El «Nautilus» de carretera

CULTURA

Bajo una lluvia intensa y casi volando por las húmedas calles de la Venecia del siglo XVIII, así es como todavía pervive ?después de 15 años? en la retina de muchos aficionados a las cuatro ruedas una de las escenas icónicas de la película «La Liga de los Hombres Extraordinarios», donde este peculiar vehículo del capitán Nemo se convertía en un codiciado objeto de coleccionista.

12 dic 2018 . Actualizado a las 01:29 h.

Si combinásemos en la misma película a Sean Connery, una historia atemporal y una mezcla de personajes de ficción de la talla del capitán Nemo, Tom Sawyer o el hombre invisible, cualquiera diría que son los ingredientes de un éxito seguro de taquilla; sin embargo este filme, estrenado en el 2003, fue un fracaso de público. Ni siquiera el tirón del ex agente 007 pudo darle superpoderes a esta adaptación del cómic de 1999 de Alan Moore The League of Extraordinary Gentlemen. Con estética retrofuturista, que nace ya en tiempos Julio Verne con sus 20.000 leguas de viaje submarino. Sin embargo esta película no acabó de cuajar del todo en la gran pantalla. Solo este vehículo, según algunos expertos, se salvó de la quema.

Creado por Carol Spier, la diseñadora de producción del filme, quien sacó de su chistera un híbrido entre un Duesenberg descapotable de los años 30 y un candelabro hindú ?incluso lo dotó de seis ejes?, ha logrado mantenerse en la memoria de muchos. Desde el punto de vista legal, su diseño no pasaría ni el primer punto en materia de seguridad para peatones, pero no se le puede quitar valor como ejercicio de diseño. Este atrezzo carrozado fue el protagonista de la escena a toda velocidad y llena de obstáculos por las calles de una Venecia atemporal de estilo victoriano. Casi sin quererlo, se convirtió en una de las escenas mas icónicas de la película.

Se construyeron dos unidades a tamaño real para el rodaje, pero solo una con motor. La segunda unidad era decorativa, con andamiaje interno, ya que solo se empleó para escenas en primer plano de los actores. Como base, en la unidad principal se reutilizó el chasis de un Land Rover con doble eje trasero, modelo de los años 90 construido exclusivamente para unidades antiincendios. Como propulsor se utilizó un motor del Rover de 8 cilindros en posición V, que le da un sonido grave y ronroneante tan característico. En cuando a la carrocería, fue construida en fibra de vidrio de color marfil y con un ligero craquelado o agrietado, de estilo victoriano. Además se le añadieron bajorrelieves de inspiración hindú basados en el dios Ganhesa, con motivos de animales y flores y todo bajo un efecto plateado envejecido.

A diferencia del submarino Nautilus que aparece en la película, que por supuesto es ficticio, creado por ordenador, el auto es completamente real y funcional. A pesar de su aspecto pesado es más manejable de lo que parece, aunque no podemos olvidar sus colosales medidas, casi 7 metros de largo y casi 3 de ancho. En carretera puede llegar hasta los 130 km/h, aunque obviamente no está legalizado para poder circular. El estado actual es bueno, aunque presenta ciertas marcas, al ser reparado en varias ocasiones debido a pequeños toques durante el rodaje.

Subastado en el 2015

Tras la película, en el 2003 fue comprado por Stephan Lane, empresario y fundador de la empresa Prop Store, una especie de museo dedicado a accesorios y vestuarios de películas, asociada a compañías como Disney, 20th Century Fox, Warner Bros o Netflix. Entre otros objetivos, esta empresa ayuda a los estudios de cine a maximizar los ingresos post película, por lo que todos estos objetos tienen, a su parecer, un período útil determinado.

Durante 12 años este Nautilus car, como algunos también lo denominan, se expuso en este museo hasta que se decide sacarlo a subasta en el 2015. Su actual dueño pagó en ese momento casi 45.000 euros. Hoy, seguro que su valor ya ha subido unos miles.

Una réplica en eBay

Lo que nadie podría figurarse es que a este singular auto le saliese un competidor gemelo. Ni corto ni perezoso Ken Freeman, un mecánico y fabricante de vehículos personalizados de Carolina del Norte, en EE.UU., además de entusiasta sin límites de este singular diseño, decidió en el 2011 construir su propia réplica del coche de Nemo. Necesitó casi cinco años y 6.500 horas para realizar su copia. A diferencia del original, tomó como base dos Cadillac Fleetwood de 1979, de los que unió ambos chasis. El resultado final es idéntico en cuanto a forma, sin embargo en las decoraciones su constructor se ha tomado algunas mínimas licencias. Realizó cada figura de la decoración en arcilla para luego crear moldes e inyectar en estos resina alumínica de la que está compuesta toda la decoración. A pesar de sacarlo a la venta en eBay en el 2015 por 60.000 euros, este Spirit of Nemo, como así lo llamó, no obtuvo comprador por lo que su dueño optó por retirarlo. Hoy en día sigue sin estar en venta.