«Para acercar los clásicos a los jóvenes habría que prohibirlos, que dieran morbo»

Noelia Rodríguez REDACCIÓN

CULTURA

Rafael Reig
Rafael Reig

El escritor Rafael Reig participa este jueves en el Ciclo de la Palabra del Centro Niemeyer después de presentar su «Manual de literatura para caníbales»

16 nov 2016 . Actualizado a las 21:43 h.

Rafael Reig (Cangas de Onís, 1963) dejó de ser profesor de instituto para dedicarse a escribir y ser librero. Sus últimos trabajos conforman el «Manual de literatura para caníbales», donde deja de lado sus novelas policíacas y se vuelca en acercar los clásicos de un modo más divertido. Para él la literatura debería salir del sistema educativo para que los estudiantes pudieran disfrutarla. Mañana jueves participará en el Ciclo de la Palabra del Centro Niemeyer.

-La primera pregunta es obligada: ¿qué literatura consumen los caníbales?

-Literatura rica en proteínas, como la carne, pero sobre todo clásicos y policías. Se lo comen a veces con hueso y todo. Los libros tienen un esqueleto, que los sujeta, una arquitectura y luego está la carne, que son los episocios.

-Y, ¿el resto de humanos?

Tienen una pirámide lectora muy descompensada, comen mucha literatura procesada, como la bollería industrial --los bestsellers-- que les provocan obesidad en el alma. Hay que tomar proteína de los clásicos, verdura de la poesía, fruta de la literatura policiaca. Hay que leer de todo, no sólo literatura de evasión. Está bien tomarse una hamburguesa un día, pero también hay que comerse una fabada.

-Dicen que hoy en día la gente ya casi no lee.

-No es cierto, en conjunto se lee más. Los libros son más asequibles, hay muchas bibliotecas...pero no se lee lo que nos gustaría. Se lee y se regalan muchos libros.

-¿Qué cree que habría que hacer par acercar los clásicos a las nuevas generaciones?

-Prohibirlos, ya verías como los leían sin parar. Habría que darles un poco de morbo, sacarlos del sistema escolar. Los libros han de ser algo que un chaval encuentre hurgando en casa o en la biblioteca y que se los lea a escondidas. Están en el sistema escolar, tienen que estudiarlos y leerlos y no me extraña que abominen. La forma de saber lo que se están perdiendo es que se encontraran el Lazarillo y lo empezaran a escondidas y nadie les preguntara sus conclusiones.

-Dejó de ser profesor de instituto para ser escritor y librero, ¿está descontento con cómo se trata la literatura en el sistema educativo?

-La metimos por la idea romántica de que la lengua es el espíritu de un pueblo y hoy en día es una asignatura como la geología. Yo la separaría del sistema escolar y la convertiría en una opción de ocio, un poco pecaminosa.

-«Manual de literatura para caníbales» es una guía sobre sus imprescindibles de la literatura, ¿cuáles serían?

-Hay muchos. El primer volumen empieza en la Edad Media con el Cid, el Lazarillo, la Celestina y luego toda la poesía del Siglo de Oro: Quevedo, Lope de Vega, Cervantes. La segunda parte son los románticos, con Espronceda, Bécquer..., los realistas, que son los que más disfruto, como Dickens, Clarín, Pardo Bazán... y luego la literatura del siglo XX en general, donde es más complicado tomar partido pero lo hago, porque hay que escribir con pasión y no soy objetivo, defiendo el lado de la literatura que me gusta.

-¿Habrá un tercer libro con autores más actuales o no los ve imprescindibles?

-No los veo como imprescindibles, los meto para darles palos. Otros creo que son imprescindibles, como Claudio Rodríguez, a quien todo el mundo debería conocer para disfrutar y estudiar sus poemas para ligar en las fiestas.

-¿Aún se puede ligar con la literatura?

-A mi no me ha funcionado tan bien, pero con la literatura ligábamos los que no teníamos más remedio. Aún se puede porque la literatura te hace más divertido y eso es lo que buscas en una pareja. No siempre, pero te hace mejor persona y te hace ver el punto de vista de otro y alguien que puede hacer eso es mejor compañero. Pero si se leyera más si ligaría más.

-Hablando de romanticismo, en su manual habla del Cid enamorado del Rey.¿Cómo es que no nos habíamos enterado hasta ahora?

-Es que habíais leído un poco deprisa, porque lo leí despacito y hubo cosas con las que me puse colorado. Me lo inventé porque quería hablar del concepto medieval del amor, que como todas las relaciones es una relación de poder. Tienen muchas cosas en común la relación de un vasallo con su amo y la de una pareja. Me he divertido contándolo así.

-Divertido también parece que fue meterse en la vida de Lope de Vega o Quevedo para traerlos a su libro.

-Hay que desvestir a los santos y deshumanizarlos. Ves la vida de Lope, que tuvo muchas novias, se hizo sacerdote con 50 años y luego siguió teniéndolas. Soy cotilla, me gusta saber detalles. La vida del autor puede no tener mucha importancia, pero te hace la obra más cercana, más tentadora.