Sergio G. Sánchez, cineasta: «Ahora mismo tengo una baraja de proyectos para rodar en Asturias»

Marcos Gutiérrez REDACCION

CULTURA

Sergio G. Sánchez
Sergio G. Sánchez

El director y guionista asturiano acaba de estrenar en Netflix «Alma», una serie de suspense y terror con exteriores rodados en el Principado: «Es una mina de localizaciones naturales preciosas»

28 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Sergio G. Sánchez (Oviedo, 1973) no necesita presentación para los amantes del cine fantástico contemporáneo hecho en España. El asturiano ganó en 2008 el Goya por su guión de «El Orfanato» y ha sido nominado en otras dos ocasiones por prestar su pluma a «Lo imposible» y «Fin». En 2018 también fue nominado a la mejor dirección novel por la exitosa «El secreto de Marrowbone». Acaba de estrenar en Netflix «Alma», una serie de suspense y terror que ya se ha situado como una de las más populares de la plataforma y cuyos exteriores están rodados íntegramente en Asturias. De hecho, su intención es poder desarrollar sus próximos proyectos en nuestra región. Para él, el Principado es una auténtica «mina de localizaciones» y de jóvenes talentos del audiovisual. «Mi intención siempre ha sido vivir y rodar en Asturias», no duda en afirmar.

-«Alma» termina con un final abierto. ¿Habrá segunda temporada?

-No lo sé todavía. Considero que la trama central de «Alma» está cerrada. Lo que sí tiene es una pequeña cola final que puedes interpretar como algo abierto. Hay muchas cosas que se han arreglado y otras que no, lo que da pie a que si la serie gusta se pueda continuar. Pero todavía es pronto para saberlo y tenemos que darle un poco de tiempo para ver cómo respira con el público.

-¿Está contento con el resultado?

-Sí. Sé que es una propuesta muy particular y extraña. Es una mezcla de géneros peculiar. Un poco muñeca rusa. Una historia que esconde otra, que a su vez esconde otra. Hay gente a la que le gusta montar esos puzles y a otra a la que le atraen los contenidos algo más directos. Es arriesgado salir con algo así pero, de momento y para el poco tiempo que llevamos, estoy contento.

-¿Es cierto que la serie surge de una experiencia personal sucedida, precisamente, camino de Asturias?

-Sí. En aquella época estaba viviendo en Barcelona. Fue la víspera de Nochebuena del año 2005. Volvía en coche a Asturias y a la altura de Miranda de Ebro di con una placa de hielo, mientras atravesaba un viaducto, por lo que el coche cayó a las vías del tren a unos diez metros. Lo que hay en la historia es el germen ese, porque mi cerebro ha borrado por completo ese momento de terror y tardé un tiempo en recuperar la memoria. De hecho no sé muy bien si lo que he recuperado es la versión real de lo que pasó, o mi memoria tratando de reconstruir ese mal trago.

-Sin entrar en spoilers, ¿la escena del autobús de la serie fue difícil de gestionar emocionalmente y de grabar, teniendo en cuenta esto que le había sucedido en 2005?

-No, igual suena un poco extraño para quien haya visto la serie, pero rodar la escena del autobús fue bastante divertido. Nunca había hecho una secuencia de acción como esa, con tantos efectos especiales involucrados. Ese momento y el arranque del capítulo siete, donde vemos lo que sí ocurrió, fueron muy divertidos de rodar. Y sobre todo fue un lujo, porque cuando llegué a los platós de 1.500 metros cuadrados de Tarrasa donde estábamos rodando y vi lo que el diseñador de producción había generado me emocioné muchísimo.

«Siempre que he tenido rodajes en Asturias el equipo está encantado, porque la gente es amabilísima y lo facilita todo mucho»

-Todos los exteriores de la serie están rodados en el Principado. ¿Qué ofrece Asturias como escenario de cine, televisión…?

-Asturias es una mina de localizaciones naturales preciosas. Especialmente cuando estás trabajando en el género fantástico creo que tiene algo muy puro y muy evocador, que enseguida te lleva a un universo mitológico y de cuento de hadas. Enseguida entroncas con algo muy primario. Además, siempre que he tenido rodajes en Asturias el equipo está encantado, porque la gente es amabilísima y lo facilita todo mucho.

-¿Hay alguna traba de rodar aquí?

-El inconveniente es la climatología. Tienes que venir preparado porque puedes encontrarte con las cuatro estaciones en un mismo día. Eso a nivel de fotografía y luces es bastante complejo.

-«Alma» pasó de ser un guion para un corto a un largometraje para, finalmente, convertirse en una serie. ¿Cómo afectó esta evolución al producto final?

-En realidad es lo que pasa con casi todos los proyectos, al menos a mí. La semilla es una historia pequeñita que luego crece. Esa idea original se centraba en la trama de Alma, casi exclusivamente, y cuando Netflix llegó a España me llamaron para preguntarme si había alguna historia que les quisiese contar. Les presenté cuatro proyectos, uno de los cuales era «Alma». Les gustó mucho y me preguntaron si había alguna manera de ampliar esa historia para hacer una serie, con lo que les hice esta propuesta y funcionó.

-El elenco se caracteriza por tener mucho talento joven y con caras muy nuevas. ¿Cómo fue el proceso de selección de intérpretes? ¿Tenía a algún actor o actriz en mente?

