Marisol Schulz: «La huella del exilio español sigue siendo contundente en México»

CULTURA

La directora de la Feria Internacional del Libro (FIL), Marisol Schulz. La FIL ganó el premio Princesa de Asturias de Comunicación en 2020
La directora de la Feria Internacional del Libro (FIL), Marisol Schulz. La FIL ganó el premio Princesa de Asturias de Comunicación en 2020 Universidad de Guadalajara

La directora de la Feria Internacional de Libro de Guadalajara (México) habla en esta entrevista sobre la situación del mercado editorial y la cultura del español

12 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La Feria del Libro de Guadalajara (FIL) es el evento editorial en castellano más importante del mundo, y la segunda feria más grande tras la de Francfort. Este año ganó el premio Princesa de Asturias de Comuncación junto al Hay Festival.

-El nacimiento de la FIL en la Universidad de Guadalajara ya habla de un origen especial. Además de su tremendo volumen en todos los sentidos, ¿qué diferencia a la FIL de otras ferias del libro?

No creo exagerar si afirmo que prácticamente todos los días en alguna parte del mundo se organiza una feria del libro. Por supuesto, no me refiero solamente a las ferias de gran formato, las más célebres e internacionales, que convocan a miles y miles de personas, aquellas más mediáticas en las que se piensa de inmediato cuando se habla de ferias del libro, sino también en las más modestas que a partir de presupuestos muy bajos se organizan con perfiles y fines muy diversos, pero que tienen en la promoción y la circulación del libro y de las publicaciones impresas el eje de sus actividades.

Cada feria del libro tiene su particularidad. Hay ferias del libro dirigidas a la industria; es decir, donde participan exclusivamente profesionales de la cadena del libro, y que tienen un componente fundamentalmente de negocios, en las cuales no hay venta directa de libros. Hay ferias del libro temáticas, o dirigidas a un segmento en particular (por ejemplo, ferias del libro infantil y juvenil). Hay otras que son ferias del libro dedicadas en exclusiva al gran público, donde lo que se privilegia es precisamente la venta de libros acompañada de la presencia de autores, ya sea a través de charlas, firmas de libro, presentaciones editoriales y un programa literario. La nuestra desde sus inicios ha sido una feria mixta, con un fuerte componente de negocios, ya que tres días la dedicamos a los profesionales del libro, pero es al mismo tiempo un gran festival literario, editorial y de las ideas dirigido a todos los públicos, incluido el infantil. A la par, celebramos un gran festival cultural que ocurre en distintos puntos de la ciudad de Guadalajara, la segunda ciudad más importante del país. Por esto, podríamos decir que es una feria de ferias, pues en los nueve días de duración se dan cabida todos los temas y se ha vuelto el punto de encuentro por excelencia de la industria del libro en español.

-¿Diría que la lectura goza de buena salud? Algunos dieron por muerto el libro con la llegada de internet y las redes sociales…

La lectura goza de excelente salud en todos sus formatos, impresos o electrónicos, que conviven desde hace mucho tiempo, cuando se pronosticaba que el libro impreso iba a fenecer, lo que evidentemente no ha ocurrido. La situación que se vive en estos momentos de confinamiento en muchos países ha vuelto los ojos nuevamente a la lectura y su importancia.

-La comunicación es ahora mucho más accesible que hace dos décadas, pero el género epistolar se ha reducido a unas pocas palabras. O quizá a muchas, pero en fragmentos pequeños e inmediatos, como microconversaciones. ¿Afecta esto a la literatura y, en definitiva, a nuestra forma de ver el mundo?

Efectivamente, la comunicación ha dado unos giros impensables para las generaciones anteriores y la forma de comunicarnos se ha diversificado de tal manera que se puede hablar de las microconversaciones que usted comenta. Quizás hay más formas de comunicarnos pero no necesariamente mejores, pues si se piensa en el género epistolar no se puede comparar literariamente con la comunicación a través del correo electrónico ni mucho menos de los mensajes instantáneos que aunque son eficaces carecen de calidad. Baste con ver la cantidad de faltas de ortografía y gramaticales que se encuentran en las todas las redes sociales.

Al respecto, siempre he tenido en mente el brillante ensayo de Pedro Salinas, el gran poeta español, quien en su obra El defensor señala: «La lengua es siempre una potencia vinculadora, pero su energía vinculatoria está en razón directa de lo bien que se hable, de la capacidad del hablante para poner en palabras propias su pensamiento y sus afectos. Sólo cuando se agota la esperanza en el poder susasorio del habla, en su fuerza de convencimiento, rebrillan las armas y se inicia la violencia».

