Metrópoli, superhéroes en armonía

CULTURA

Los invitados a Metrópoli posan durante el acto inaugural
Los invitados a Metrópoli posan durante el acto inaugural Marlén Fueyo

El festival reúne a multitud de aficionados a todo tipo de sagas de cómic, cine y televisión, junto a algunos de los autores que le dan vida a esos mismos personajes fantásticos

05 jul 2019 . Actualizado a las 19:42 h.

Hay un lugar en el que ahora mismo es posible que se cruce una patrulla imperial de Star Wars con los Cazafantasmas, el Joker y su novia charlan con dos alumnos de Hogwarts o el Doctor Who apunta su destornillador sónico hacia el Delorean de su homólogo Doc.

Es lugar es Metrópoli, el festival que reúne en Gijón, por sexto año, a multitud de aficionados a todo tipo de series de cómic, cine y televisión, que toman en completa armonía el recinto ferial que convive con el estadio El Molinón en la ribera opuesta del río Piles. Muchos de ellos replican hasta el último detalle el aspecto de esas criaturas que han nacido entre unas viñetas de las que parecen haber salido para pasearse al calor cantábrico una vez se ha evaporado la amenaza de las tormentas de verano.

El paseo es una de las piezas fundamentales de esta Comic Con, que se completa con exposiciones, talleres y actividades, puestos comerciales y la presencia de algunos autores que le han dado vida a las criaturas fantásticas de las que hablan con el público y sacian su curiosidad. En esta edición se han dado cita veteranos de la industria norteamericana como Howard Chaykin y Alex Saviuk, la pareja profesional formada por Karl Kesel y Tom Grummet -responsables de Sección Cero- o nombres consolidados del panorama nacional: algunos trabajan para la otra orilla del Atlántico, como Ángel Unzueta y Javier Fernández, mientras que otros están más identificados con publicaciones autóctonas, como son los casos de Maikel o Carlos y Luis Fresno.

Son ellos los que desde este jueves y hasta el domingo mantienen encuentros con diversas generaciones de lectores, desde cincuentones que delatan sus lectoras de infancia y adolescencia con camisetas de Star Wars lavadas mil veces, hasta jóvenes que llevan su admiración por los personajes hasta la milimétrica artesanía del cosplay.

Chaykin, por ejemplo, explicó sus comienzos en la industria como asistente de Gil Kane, para quien trabajó un año coincidiendo con su mayoría de edad. Aunque confiesa no guardar un buen recuerdo de la experiencia, su nombre es bien conocido por los aficionados a Star Wars por ser el autor del primer cómic que adaptó la saga galáctica. Más decisiva para él fue su colaboración con Kane, de quien aprendió que era más importante trabajar las habilidades que el talento innato: Chaykin afirmó que había visto a genios de talento deslumbrante morir en la pobreza, una vez dilapidado su potencial, mientras que al lado de Kane se dio cuenta de que la ambición y el trabajo eran fundamentales. Otro de los argumentos de Chaykin sobre la anatomía de lo que convierte en grande un cómic es la importancia que concede al dibujo. En el equilibrio entre dibujante y guionista, el peso siempre recae en el primero, ya que, según él, el dibujo, si está bien hecho, ya es guión. 

Chaykin se muestra bastante crítico con aquellos fans que, pese a los años transcurridos desde aquellos años de la infancia en que descubrieron un universo fantástico, se siguen tomando literalmente aquellas historias y personajes. Brett Blevins, que ha dibujado todo tipo de héroes, desde Batman y Superman, a los X-Men o los Nuevos Mutantes, cree que existe un cierto componente nostálgico con respecto a aquel tiempo, la niñez, en que estas creaciones pueden suponer un gran impacto. Él lo compara, en su experiencia, con La isla del tesoro. Y un impacto que puede ser mucho mayor si el medio son las viñetas y no fotogramas, ya que el dibujo ofrece otras posibilidades, más abiertas a las interpretaciones, plural, mientras que la gran pantalla se configura como una gran ventana, lo que hace diferente esa percepción visual.

En relación a superhéroes y otras criaturas fantásticas, Karl Kesel y Tom Grummet creen que de alguna forma pueden asumir roles que en otros tiempos ejercían los mitos o las leyendas. Investigando los temas que han dado lugar a Sección Cero, Kesel relata cómo se han encontrado con episodios que en esencia reflejan las mismas inquietudes, solo que en la Edad Media hablaban del otro mundo, por ejemplo, y en los años 50 del siglo pasado tomaban la forma de avistamientos de ovnis. Por su parte, Chaykin ve en estos personajes vehículos vacíos que esperan ser llenados con las ideas que quiere proyectar cada autor. Si no, no tiene sentido, afirma.

De la Tierra Media a Westeros

En paralelo a las charlas, Metrópoli mantiene abiertas varias exposiciones en línea con el espíritu del encuentro y los gustos de los asistentes. En diversos puntos del recinto se pueden distinguir algunos vehículos que el cine y la televisión han transformado en icónicos: el Delorean de Regreso a futuro, la furgoneta del Equipo A, El coche fantástico o el que trasladaba a los Cazafantasmas. Más estáticas son otras exposiciones, pero igual de frecuentadas. La dedicada a El señor de los anillos presenta figuras a tamaño real, como un uruk hai, junto a piezas claves del atrezo de la trilogía, desde los bastones de Gandalf o armamento. Igualmente ocurre con la muestra dedicada a Juego de tronos, donde las réplicas de espadas y las joyas atraen la atención de los visitantes.

Precisamente el cine y la televisión le disputan protagonismo al cómic: Richard Brake -el Rey de la Noche de Juego de tronos-, Jimmy Vee -el último R2D2 de Star Wars- y un histórico como Marc Synger -V- también se dan cita en Metrópoli.