Carlos Zanón: «Carvalho es un apátrida que no se reconoce en ninguna bandera»

CULTURA

Enric Fontcuberta | efe

El autor de novela negra rescata al célebre detective creado por Vázquez Montalbán y lo sitúa en la Barcelona del «procés»

14 feb 2019 . Actualizado a las 18:54 h.

Quince años después de la muerte de Manuel Vázquez Montalbán en el aeropuerto de Bangkok, Carlos Zanón (Barcelona, 1966), poeta y autor de novelas negras como Yo fui Johnny Thunders y Taxi, ha asumido el reto de resucitar a su famoso detective Pepe Carvalho. El resultado es Problemas de identidad (Planeta). «El Carvalho de mi novela es leal, tierno, desesperado y lúcido y se enamora por tercera vez», adelanta.

-¿Por qué aceptó el reto de resucitar a Carvalho?

-Por dos motivos, el emocional, porque recordaba que cuando era adolescente los amigos me dejaban sus libros en el instituto, y no tenías la sensación de que estabas leyendo literatura, era lo que llamamos cultura popular, como los cómics o los discos. Y luego porque era un reto, una oportunidad de hacer algo que nadie había hecho hasta ahora, un policial con un personaje muy icónico. Era una forma de meterme en un fregado, porque la apuesta tenía sus riesgos.

-¿Su estilo es parecido al de Vázquez Montalbán?

-Hay una parte que compartimos, los dos somos poetas. Eso hace que haya una manera de trabajar el lenguaje que podría ser comparable. Los dos provenimos del mismo ecosistema barcelonés, con un sentido del humor particular. Pero hay diferencias en cómo escribimos. Yo me reconozco más en la tradición de Marsé o de Casavella que en la suya.

-¿Se ha adaptado al estilo de Montalbán para escribir esta novela o se mantuvo fiel al suyo?

-Me ha mantenido fiel a mi estilo. Lo que he hecho es escribir un libro con Carvalho como protagonista, pero en ningún momento he querido ni he sabido ni he podido escribir como lo hubiera hecho Vázquez Montalbán. Me ayudó mucho que la novela esté narrada en primera persona y no en tercera, como los libros anteriores. Me permitió jugar más con el personaje y darle otro tono. He hecho una relectura del personaje, no he intentado ni imitarlo ni clonarlo ni pensar cómo sería ahora, sino tomar algunos rasgos y meterlos en un personaje nuevo que tenía la fortuna de hablar en primera persona.

-Es un Carvalho desesperado.

-Está enfermo y decide no ir al médico, se da cuenta de que está solo. Piensa que quizá si se hubiera protegido menos habría tenido otra vida. En un momento decide quitarse las corazas a nivel emocional y médico, como si estuviera buscando que le mataran. Es como un vampiro que está esperando que le claven la estaca.

-¿Qué diferencias hay entre su Carvalho y el anterior?

-El mío es más emocional, más torturado, no se protege tanto, es más vulnerable y accesible. Eso lo da la primera persona, que permite trasladar sus sentimientos.

-La novela se sitúa en el 2017 en pleno «procés». ¿Qué piensa Carvalho de lo que está pasando?

-Carvalho es un apátrida, no es un patriota en ningún sentido, no se reconoce en ninguna bandera. El conflicto en Cataluña y el procés es un problema identitario de banderas y de patrias, y Carvalho se siente como una isla.

-¿Cómo ve Carvalho esa Barcelona el 2017, que no es la de sus anteriores novelas?

-Intenté que no fuera excesivamente nostálgico, en el sentido de que las ciudades son entes vivos y no es que la ciudad haya cambiado a peor, sino que nosotros envejecemos y estamos en un mundo que nos va dejando de pertenecer. Él lo vive como una Barcelona en la que siguen pasando cosas, con gente interesante y cosas que decir. Creo que le haría gracia que la alcaldesa de Barcelona fuera una persona que empezó en grupos antisistema y se vestía de superhéroe. Hay cosas que le molestarían, como esa Barcelona escaparate para turistas.

-¿Se ha leído las 23 novelas de Carvalho para documentarse?

-Yo maté a Kennedy (1972) la leí en su día, pero no la he releído, y la última, Milenio (2004), no la he leído. Las demás sí, cronológicamente; he hecho los deberes. La primera no la releí porque no me iba a ayudar a pillar el tono de Carvalho; y la última, porque es una especie de testamento y me daba miedo de que me cerrara alguna puerta.

-¿Un fan de Carvalho sabría que esta novela no es de Montalbán?

-Sí. Notaría que es otro Carvalho, escrito de otra manera pero que recuerda a aquel Carvalho. Esa es la dificultad y ahí está el ser o no ser de la novela.

«Los héroes pueden ser contradictorios e injustos»

«Hay un par de referencias para rendir homenaje al origen gallego de Carvalho. Al principio, cuando está con unos matones en Madrid les habla en gallego y ellos piensan que es en catalán. Y hay un recuerdo de infancia, un consejo que le dio su madre: ‘‘para rezar y parar pecar hay que cerrar la puerta por dentro’’», anota Zanón.

-¿Tiene su Carvalho problemas de identidad?

-Sí, en el sentido de que en su vida se ha protegido demasiado y por eso está solo. También hay un juego con los problemas de identidad del personaje y el autor. Y los míos al escribir un libro con un personaje de otro autor. Además, es un guiño a un país en el que estamos todo el día preguntándonos quiénes somos.

-¿Se puede decir que un toque suyo es que ahonda en el submundo de los perdedores?

-Es un mundo que puedo entender, que no aparece en las televisiones, gente que vive el presente inmediato. Es una manera de contar las mismas cosas de siempre, pero desde otro punto de vista.

-Carvalho sigue cocinando, pero no puede comerse lo que hace.

-Está enfermo y tiene problemas con las digestiones, pero sigue cocinando aunque sea para la basura. También va a bares chinos para comer unas buenas tapas porque en Barcelona nos hemos puesto tan estupendos que para tomar unas bravas te piden el pedigrí en algunos restaurantes.

-Y mete a su inseparable Biscuter en «MasterChef».

-Me servía para que el personaje le plantara cara a Carvalho. Para este, es un concurso que juega mucho con el exhibicionismo, con una cierta pornografía emocional, y la competitividad, mientras Biscuter lo ve como algo lúdico.

-Carvalho cada vez le trata peor.

-Porque está enfermo. Me gustaba mostrar que los héroes pueden ser contradictorios e injustos.

-¿Por qué sitúas el otro escenario de la novela en Madrid?

-Por un lado, porque en ese momento político todo pasaba en Madrid. También quería ver si podía escribir de otra ciudad sin que pareciera de cartón piedra.

-La novela negra ha pasado de ser considerada subcultura a tener un gran prestigio. ¿Por qué?

-Por varios factores. Ha habido buenos autores que la popularizaron. El formato es apto para explicar cualquier tipo de historia. La novela negra es la novela costumbrista de hoy, para saber cómo viven en Oslo, Madrid o Detroit.