La varita mágica de la editorial que ha vendido libros en plena pandemia

CULTURA

Lisbeth Salas

De la chistera del oficio nació el ingenio de Páginas de Espuma, que ha vendido casi 800 libros protegiendo a los libreros de cabecera.

04 may 2020 . Actualizado a las 14:43 h.

Imaginando, creando e intentando ser «todo lo optimistas que se puede ser» está el equipo de la editorial que ha vendido casi 800 libros en plena crisis del covid. Páginas de Espuma, que nació en 1999 para especializarse en el género del cuento, clásico y contemporáneo, se está adaptando con iniciativas «que están teniendo muy buena acogida», asegura su editor, Juan Casamayor. «Pero también, de puertas adentro, hay medidas difíciles, más duras», matiza. Los animo a curiosear en su web y sus redes sociales, quedarán atrapados en su Microantología para una cuarentena, en los encuentros de autores (Eloy Tizón, Andrés Neuman, Samanta Schweblin) y sentirán curiosidad por su curso exprés de edición, que va por la tercera edición.

 -¿Cómo se decidió a dar al lector la opción de convertirse en editor?

-Pensamos qué podíamos hacer para que el hambre del lector se uniera con la situación que afecta sobre todo a las librerías. Yo doy cursos de edición y dije: «¿Y si doy un curso de cinco horas, cinco días de la semana?». Como pago, pedimos que se comprasen tres libros en la librería independiente de proximidad. Los pedidos se gestionarán cuando vuelva cierta normalidad. ¡En tres días teníamos cien alumnos! Lancé el segundo y vamos por el tercero. Supone la venta de unos mil libros de Páginas de Espuma y el apoyo a las librerías. El punto más débil hoy son ellas. Hay que volcarse. Porque repercutirá en toda la cadena de valor del libro. Yo trabajo con Latinoamérica y, salvo Colombia y Chile, los demás distribuidores han cortado los pagos.

­-¿Qué responsabilidad y papel tenemos los lectores?

-El tejido del libro no va a desaparecer. El nuestro es un sector muy acostumbrado a la fragilidad. La cultura es la primera en enterarse de las crisis y la última en hacerlo de las bonanzas. En una crisis, los lectores son capaces de lo mejor. Si quieren tener su librería de cabecera, van a tener que esperar. Puedes ir leyendo parte de tu biblioteca como refugio y las novedades encargarlas a tu librería y pasado un tiempo las tendrás.

­-¿Cómo se venden 800 libros en esta situación?, ¿cuál ha sido el récord?

-Tenemos el caso de una chica entusiasta en Barcelona que ha comprado 17 libros. Y gente que ha adquirido libros pero no para hacer el curso de edición, sino para apoyar a las librerías y dejar su plaza disponible en el curso para aquel que no puede pagar los libros y quiere hacerlo.

-¿Qué libros venden hoy más?

-Las escritoras latinoamericanas, Samanta Schweblin, Mariana Enríquez, Socorro Venegas o María Fernanda Ampuero. Un bum. Otros, como Eloy tizón, también han vendido varias decenas de ejemplares. Agitación, de Jorge Freire, que enlaza con el principio de Pascal de que somos incapaces de quedarnos quietos a pensar en nuestro cuarto, lo han pedido mucho.

-¿Qué lecturas nos vienen mejor ahora?

-Hay un momento para ser ambicioso y entregarse a las lecturas que siempre quisimos hacer, como los cuentos completos de Chéjov o de Henry James. Quizá ahora disponemos del tiempo, pero no de la concentración, así que puedes preferir picotear, sin que suponga un esfuerzo intelectual prolongado. Es momento de volver a la relectura que dio placer. Depende de la psicología del lector, de si es capaz del proyecto ambicioso o le van los sorbos de lectura que le permiten crear un aislamiento dentro del aislamiento.

-Entre sus autores hay cierto aire de familia, siendo voces tan diferentes...

-Hay un aire de familia, que puede venir en parte del criterio de lector del editor. Pero hay una diversidad estética. Schweblin está en las antípodas de Tizón.

-¿Cuándo dice sí el editor?

-Cuando leo un manuscrito y me aprieta las entrañas más que una razón lógica, y me entran unas ganas tremendas de reunirme con la persona que ha escrito el texto y de debatir y dialogar con él.

-¿Es intervencionista?

-Sí, tengo asumido que el ejercicio del editor empieza desde la pasión lectora. El autor debe desconfiar de un editor que no le diga nada. Es mucho más difícil argumentar bien un sí que un no.