Un «sembrado» Rodrigo Cuevas pone al nuevo FICX en su Camino de Baldosas Amarillas

J. C. G. GIJÓN

CULTURA

El músico y showman brilló en una sencilla gala en la que Verónica Forqué y Whit Stillman recogieron sus premios honoríficos y en el que la reivindicación de las mujeres de cine tuvo un peso especial

18 nov 2017 . Actualizado a las 10:09 h.

Solo Rodrigo Cuevas podía atreverse a hacer una versión de la más inolvidable canción de Judy Garland -y casi de la historia del cine- traspuesta a Asturias y con raitanes. Lo hizo. Se sentó en un rincón del escenario del teatro Jovellanos, enfiló la inconfundible melodía del tema central de El Mago de Oz, cambió el arcoiris por el arcu la vieya y puso así la nueva etapa del Festival Internacional de Cine de Gijón en su propio Camino de Baldosas Amarillas: un prometedor comienzo en la buena dirección para el periplo que renueva bajo la dirección de Alejandro Díaz Castaño un FICX tan veterano como para acumular ya 55 años, pero que quiere reafirmar su capacidad de reinventarse sin perder las esencias. Un Rodrigo Cuevas encantador, sembrado, pícaro y delicioso, sin madreñes, enfundado en falda de tablas y escoltado por la competencia y la solidez de la periodista Sonia Avellaneda se ha convertido en el protagonista casi absoluto de una gala inaugural fresca y sencilla, sin trampantojos ni complicaciones, pero que el público disfrutó de lo lindo.

Solo Verónica Forqué, merecedora del Premio Nacho Martínez de este año, ha hecho sombra al reinventor de la asturianada por los caminos del glam y a su desternillante guión sobre El Toro Barroso que fue lo mejor de la noche. La actriz subió al escenario para recoger del artista Jaime Herrero el trofeo que él mismo creó para recordar cada año al actor ovetense, y allí proclamó -por cuadruplicado- lo mucho que llegó a querer a aquel actor «guapo y de voz maravillosa» al que arropó en su debut teatral en Madrid con María la Mosca. «Lo quería mucho pero no fui correspondida. Lo que yo quería, no», ha confesado una divertida Forqué que ha evocado lo felices que fueron y lo mucho que el asturiano la hizo reír. «Nacho, échanos una mano desde donde estés», ha invocado al final de su intervención la premiada, que se llevó varias calurosas ovaciones del público.

Tampoco ha salido mal servida de aplausos la actriz Andrea Jaurrieta, que ha aprovechado su presencia en el escenario como miembro del Jurado Internacional para lanzar una poderosa reivindicación del papel de las mujeres en el cine como «cineasta feminista». Una proclama que cuadra estupendamente en un certamen que se ha ocupado de programar cine de mujeres hasta llegar casi hasta la paridad. Se quejó de la escasez de personajes femeninos -«solo un 18 o un 20 por ciento, y qué personajes»- y ha recordado «lo que cuesta a estas mujeres» -las cineastas entre el público- conseguir trabajo y dignidad. «Hasta que no estemos representadas, nuestro cine quedará un poquito cojo», lamentó antes de desear «un atracón de buen cine»: el que ha empezado inmediatamente después de la gala con El futuro que viene, de Constanza Novick, en Sección Oficial y fuera de concurso. Ha sido la primera de 117. Otra mujer, la asturiana Elisa Cepedal, que tambien ha subido al escenario, tendrá su propia retrospectiva en Gijón.

Igualmente divertido y hasta socarrón ha estado otro de los cineastas del jurado internacional, el norteamericano Whit Stillman, que recogió el Premio de Honor del FICX y que formará parte de su jurado internacional. En perfecto castellano, el autor de Last Days of Disco y Amor y amistad bromeó con un Premio de Honor que le impedirá rodar «cosas turbias» a partir de ahora. Además,