¡Sí, señor, esa soy yo!

CULTURA

Superados los 70 años, la niña más fuerte del mundo brilla como nunca. Si el sello Kalandraka agotó ejemplares de «Pippi Mediaslongas», Blackie ha reunido en un libro todas las historias. Los niños necesitan más verano a monte con esta rebelde de pies a cabeza, trenzas como palos y un lema: «No te preocupes por mí, sé cuidarme solita»

16 jul 2018 . Actualizado a las 11:14 h.

Pippi Calzaslargas ha vuelto (ou volveu, que fala galego!) si es que alguna vez se fue de ese hogar caótico y genial en un jardín abandonado en los confines de una pequeña ciudad al que muchos entramos por primera vez cruzando el cristal de la tele en los ochenta. Pippi, que llegó a España en el 74, era la alternativa a Candy Candy, a los veranos de caligrafía y los manuales de pauta y canutillo de la buena educación, que suspende a los niños desmadrados. Aún hoy se nos escapa su canción: «Vamos a jugar a mi casa, que es todo un castillo, vais a conocer mi pequeño mono Mister Nilsson...». Mister Nilsson es el Señor Nelson en la edición que ha lanzado Blackie Books, que lleva a «Villamangaporhombro» y recuerda que no fue hasta el estreno de la serie de televisión que Pippi se abrió paso en millones de hogares de todo el mundo. Superados los 70 años, esa niña libre, valiente, freak, disparatada, independiente, justiciera y generosa que aprendía sobre el terreno del mundo, está en el top de las más fuertes, de los personajes de ficción universales, sin fecha de caducidad. Hoy, como un desafío a la autoridad sin argumento o juicio, y un remedio de ficción efectivo para las consecuencias de la hiperpaternidad. A Pippi nadie la persigue bocata en mano ni le lleva la agenda ni le ayuda con los deberes. Ni le cuenta cuentos para dormir. Ella misma se canta una nana para llevarse hacia el sueño... «No te preocupes por mí, sé cuidarme solita» es el lema de esta huérfana de nariz de patata, trenzas como palos y zapatos el doble del tamaño que sus pies. «¿El hombre más fuerte del mundo? No me da miedo. Yo soy la niña más fuerte». Hoy como nunca, hay que seguir a Pippi Långstrump. Aplicarse el cuento de la seguridad, la confianza y la fortaleza de una frente a la inercia.

Pippi salió de la manga de la imaginación de Astrid Lindgren (Vimmerby, Suecia, 1907, 2002) para distraer a su hija aquejada de pulmonía. «Cuéntame algo de una niña que se llame Pippilotta Viktualia Rullgardina Krusmynta (lo que traducido vendría a ser algo como ‘Pippilota Delicatessen Persiana Hierbabuena’», le dijo a Lindgren su hija, Karin, durante sus días de convalecencia en 1941, leemos en la última, y polémica, edición de Blackie. Y así nació la huérfana «encuentracosas» que vive sola, campando a sus anchas por el paraíso, entero por explorar y con riesgos y sombras, de la infancia.

En el 45, las historias de Pippi fueron recopiladas y publicadas en Suecia, pero el libro dio su guerra. Fue censurado en varios países, entre otros España, por considerarse a Pippilotta un mal ejemplo, contrario a los estándares pedagógicos del momento. El prestigioso premio Hans Christian Andersen en el 58 a Lindgren no mejoró la acogida de Pippi entre los valedores de la rectitud educativa, pero no hubo vuelta atrás tras el éxito televisivo de nuestra Pippilotta.

A SUECA MÁIS GALEGA

Pippi xa fala galego! Gracias a Kalandraka, que ha tocado el cielo con su apuesta por este clásico, una idea del traductor, David Álvarez, que vivió años en Suecia. «Pippi é un clásico necesario. Ofrecer a oportunidade de que se puidese ler en galego era un acto de xustiza», afirma Paz Castro, de Kalandraka. Siguiendo a Mediaslongas entramos en Vilapenela, «nas aforas dunha pequena vila, [nun] eido abandonado». «Vilapenela foi un invento, co que quixen reproducir o son divertido do topónimo orixinal», dice a Fugas el traductor, David Álvarez, que apunta que en breve, posiblemente este otoño, tendremos nueva entrega de las aventuras de Pippi, y una tercera el año que viene en Kalandraka. ¿Por qué leer hoy a Pippi? «Pola súa liberdade e a súa capacidade para fabular. E o desafío de Pippi é claro! É un símbolo de empoderamento da figura feminina», subraya David Álvarez.

Este verano, a curarnos espantos muy adultos a Mangaporhombro. O a Vilapenela, más fiel al sonido y al espíritu de juego de la Pippi original.