¿Es buena idea empezar con el bótox antes de los 40?

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Cada vez más jóvenes, así son los pacientes que se inician con la toxina y el ácido hialurónico para tratar las arrugas más incipientes. Tres médicos estéticos y un dermatólogo valoran una tendencia que ya se ha extendido en la calle

04 ago 2021 . Actualizado a las 10:15 h.

El bótox y los rellenos ya no son cosa de celebrities. Ni siquiera de gente de mediana edad. Dar más volumen al labio, tratar la ojera o atenuar las patas de gallo a los 30, e incluso antes, se ha convertido en algo cada vez más frecuente. También en Galicia. Así lo confirman tres médicos estéticos y un especialista en dermatología consultados para este reportaje. Son muchos los que no quieren esperar a ver los efectos del tiempo en su rostro y se lanzan a corregir esa arruga antes de que siga avanzando. Es esa nueva clientela que se ha unido a la natural, la de pacientes con más años que cada vez le tienen menos miedo al pinchazo.

«A partir de los 21 años ya empiezan, habitualmente con el relleno de labios, blanqueamiento dental y algunas ojeras. Y con los 30 ya tratan patas de gallo, entrecejo, frente, relleno de pómulos, surco labiogeniano, la llamada arruga de la risa, y también la de la amargura, debajo de las comisuras», dice el doctor Javier Valero, cirujano plástico en su propia clínica y jefe de servicio en el Chuac. Esta nueva realidad de pacientes jóvenes la comparten las cirujanas plásticas Silvia Murias y Virginia Archanco, que ejercen en los hospitales Quironsalud de A Coruña y Pontevedra. Archanco identifica dos claras tendencias entre el público de menor edad. Como Valero, destaca el uso de ácido hialurónico para dar volumen a los labios, y también los foxy eyes, una mirada felina que se logra con la elevación de la cola de la ceja. «Por otro lado, la gente de entre 35 y 40 pregunta mucho por la toxina botulínica, porque se ha desmitificado su uso en personas más mayores, pero se huye de esas frentes lisas e inexpresivas. Se ha perdido el miedo a ella», apunta.

«Yo ya atiendo a pacientes de 26 o 77 años, pero la edad no tiene nada que ver. Puedes tener más años y la piel mejor, y al revés. Se agradece que los pacientes sean jóvenes, porque los resultados son extraordinarios. El tratamiento en una persona madura con la piel muy arrugada ya no es el mismo ni va a ser tan rápido, y necesitará más ácido hialurónico», señala Silvia Murias, que añade que en este tipo de pacientes tanto el mesobótox -que combina la toxina, el ácido, vitaminas y otros componentes-, como los hilos tensores en el tercio inferior de la cara, reborde mandibular y cuello, son dos técnicas muy demandadas.

Javier Valero asegura que hay dos grupos de pacientes. «En uno están los que ya tienen las arrugas marcadas, que suelen ponerse toxina botulínica en el tercio superior del rostro y ácido hialurónico en el perfil medio para recuperar el volumen que perdemos por la edad, que es como si se desinflase la zona. En el segundo están quienes acuden a estos tratamientos de forma profiláctica o preventiva, y entre los que es frecuente la toxina para que esas líneas de expresión no se conviertan en arrugas, y también los rellenos en la zona del surco de las lágrimas, las ojeras, un poco en los pómulos y a veces en el surco labiogeniano». Del mismo modo, revela dos signos para dar el paso (quien lo tenga claro): «Cuando en reposo ya tenemos la arruga, es el momento indicado para hacerlo. Y ahora en verano, las marcas blancas del sol dibujando las arrugas son una pista de que ya son avanzadas y de que contraes esas zonas con intensidad».

Ahora mismo los retoques faciales arrasan, en el tercio superior de la cara porque es la que llevamos al descubierto y en la que más nos fijamos con la mascarilla puesta, pero también en el inferior, aprovechando que va tapado para ocultar cualquier hematoma pasajero. En este sentido, el mejor espejo para saber cómo se comportará nuestra piel con los años, indica Valero, no es otro que la propia familia: «Las arrugas tienen mucho que ver con los gestos, que aprendemos de nuestra madre o nuestro padre. La gran ventaja es que si las localizamos y tratamos de forma preventiva, ese surco no se va a pronunciar tanto porque o lo estamos rellenando con el ácido, o lo estamos paralizando con la toxina botulínica, que paraliza el músculo para que no haga ese movimiento de forma tan frecuente».

Claro que no hay que pasarse, y Valero no es ajeno a esas figuras de cera que a veces pasean por las calles. «Todos hemos visto a gente así, y por eso hay que tener cuidado con los tratamientos. No puede quedar una cara planchada. Tenemos que tener precaución, según la zona en la que se administren, elegir bien con quién, y que la dosis sea la adecuada. Lo mismo con el compuesto, porque lo barato sale caro. Hay quien lo abarata diluyéndolo», advierte.

La adicción es un hecho en muchos pacientes que, una vez que se ven bien, quieren más. «Ocurre más con el ácido. Es cierto que son tratamientos temporales, por lo que tienes que recurrir de nuevo a ellos, y con el tiempo siempre surgen novedades y cosas con las que uno quiere estar al día», dice Silvia Murias, a lo que Virginia Archanco añade: «Cuando llevamos rellenando, por ejemplo, el labio muchos años, lo que ocurre es que el ácido se va degradando lentamente, por lo que no se acumula. Usarlo siempre bajo criterio médico no revierte en ningún perjuicio para la mucosa o la piel. También nos pasa a veces que una persona viene, se le rellena, y a los dos o tres meses te dice que quiere más volumen. Ahí es muy importante el criterio del profesional, y saber gestionarlo y decir ‘no es el momento'. Tenemos que ser nosotros los que pongamos la cordura en determinados casos».

¿DEMASIADO PRONTO?

El dermatólogo Jesús del Pozo está absolutamente en contra de la toxina y los rellenos en los pacientes jóvenes. «No estoy en contra de estos tratamientos y me parecen dos de las mejores técnicas de medicina estética que existen para el rejuvenecimiento, pero no estoy a favor de su administración a ciertas edades. Con 30 o 40 años, los mejores métodos para rejuvenecer son no tomar el sol, hacer deporte, llevar una dieta equilibrada y, por supuesto, no fumar. Sirven para todas las personas y salen mucho más baratos», zanja el especialista, que añade: «Quizás lo que hay que hacer es cambiar los hábitos de vida, y no seguir con mi vida de desastre y rellenar esto para parecer más joven. Es triste ver que en Miss España, el cien por cien de esas niñas de 18 o 20 años están operadas».

Del Pozo advierte de que la periodicidad que requiere la toxina botulínica puede hacer que con el tiempo pierda efectividad y haya que inyectar una mayor cantidad. Es decir, puede desarrollarse una inmunidad hacia ella, «aunque existen diferentes tipos y hay algunas con menor riesgo, pero siempre lo hay». Del mismo modo, el dermatólogo avisa de que el ácido hialurónico se reabsorbe casi todo, «pero en algunas pieles no absolutamente», y señala que la destreza del profesional es vital para no pinchar un vaso o una zona inadecuada. Con disparidades y muchos matices, que los retoques se están adelantando es un hecho. Y que Galicia no es ajena a esta tendencia, también.