Marta Etura: «Lo que te hace sufrir también te hace más fuerte»

CULTURA

Rubén Vega

La actriz vuelve al Norte con «El guardián invisible», en la piel de la inspectora Amaia Salazar. «Muchas veces he querido ser el personaje del chico», confiesa

04 mar 2017 . Actualizado a las 20:30 h.

Es inquieta, inconformista y le gusta viajar, «no esperar a que las cosas vengan, sino trabajar por ellas. Porque la vida se entrega cuando quiere», dice Marta Etura (San Sebastián, 1978). No cree en príncipes azules ni en la pareja perfecta, pero se siente «en un estado de máxima felicidad» aceptando la realidad con sus defectos. En la vida acaba de estrenarse hace un mes como madre de una niña. En el cine es Amaia Salazar, la inspectora de homicidios de El guardián invisible, que llevó al top de ventas a la autora Dolores Redondo. ¿Mejor el libro o la película? «Perdemos si nos ponemos a comparar. Hay que abrirse a descubrir». ¿Pero el guion es fiel o reescribe la historia? «En esencia, la película es fiel, pero el lenguaje cinematográfico no es igual que el literario. En la película tienes dos horas para contarlo todo, debes ahorrarte muchos detalles. Creo que hay que evitar la comparación. El nombre de la rosa es una maravilla como libro y como película, ¿no?».

-¿Cómo ha sido convertirte en la inspectora de homicidios Amaia Salazar?

-Una gozada. Amaia tiene una dualidad muy interesante: fragilidad y fortaleza. Es una tía fuerte porque debe serlo por su profesión. Es la única mujer en un entorno hostil, solo de hombres, una chica joven muy preparada que no es bien aceptada por algunos compañeros.

-Lleva la marca del dolor en la infancia. ¿Tan decisivos son los primeros años?

-No quiero descubrir mucho... pero el que se haya leído la novela sabe que tiene un pasado terrible, porque cuando los que te tienen que querer no lo hacen, no te cuidan, se abre una herida grande que hace que emocionalmente muestres fragilidad. En el trabajo Amaia es de una manera, pero cuando llega a casa vemos cómo se despoja de la coraza para mostrar su lado más vulnerable. Creo que la familia nos marca en la infancia y a la hora de entablar nuestras relaciones afectivas.

-El valle del Baztán tiene un peso grande en la historia. Sin él, sería otra.

-El paisaje es un personaje más. El valle del Baztán, nublado, lluvioso, gris. Ese bosque, esa atmósfera, condicionan mucho la historia. La gente del Norte entendemos lo que sugiere...

-«I love cloudy days», declaras en Instagram. ¿Prefieres las nubes al sol?

-Me gusta el sol, pero también los días nublados. Será que soy del Norte.

-Fuiste Dulcinea, y nos conquistaste en «Azuloscurocasinegro». ¿Cómo te ves mirando atrás, con qué te quedas?

-Con casi todo. Amo profundamente lo que hago, tengo esta suerte. Miro atrás, me veo con veintipocos y... es un recuerdo maravilloso. Deseas ser actriz y de pronto te sale una película con Verónica Forqué y con Giménez Cacho, con Joaquín Oristrell. Tenía 21 años y fue un regalo. Como lo fue trabajar con Manuel Gutiérrez Aragón en La vida que te espera, tres meses en el valle del Pas con gente a la que quiero muchísimo. O La vida de nadie. Y de repente, AzulOscuroCasiNegro.

-Qué «feeling» con Quim Gutiérrez en «AzulOscuro». Repetisteis en «Sexo fácil, películas tristes». ¿Hay química?

-Recuerdo la primera vez que nos vimos, en AzulOscuro. Nos conocimos en la prueba. Él era superjovencito, yo también pero él más. Conectamos superbién. Es... no sé, como cuando te encuentras con alguien con quien te entiendes. Es un tío con una sensibilidad poco común.

-Una sorpresa oír que no te gustan las comedias románticas. ¿Por qué?

-No me gustan las comedias románticas norteamericanas de los últimos años, que son, o las veo yo, muy facilonas. Me gustan las de la época dorada de Hollywood o a las de los años 80 o 90, como Cuando Harry encontró a Sally.

-Empezaste a ser actriz cuando...

-No recuerdo haber tomado la decisión. Era un deseo. Un sentimiento. Como a casi todos los niños, a mí me gustaba disfrazarme, jugar a ser un pirata... Después quieres ser Jack Sparrow y dedicarte a vivir otras vidas.

-¿Son mejores, en general, los papeles masculinos?

-Lo que siento es que aún a día de hoy la mayoría de los guiones que llegan están contados desde una mirada masculina, la mayoría de los guionistas y los directores son hombres y suelen estar más cómodos trabajando en esa visión. A veces he leído historias y he dicho: «Jo, quiero ser el personaje del chico». Porque la chica era «la novia de», un personaje escrito en función del protagonista, masculino. Pero no siempre es así. Ahí están Woody Allen... O Lorca. En la dramaturgia los personajes femeninos son igual o más interesantes que los masculinos, basta leer a Shakespeare. La dramaturgia está basada en la vida, protagonizada por hombres y por mujeres, pero la industria está sobre todo en manos de los hombres.

-La alfombra roja es...

-Una pequeñísima parte del mundo del cine. Si hablamos de porcentajes, sería solo un 2 %, la parte que te corresponde de hacer la presentación al público de un trabajo que ya has hecho.

-No crees en los príncipes azules ni en las parejas perfectas. ¿La realidad es otra cosa?

-Sí. Claro. Fue algo que creo que dije en la presentación del espectáculo de danza Return, sobre cómo se ha ido alimentando un ideal romántico que no tiene que ver con la realidad. Si en lugar de vendernos al príncipe azul nos dijesen: «Es mejor prepararse para aceptar la vida tal cual es, con sus claros y oscuros...».

-¿De los errores se aprende?

-De los errores es de lo que más se aprende. Las cosas que te hacen sufrir te hacen más fuerte. Muchas veces aprendemos a base de tortas, que no digo que sea la única forma de aprender.

-Tu ejemplo, Meryl Streep. Quédate con una sola película.

-¡No puedo! Es una actriz ejemplar, impecable, hacia la que siento una admiración enorme, absoluta. Me daría mucha pena quedarme solo con una película. Quizá... Los puentes de Madison.

-Acabas de ser madre. ¿Qué opinas de las declaraciones con que Samanta Villar ha desatado la polémica: «Tener hijos es perder calidad de vida»?

-Yo me siento muy feliz, pero cada uno tiene su vivencia de la maternidad y lo primero es respetarla.