Rubén Juste, sociólogo: «Las mujeres tienen la llave para salir de esta crisis»

CULTURA

«El espíritu de Silicon Valley nos domina por completo», advierte el autor del superventas «IBEX 35», que define a la nueva clase dominante, «gente muy vinculada a las nuevas tecnologías y a los fondos de inversión». La amenaza es un mundo como «Westworld», apunta. ¿Hay alternativa?

25 ene 2021 . Actualizado a las 20:50 h.

El covid ha sacado a relucir el «verdadero bienestar», un bienestar que sabe qué es lo esencial, afirma el sociólogo y consultor político Rubén Juste, autor del bestseller Ibex 35. Algunos políticos y empresarios empezaron a vender un estado de bienestar futuro «más allá de las instituciones conocidas», del que hay ecos en Westworld, apunta, ese parque de atracciones tecnológico que recrea HBO. «Nada es lo que aparenta en el mundo virtual -advierte el experto-. Vivimos una transición digital, que se abre paso en el ocio y el ámbito laboral en un país que se sitúa entre los primeros con mayor número de trabajos susceptibles de ser sustituidos por robots». El poder ha mutado. Los gigantes son y serán las grandes tecnológicas, la «nueva clase dominante» de la que habla Rubén Juste. «El mundo se debate entre Investworld y las unidades de cuidados intensivos», subraya el autor de La nueva clase dominante. Él acerca la realidad a través de ficciones como Matrix.

-¿Quién tendrá el poder, qué perfil tiene esa nueva clase dominante?

-Es gente muy preparada, muy vinculada a las nuevas tecnologías y a los fondos de inversión.

-¿En qué se diferencian los nuevos de los antiguos poderosos?

-No están tan vinculados al Estado, a las instituciones tradicionales: los partidos, las grandes empresas y organizaciones que han dominado hasta ahora el ecosistema de nuestra vida social. El espíritu de Silicon Valley nos dominará por completo.

«Bezos es el gran triunfador de esta crisis. Nunca Amazon fue tan útil»

-¿Será Bezos el dueño del mundo?

-Sí, es el gran triunfador de esta crisis, un hombre que controla prácticamente el mercado, y se sustenta en este dominio como arma de presión. Nunca un pedido de Amazon fue tan útil y necesario como durante el confinamiento. Se ve también en Galicia... Todos lo hemos visto con Google. Se cae Google, se cae el mundo. Es el arma de dominio, el control total del mercado.

-Se ha bautizado a Amazon como «la nueva Cruz Roja», lo que encierra una contradicción, ¿no?

-Claro, ¡piensa que Amazon se ha convertido en la mayor farmacéutica! ¿Qué papel tienen ahí las pequeñas para negociar, precios y qué papel tiene el consumidor como beneficiario de un sistema que ejerce un monopolio pero con funcionalidad pública. Porque a todos nos interesa, por ejemplo en el caso de las medicinas, recibirlas satisfactoriamente, en un tiempo y sobre todo a un precio. Amazon explica el nuevo modelo. Vivimos un cambio de época.

-Pero no como en la Transición...

-Todo el mundo tiene en la cabeza lo que sucedió en los 80 en nuestro país, cuando cambió la gran industria, y políticamente muchas cosas. Eso tuvo que ver con unos actores, que eran los bancos de inversión, que de repente se dedicaron a actuar de cara a las reconversiones industriales, privatizaciones masivas, que reconfiguraron Europa. Hoy vemos algo similar, pero mucho más acelerado.

«El proceso digital trae una serie de monopolios que van a transformar nuestra vida cotidiana»

-¿Cuál es la mayor diferencia?

-Todo este proceso de digitalización, que detrás lo que trae es un sistema de monopolios que va a transformar nuestra vida cotidiana.

-¿En qué lo notaremos más?

-El móvil determina ya nuestras relaciones. Si hasta ahora vivimos un proceso de transformación impulsado por empresas como Google o Amazon, que venían controlando amplias áreas de nuestro día a día (trabajo, ocio, intercambio de comunicación, las relaciones...), esta crisis ha acelerado el proceso y ahora lo vamos a ver con conflicto. Porque los Estados se han dado de cuenta de que los están sustituyendo. En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, que determinadas agencias federales se hayan planteado que eres un monopolio, que hay que dividir Facebook, o que la UE considere que hay que dividir las grandes tecnológicas... Hablamos de monopolios tanto en el área de la financiación como en las empresas. En el caso de BlackRock, la primera gestora de fondos del mundo, tenemos un monopolio en la sombra. El mayor problema al que nos vemos abocados es la gran concentración, que ha pegado un gran acelerón con esta crisis.

-¿Es como la que se desató en el 2008, una crisis financiera?

-No, ha desatado una crisis económica, pero no es una crisis financiera. Esta está muy centrada en lo que es la reconversión de un modelo. Hoy los negocios tradicionales caen por una situación que no había sido prevista, el cierre de la economía. Y aquí los que ganan son los grandes monopolios.

-¿El poder irá a más, pero concentrado entonces en menos manos?

