El «Renacimiento» cultural de Asturias en la era de la pandemia

CULTURA

Aún con el severo castigo de las restricciones para las artes escénicas, distintos autores despuntan en disciplinas que van de la literatura al cine pasando por la música o la pintura

07 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Para ser una comunidad de poco más de un millón de habitantes, Asturias es un territorio que da mucha guerra. Igual que es difícil no encontrar un bandera con la cruz amarilla sobre fondo azul en cualquier acontecimiento que reúna a unos miles de personas, cada poco hay un asturiano que no se sabe de dónde saca para tanto por lo que destaca. Con un hilo conductor que arranca ya a mediados del siglo XX y que se ha prolongando, aún con cortes intermitentes, bien entrado el XXI, siempre ha habido un autor en la literatura, en la música, artes plásticas o cine que haya hecho sus pinitos desde este lado de la cordillera. Lo mejor, ahora que han pasado dos décadas del nuevo siglo, es que ademas de autores cada vez se cuentan más autoras.

Y no ha sido un año sencillo. Ni para la prosa ni para las cosas de comer. Año maldito a nivel global, en 2020 sacudió los cimientos de casi todo, desde la salud a los negocios, y al igual que dejó algunos sectores especialmente sometidos a su castigo (como el turismo o la hostelería), en los asuntos creativos resultó un golpe demoledor para todo aquel que mostrara sus obras, sus proyectos, sobre un escenario y ante el público.

Antes de que fueran concebibles los libros digitales, o los enlaces a internet, hicieron que su ser pesara sobre el suelo y en la letra impresa nombres gigantes como Ángel González, como Antonio Gamoneda, ambos en castellano; y en lengua asturiana los tampoco pequeños de Xuan Bello o Berta Piñán. Pero los años pasan y varias primaveras después hay nuevos nombres que crecieron leyendo a todos estos autores para digerirlos y hacer nuevas escrituras: poetas cercanos a la tradición oral y que, a la vez, tienen los pugares hechos a las pantallas táctiles de las nuevas tecnologías. En noviembre de 2019 despuntaba con el premio Nacional de Poesía Joven, Xaime Martínez, quien asegura que sí hay un nuevo hilo generacional de poetas asturianos, que no reniegan del pasado cercano pero que buscan también su propio y nuevo canon.

Con este artículo empieza un serial que trata de recorrer algunos de los nombres más punteros de la creación asturiana en distintas artes y disciplinas.

La calles de Gijón se llevaron un Oscar por el rodaje de Volver a empezar de José Luis Garci, pero es que un paisano de Luarca, Manuel Gil Parrondo tenía dos. En el cine más mainstream, el asturiano nacido en 1973, Sergio Sanchez despuntó primero como guionista en El Orfanato y Lo Imposible, y luego como director con El secreto de Marrowbone (que, por cierto, contaba en su reparto con la hoy archiconocida Anya Taylor-Joy por Gambito de dama). Pero, a la vez, no ha dejado de pelear por su lugar un nuevo cine asturiano, documental, ligado a la historia y a la denuncia social, con nombres como Ramón Lluis Bande a la cabeza, con varios autores más a su lado, en un trabajo insobornable para redescubrir el legado del movimiento obrero, desde la Revolución del 34 hasta la reconversión industrial.

La escena y el confinamiento

Los sufridores del presente son, y nadie lo niega, las artes escénicas. Castigadas como pocos más por las restricciones impuestas para contener los contagios y los brotes del coronavirus. Roca Suárez, de La Roca Producciones, bien lo sabe y destaca entre las pocas luces del presente el proyecto Camino Escena Norte, que ha permitido a compañías del Principado actuar en Galicia, Cantabria y País Vasco a la par que otras de esos territorios se movían por la franja cantábrica. En artes escénicas, Roca Suárez, y casi cualquiera al que se pregunte, destaca un nombre por encima de cualquier otro: el de Rodrigo Cuevas. Inclasificable, con una voz portentosa y un espectáculo que deja estupefacto en el mejor sentido de la palabra, Cuevas une como si fuera algo fácil, la canción tradicional asturiana, ritmos clásicos populares y la más pujante modernidad.

También lo cita la expreta y crítica en danza Yolanda Vázquez, que señala de Cuevas su «pegada». Pero cita más. Como nombres interesantes de la danza en el panorama asturiano destaca a «Manu Bádas, de Gijón (Inquiquinante Danza), aunque ahora está afincado en Barcelona; Yoshua Cienfuegos, coreógrafo y varias veces nominados a los Max; Dana Raz, israelí que lleva desde 2012 afincada en Asturias creando aquí y formando, cuando puede, compañía: Lucas García (Meraki Cia); y, Mónica Cofiño, La Xata la Rifa».

Vázquez resaltó que la disciplina había remontado mucho en los últimos 15 años, aunque tiene problema de consolidación. La Consejería de Cultura, en plena pandemia, creó una Comisión de Artes Escénicas para la que la periodista apuntó «El triángulo Oviedo-Gijón-Avilés delimita unas coordenadas para la danza que llevan décadas requiriendo una ordenación. La apertura de espacios como el Centro Niemeyer, en 2011, o Laboral Centro de Arte Ciudad de la Cultura, en 2007, han subsanado el problema de espacio; es decir, de tener más espacio para bailar; pero el desorden continúa, si es que no se ha amplificado. Pues, si bien es cierto que desde el Principado, en abril de este 2020, se ha puesto en funcionamiento la Comisión de Artes Escénicas, con el ánimo de profundizar (en) y mejorar los problemas del sector, el hecho es que la danza sigue inmersa en un monocultivo, en una dispersión de nichos y rangos que inciden en la falta de coherencia de una programación más especializada, una que permita forjar un buen marco de referencia, como ocurre con Danza Xixón respecto al contemporáneo. En las tres ciudades se programa de todo sin un molde de discusión adecuado para que cada territorio pueda pujar con libertad y sin interferencias (entre ellas, pero sí mutuo apoyo y promoción) por un estilo y formato dancístico concreto: clásico, contemporáneo, flamenco, folklore y danza-teatro, por aglutinar en cinco grandes grupos. Sería lo ideal. Y bastante económico y rentable».