James Rhodes: «En unos meses tengo la fiesta de mi boda y va a sonar reguetón»

Javier Becerra
javier becerra REDACCIÓN / LA VOZ

CULTURA

James Rhodes
James Rhodes .

El pianista y divulgador confiesa que se siente «un poco incómodo» bailando y quiere hacer «un esfuerzo por entender a Bad Bunny»

29 nov 2021 . Actualizado a las 09:42 h.

Existe, desde siempre, una intención clara en James Rhodes: hacer llegar la música clásica al público más popular, abriendo lo que él considera «un mundo muy cerrado». Su estilo ha cautivado a miles de personas que nunca antes se habían acercado a ese tipo de música. Al tiempo, genera rechazo en su ámbito tradicional. Ahora llevará su figura y su piano más allá. Encenderá el árbol de Navidad del centro comercial Marineda City de A Coruña y tocará allí. Será el próximo 1 de diciembre, a las 19.30 horas.

-¿Llevar la música clásica a un centro comercial es un nuevo paso en la popularización de esta?

-Obviamente, esto no va a ser como un concierto. Simplemente, voy a tocar un par de piezas. También toqué en un hospital. O en festivales de rock. ¿Por qué no podemos ejecutar una pieza de Brahms en un lugar así? ¿Dónde han escrito que eso es una blasfemia o un delito contra la cultura? Pues no. Es algo divertido. Voy a encender las luces de Navidad y tocar unas piezas, y ya está. Ocasiones como estas son un trampolín hacia otro mundo. Hay que ser más ligero.

-¿Se siente un poco revolucionario de la música clásica?

-No, ni de coña [se ríe]. Yo no soy tan importante. Esta música es inmortal y ha salvado mi vida. Pero es un mundo lleno de mala gente. Quieren guardarla solo para la gente supereducada, rica y pija. Eso me enfada mucho. Porque esto no va de que alguien diga que hay que escuchar sabiendo cuántos movimientos hay en cada sinfonía. No, solo se necesitan dos orejas y ya está.

-Figuras como usted o Ara Malikian han trascendido a otro público muy diferente al habitual de la música clásica. Pero su actitud genera malestar.

-Puede ser. Para mí la manera más fácil de lograr que la música clásica sea escuchada es con la educación musical. Si eres de una familia sin pasta ni vas a aprender a tocar el piano o un violín, no vas a escuchar una orquesta en directo, no vas a saber que hay una línea desde Bach directamente hasta Rosalía. ¿Cuántos futuros compositores, directores de orquesta o cantantes hay en este país que no tienen ni idea del talento que tienen? Porque no tienen acceso a la educación musical. Eso es muy triste. Por eso creo que los músicos tienen que intentar sacar la música a otros lugares. Y Ara es un genio. Lo amo con toda mi alma.

-En un programa de La 2 dijo: «¿Vamos a escuchar a Bad Bunny en dos siglos? Ni de coña». Y dividió al mundo musical. ¿Cómo digirió la polémica surgida?

-Sinceramente, era pura curiosidad. Me parece un poco absurdo todo esto. Enfoqué mi carrera y todos mis esfuerzos en acercar la música clásica a todos los públicos. ¡En el mundo de la música clásica me odian por eso! Entonces, no es mi esencia generar polémicas. Soy mucho más feliz tocando y enfocándome en cosas que me dan alegría. Para mí fue algo inesperado. Pienso que fui bastante educado y con mente abierta preguntándolo. Lo hice también con Sabina, Serrat, Love of Lesbian y Rosalía. Eso fue un nuevo mundo para mí cuando llegué a España. El reguetón, igual. Busco a alguien que me pueda decir que escuche una determinada canción, igual que yo hago con Bach. Solo eso. Yo estoy un enamorado de la música. Punto.

-¿Qué piensa del reguetón?

-Realmente no lo entiendo, pero del mismo modo que no entiendo la música clásica moderna.

-¿Qué le parecieron las contestaciones de los chicos los que se dirigía?

-La verdad es que muchos tenían sentido. Por ejemplo, lo del baile. En unos meses tengo la fiesta de mi boda y allí va a sonar reguetón. A las dos de la mañana es súper divertido. Eso lo entiendo perfectamente. También que es un vehículo para protestar con las letras, a veces. Pero estoy dispuesto a escuchar todo lo que me tengan que decir. Yo he aprendido siempre mucho de la gente. Esos chicos son muy inteligentes y tienen puntos de vista súper validos.

-Hay veces que uno, al hacerse mayor, pierde la conexión con su tiempo. Pasó con el punk, con el tecnho, con el bakalao...

-[Interrumpe] Y no solo con la música. También con el idioma, el arte,... con todo. Es normal.

-Usted tiene 46 años. ¿Puede ser que Bad Bunny sea la música de otra generación diferente y por eso le cueste conectar?

-Sí, creo que sí. Pero lo que yo quería decir, quizá en un estilo un poco torpe, es que quiero hacer un esfuerzo para entenderlo. Es lo que me ocurrió escuchando a Charly García, Los Secretos, Estopa o Extremoduro. Toda mi vida anterior había sido sin ellos. Y no quiero pasar lo mismo con este estilo de música. Ya está. Pero, por supuesto, hay siempre mucha polémica. Un día hablas de tortilla con cebolla o sin cebolla y alucinas con las reacciones. No era una pregunta política, nada sobre Cataluña o los impuestos. Y yo era en plan: «¡Buff, lo siento, no entiendo nada». Por eso cerré mi cuenta de Twitter.

-Viene a un acto navideño. ¿Le gusta la Navidad?

-Sí,pero desde que murió mi madre es algo agridulce. Para mí Navidad significa familia y en España tengo la familia adoptiva, mis amigos, mis vecinos, pero siempre sin mi mamá, que la echo en falta. Me gusta eso de los regalos y el sentido de tener unos días para descansar, hacer comunidad y comer comida muy rica».

-Es de una generación en la que todavía se regalaban discos en Navidad.

-[Se ríe a carcajadas] ¿Qué es eso de un disco? Mmm... prefiero una playlist de Spotify. Tengo dos. Una clásica, con horas y horas de los mejores pianistas. Otra de temas españoles y argentinos.

-¿Cómo sería una vida sin música para usted, que dice que se la ha salvado?

-Igual que sin oxígeno. No solo para mí, sino para todo el mundo. Es imposible. La música es algo profundo, que llega a tu alma y es tu mejor amigo. Es curioso. Escucho las mismas cosas que hace treinta años. Y tengo escalofríos tocando lo mismo.

-¿Toca a diario?

-Sí, claro.

-¿Por emoción o por profesión?

-Por todo. Cuando voy de vacaciones empiezo muy bien, pero cuando estoy dos o tres días sin tocar me muero. Digo: «¡No puedo más!» [risas].

-Decía antes que en su boda iba a poner reguetón.

-Claro y también Beyoncé y un montón de cosas. La música para mí es toda la música. Obviamente, no voy a poner Chopin a las dos de la mañana en una fiesta.

-¿Y usted baila?

-Yo soy español, pero todavía tengo sangre británica. Y me siento un poco incómodo.

-A lo mejor ahí radica su problema con el reguetón.

-[Risas] Me encantaría bailar cumbia, salsa o tango, pero con mi cuerpo torpe me siento mal.