliente se puede encontrar un Solomillo de tomate rosa, frutas de temporada y picada de hierbas del Mediterráneo por 10 euros.

 El Maestrante, un gastrobar con productos de la tierra

 El Maestrante ya abrió con el concepto gastrobar hace dos años, en junio de 2015 concretamente. Los propietarios, Juan Faedo y su mujer, plantearon un establecimiento así «porque por aquel entonces no había nada del estilo». Una de las particularidades de este negocio es trabaja productos asturianos con un cuidado y una presentación especial en cada uno de los platos.

 Aunque Juan manifiesta que el hueco se lo tuvieron que hacer «poco a poco» porque lo que ofrecían era diferente a lo que se puede encontrar en las sidrerías, hoy por hoy «la acogida es tremenda», y destaca que atraen «a muchísima gente de fuera que quiere comer producto asturiano preparado de una forma distinta». Por tanto, asegura que está «muy contento» de haber dado el paso hace dos años de apostar por el producto asturiano pero trabajado para ofrecer, por ejemplo, una milhojas de setas, gambas y gulas, aunque también se pueden encontrar en El Maestrante cuidados platos con mariscos del Cantábrico, xata rosa o jabalí.

 Bocablos, cultura gastronómica en La Felguera

 La cultura gastronómica que conlleva la denominación Gastrobar se materializa en Bocablos, un establecimiento ubicado en el centro de La Felguera puesto en marcha hace año y medio por tres amigos desde la infancia, Alejandro Rodríguez y los hermanos José Luis y Pedro Redondo, éstos dos últimos conocedores del mundo de la hostelería por ser descendientes del propietario de la mítica, aunque ya cerrada, Sidrería-Parrilla Camilo que se encontraba en la salida de La Felguera hacia Barros. Aunque los tres eran conscientes desde un principio que el establecimiento que pretendían iba a ser «una plaza difícil de torear» en una localidad como La Felguera, con tradición y arraigo sidrero, se aventuraron a poner en marcha Bocablos «viendo las inquietudes que, a su vez, había en el mercado» cuando se buscaba un sitio para un momento especial o para hacer algo diferente.

 Esto les llevó a diseñar un local y unos menús «elaborados y cuidados» y aunque, como preveían, ser pioneros hizo que los comienzos fueran «difíciles» porque conllevaba cambiar la cultura gastronómica, hoy por hoy se sienten orgullosos de vender «una cultura gastronómica distinta con un buen producto» y uno de los socios, Alejandro Rodríguez, asegura que cuentan con «una aceptación total» por parte de la clientela, que es tanto gente mayor como jóvenes. «Estamos encantados porque viene gente de una determinada edad y nuevas generaciones, que acuden con otra ideología y valorando lo que haces», comenta Alejandro, que se siente satisfecho por haber logrado acercar platos como el sushi con wasabi a clientes que ya en su día lo eran de la Parrilla Camilo aunque a alguno le supusiera un sofocón desconocer cómo se comía este plato y empezarlo tomando de un trago el intenso y picante wasabi. Pese a esa primera mala experiencia, Alejandro Rodríguez afirma que ese cliente es un apasionado del sushi que valora «que es un producto bueno y bien cocinado».