Pearl Jam vuelve a emocionar como en los 90

CULTURA

Lucas Jackson

«Gigaton» rompe al fin el estado de inercia autocomplacencia consiguiendo lo que no lograban desde hace décadas

05 abr 2020 . Actualizado a las 10:17 h.

Poco sentido tiene poner en duda la valía o los méritos de un grupo como Pearl Jam a estas alturas de campeonato, siendo como son los grandes supervivientes de la generación grunge y habiéndose convertido en un clásico por derecho propio. Pero eso no quita que haya que reconocer que desde hace unos cuantos -muchos- años, el grupo entró en un estado de inercia autocomplaciente con el que mantenían el respeto de todos, pero también perdía el interés de muchos.

Tras más de siete años sin pasar por el estudio de grabación -aunque con un sinfín de directos editados de variado interés-, regresan con un nuevo disco titulado Gigaton en el que consiguen algo que no alcanzaban desde los noventa: emocionar.

El disco es como una enciclopedia resumida del rock, con temas potentes, de sonido pesado y contundente, medios tiempos en los que la voz de Eddie Vedder vuelve a sonar infinita, y canciones urgentes, rápidas y furiosas que se balancean entre el punk y el rock de garage. Es decir, que se trata de un disco de Pearl Jam en toda regla, como los de antaño, que bien podría situarse más al lado de sus primeros trabajos, sin alcanzar los niveles de perfección de Ten, Vs. o Vitalogy, pero desde luego infinitamente superior a Backspacer o Lightning Bolt.

Arranca el disco con la furibunda Who ever said, continúa con el puñetazo de punk clásico Superbold Wolfmoon, y sigue con la desconcertante Dance of the Claiboyants, un tema que sacaron como adelanto del disco y que puso en alerta a todos los fans con un ritmo cercano al funk que hacía sospechar que algo fuera de lo normal se venía encima. Un inicio de disco demoledor para cualquier discografía, no solo la de Pearl Jam, que justifica el elepé al completo por sí solo. El resto mantiene el tipo, con críticas duras y directas a la administración Bush coladas entre las letras y momentos especialmente épicos como los de Seven O'Clock o Retrograde, pepinazos de hard rock como Take the long way o momentos más íntimos como la muy americana Comes then goes.

En resumen, el mejor disco de Pearl Jam en años, que, esperemos, marque la tendencia del grupo a partir de ahora. Solo queda que pase el confinamiento, porque esto en directo tiene que sonar monumental.