-¿Cree que el inglés sigue siendo un idioma hegemónico en la literatura y, en general, en el mercado editorial? ¿Es ésta una cuestión política, económica, cultural…?

Definitivamente el inglés sigue siendo la lingua franca en muchos ámbitos, y el editorial no es la excepción. No es algo reciente, e involucra muchos aspectos que pasan por lo cultural pero que tienen mayor peso en lo económico. Las grandes negociaciones del mundo del libro (compra de derechos de traducción, distribución de títulos de manera internacional e incluso impresión contratada sobretodo en países asiáticos) se hacen en inglés, lo que resulta práctico y conveniente.

-¿Entonces, qué presente y qué futuro tiene el español como vehículo de cultura en el mundo?

El español es el segundo idioma más hablado en el mundo después del mandarín, y el idioma más disperso en el mundo, pues 21 países lo tienen como lengua oficial. Eso sin contar que en países como Estados Unidos es el segundo idioma y en muchos condados el idioma más hablado por los cientos de miles de hispanos que habitan en la unión americana.  En ese sentido, el español no solo está vigente sino que cobra mayor fuerza día con día, con todos sus matices y su diversidad.

-¿Existe un muro cultural entre oriente y occidente, una nueva guerra fría de las letras? ¿Por qué entre China, India e Indonesia, por ejemplo, vive una población de 3.000 millones de habitantes y sin embargo su presencia en nuestras librerías (al menos en España) es testimonial?

Ese muro no solo ocurre entre oriente y occidente sino también, lo que es muy triste, entre los propios países iberoamericanos, pues por lo general son muy pocos los autores de un país que se conocen en todo nuestro ámbito lingüístico. Hay quien dice con sorna que viajan más los autores que sus libros, lo que en 2020 no ha sido posible, por razones obvias.

-Argentina y, tal vez en mayor medida, México fueron la reserva cultural del mercado editorial en español cuando la Guerra Civil devastó España. ¿Qué supuso esa responsabilidad y qué herencia dejó?

Hablo con conocimiento de causa del caso mexicano. México abrió sus puertas al exilio republicano, y entre los miles de refugiados se contaron grandes escritores e intelectuales, cuya huella aún se deja sentir de manera contundente en muy distintos ámbitos de las humanidades y las ciencias, pues entre otros fueron quienes fundaron instituciones clave para el desarrollo intelectual de México. Muchas de las editoriales emblemáticas fueron fundadas precisamente por refugiados españoles, quienes se dieron a la tarea de publicar obras que en la España franquista estaban prohibidas o censuradas.

-Dice el acta del Premio Princesa de Comunicación y Humanidades, que la FIL de Guadalajara comparte con el Hay Festival este año, que ustedes representan «un fenómeno literario universal». ¿Cómo se gestiona el tremendo éxito de los nueve días de la feria, con unas altas expectativas que crecen cada año?

Es un trabajo en equipo en el que no solo participa el Comité organizador de la FIL -más de 40 personas que trabajamos a lo largo del año—sino también muchos otros sectores de la Universidad de Guadalajara, así como muchos aliados, como los editores que año con año trabajan para presentar lo mejor de sus novedades editoriales en la FIL. El equipo que me honro en dirigir es un equipo profesional y muy comprometido, que trabaja con un calendario muy anticipado para lograr que en cada noviembre tengamos más de 2.000 actividades durante los nueve días de duración de nuestra feria.

 -¿De qué está más satisfecha en estos años de su gestión?

Antes que nada me siento muy orgullosa de mi equipo y de que en estos siete años se haya logrado una verdadera internacionalización de la FIL, no solo por la diversidad de los invitados de honor sino también por la presencia de autores y profesionales del libro provenientes de 48 países. También creo que le hemos apostado a la diversificación y a estar pendientes en los cambios en el consumo cultural. Todo ello aunado a un número muy significativo de asistentes y a un índice de satisfacción que hace que quienes hayan visitado la feria quieran regresar al año siguiente. Cada año la feria se reinventa, lo que no es una tarea nada sencilla.

-Y para el futuro, desearía…

Desearía volver a una verdadera normalidad, que la feria se siga reinventando con las características que la han hecho única, que en entre otras cosas son el elemento festivo y hospitalario de nuestra población. Y desearía poder abrazar a todos los que nos acompañan cada año en esta gran familia llamada FIL Guadalajara.