-Sí. Otros economistas hablan de un período de desigualdad, en que se ve cómo el número de millonarios va creciendo y hay toda una arquitectura institucional detrás de la desigualdad. El que haya grandes teconológicas dominando el mercado y minando la competencia del pequeño comercio genera desigualdad. Ha habido decisiones políticas que han favorecido monopolios que resulta complicado enfrentar. Europa se ha dado cuenta: nos enfrentamos a grandes poderes con una capacidad muy grande de destrucción social. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

-Venimos, dices, de «la era Ramones: todo lo que importa soy yo». «Podemos fue la expresión de la política Ramones en Europa». Explícanos.

-En los 80, parejo a la reconversión, hubo una ola de descreimiento respecto a las instituciones, jóvenes que quedan fuera del mercado laboral, de la educación, de la política... lo que generó un sentimiento de distanciamiento fuerte. Ahora vivimos un proceso similar. El presente, en términos de pandemia, lo han sufrido los mayores, el futuro lo sufrirán los jóvenes, con la falta de oportunidades. Un estudio habla de los jóvenes de las dos crisis, son los nacidos en el 85, y esto deriva en una forma de entender la política. Pero hay una transformación social, por eso hablo del feminismo. La crisis devalúa los roles tradicionales de hombre y mujer, y esto podría verse como un signo de emancipación, pero en realidad es un suelo pegajoso para la mujer. Hay señales, como el retraso de la maternidad por el conflicto de la conciliación. Se oyen voces del pasado y voces del futuro, pero el futuro no es uno. Depende de lo que hagamos también. La voz social nos da cierta esperanza, ese rediseño de las instituciones que haga sitio a más mujeres. Hacia atrás aunque queramos no podemos volver. Viene algo nuevo.

-¿Hay alternativa al catastrofismo?

-Sí. En los 80 todos soñábamos con un mundo mejor y eso funcionaba de placebo... Hoy soñamos con eso mismo pero aplicado al mundo digital, con que pueda uno progresar a través de nuevos sectores y negocios. Aunque haya desigualdad, también hay oportunidades de progresar laboral y vitalmente.

"La mayor parte de la música que escuchamos es la radiofórmula que se oye en EE.UU., eso es un ejemplo de cómo se homogeneiza todo"

-Habrá quizá menos diversidad en el mundo laboral y en el ocio...

-Sí. ¿Cómo era la música en España hace diez años y cómo es ahora? La mayor parte de la música que escuchamos ahora es la radiofórmula que se oye en EE.UU., eso es un ejemplo de cómo hoy se homogeneiza todo.

-¿El parón del covid ha traído algo positivo? Un pararse a pensar...

-Sí, el problema viene de que haya un actor con una capacidad de dominación completa, de las condiciones laborales, de financiación de las empresas, de las redes de distribución... Los pequeños comerciantes son los más desfavorecidos en esto. Vamos a la eliminación paulatina del pequeño comercio.

-¿Qué país es el modelo?

-Podemos poner el ejemplo de Alemania o el de los países nórdicos, con una capa de pequeños empresarios muy fortalecidos. Esto es un ejemplo.

«Si el mundo es una ratonera, la gente busca nuevas fórmulas, como el populismo»

-¿Se retraerá el populismo?

-Si el mundo es una ratonera, la gente busca alternativas, nuevas fórmulas. El populismo lo es. Que la gente no se sienta representada es un gran riesgo. No quiero decir que vayamos a un lugar de destrucción, y sin salida. El poder social (el feminismo, el movimiento antirracista...) demuestran que hay reacción, que la gente es consciente.

-¿Cuál sería la «vacuna» para evitar un porvenir devastador, la cohesión social?

-Justo. Esta forma de poder no es capaz de generar consenso, ¿no? El ejemplo es Twitter, que es una burbuja de odio y polarización. Sí existe el consenso, pero lo que no existe ahora es el poder con esa capacidad de generar consenso.

-¿Dejaremos de tener hijos?

-No lo sé, pero hay que volver a humanizar el sistema. Ahora en España estamos en los niveles de maternidad de posguerra. Hay un porcentaje amplio de mujeres, según las encuestas, que querrían tener hijos pero no pueden. El núcleo de la crisis está en la mujer. Pero la llave también esta en ellas. Habrá seguro un nuevo modelo de estado de bienestar y de corresponsabilidad. Nos lo enseña la crisis climática y sus efectos, porque muestra la necesidad de una nueva forma de articulación política. Está claro que la alternativa es la alianza de feminismo y ecologismo, si no es insostenible.

-Nos previenes de una vida en Instagram que va de la mano de un adiós a la vida de pareja y familiar.

-El problema es cuando la precariedad se mete en las relaciones. Porque la familia es la primera que soporta las presiones del sistema de desigualdad. Ponerse de acuerdo en un contexto de escasez y de frenesí laboral es muy complicado.

-¿Cuándo daremos por cerrada la crisis, en dos o tres años?

-Niño Becerra habla del colapso del sistema dentro de unos años. Yo no hablo en esos términos, no creo que vaya a haber un colapso. El sistema no va a colapsar, porque tiene capacidad de adaptación, y de transformación. Hay una concentración muy severa de riqueza, como no se había visto desde el siglo XVI, con los Médici, pero también hay una toma de conciencia como nunca se había visto. No hay nada escrito, pero al salir de la pandemia iniciaremos una nueva época. La película del futuro no existe, pero creo que será aburrida. Porque esta crisis ha demostrado que las cosas pequeñas son fundamentales. Y la gente, en general, lo que quiere es vivir tranquila.