-No tenía absolutamente a nadie en mente. Hicimos sesiones de casting en Madrid, Asturias, Barcelona y vimos a 2.000 actores para seleccionar el reparto. Fue complejo, sobre todo para hacer el encaje. De hecho hay varios actores que hicieron pruebas para muchos personajes. Mireia Oriol, por ejemplo, vino para hacer la prueba de Deva y le acabé ofreciendo Alma. Era todo jugar a ver cómo podíamos configurar una pandilla interesante. La ventaja de trabajar con plataformas respecto a cine, para el que es clave tener rostros conocidos para meter al público en las salas, es que están dispuestos a darle una oportunidad a algo y alguien que para ellos es completamente desconocido. Tarda más en enganchar con una audiencia masiva, pero pasa.

«En esta serie hemos conseguido a muchos chicos que creo que van a tener una trayectoria brillante y habrá mucha gente que diga 'ah, mira, estos estaban todos en Alma»

-¿Usted prefiere trabajar con un elenco de rostros menos populares?

-Si tengo la oportunidad siempre voy a trabajar con actores desconocidos, porque hace que inviertas más en la historia y sin expectativas. Cuando tienes a un actor al que has visto en muchas películas o series lleva consigo un bagaje del que es difícil desprenderse en la historia. Además en esta serie hemos conseguido a muchos chicos que creo que van a tener una trayectoria brillante y habrá mucha gente que diga «ah, mira, estos estaban todos en 'Alma'».

-¿Cómo descubre el género fantástico?

-Supongo que a raíz de que yo era un niño increíblemente miedoso. Siempre mi imaginación estaba muy viva. De hecho me cuentan, porque yo no me acuerdo, que tenía amigos invisibles y me pasaba el día hablando con ellos, con lo que mi cabeza siempre ha tenido un pie en la fantasía. Creo que el género me atrae tanto porque, como yo era tan miedoso, mis padres me tenían terminantemente prohibido ver cualquier clase de película de terror. Recuerdo cuando, de pequeño, mis hermanos se juntaban todos para ver «Historias para no dormir» y yo me tenía que ir a la cama pronto. Estaba en mi habitación, al final del pasillo, oyendo todas aquellas músicas y esos gritos y me imaginaba qué sería aquello. Es la atracción por las cosas prohibidas.

-¿Cuáles diría que son sus principales influencias?

-Cinematográficas, y que no se entienda que estoy haciendo una comparación, que ya me gustaría, creo que aprendí mucho del cine de Spielberg. Fue el que me abrió los ojos al lenguaje cinematográfico y considero que se le menospreció durante muchos años, porque era un cine muy popular y parece que a las cosas que tienen mucho éxito tendemos a degradarlas un poco. Su forma de narrar con la cámara, sus tempos, sus elipsis, cómo consigue esa forma de rodar con prácticamente un plano master y tres insertos. Está todo contado con la posición de los actores y el movimiento de la cámara y fue lo que me enseñó cómo hay que narrar una historia visualmente.

-¿Y en el terreno literario?

-A nivel literario siempre digo que fue «Otra vuelta de tuerca», de Henry James, que cayó en mis manos demasiado pronto. Recuerdo que en la biblioteca que frecuentaba había una colección de libros para niños, en la que tenían tres de terror, que eran los cuentos de Edgar Allan Poe, «Doctor Jekyll y Mister Hyde» y «Otra vuelta de tuerca». Alguien pensó que eran lecturas adecuadas para un niño de doce años. Recuerdo estar intrigadísimo por su historia tan ambigua, que deja a la imaginación del lector saber si lo que está pasando es producto de una mente enferma o de alguna clase de intervención sobrenatural. De ahí viene mucho mi afición por las capas y los puzles. Pongo muchos esfuerzos por crear esas capas y me gusta que mis series o mis películas sean diferentes para el mismo espectador la primera y la segunda vez que las ve. Con «Alma» crees que estás viendo una cosa que va mutando en algo más. Luego vuelves a verla y te das cuenta de que había cosas ahí plantadas para explicar cosas secundarias. De hecho, el primer plano que abre la serie prácticamente te resume toda la historia.

«Mi intención siempre ha sido vivir y rodar en Asturias. También darle la oportunidad a jóvenes asturianos que están empezando a hacer cine»

-¿Por qué cree que, hasta no hace tanto tiempo, el género fantástico y el terror eran, en cierto modo, menospreciados?

-Creo que, de alguna manera, se califica de poco relevante todo aquello que no sea realista. Por ejemplo, parte de las primeras películas de Spielberg, como trataban con temas que no son reales, no se tomaban tan en serio, sin tener en cuenta que el lenguaje, la técnica y la puesta en escena que había en ellas eran prodigiosas. Es como descalificar un cuadro por el tema del mismo. El cine tiene relativamente pocos años como arte y hay barreras que tardan en caerse. El fantástico jamás había estado en festivales que no fueran específicos, como Sitges. Nunca veías una película así en Cannes. Esto ha ido transformándose y pueden hasta ganar un Oscar. También por insistencia pura, como en el caso de Stephen King, que tiene una capacidad creativa desbordante y no se le puede negar. En mi opinión es el Dickens de nuestro tiempo.

-¿Qué proyectos tiene en el horizonte?

-Ahora mismo tengo una baraja de proyectos para rodar en Asturias. Mi intención siempre ha sido vivir y rodar aquí. También darle la oportunidad a jóvenes asturianos que están empezando a hacer cine, para que puedan dedicarse a ello sin salir de su tierra. Yo me tuve que ir muy lejos para hacer cine y me tuve que hacer un nombre fuera para poder volver. En «Alma» había más de veinte chicos y chicas que entraron en los departamentos de dirección y producción,  recién salidos de haber estudiado algún módulo de audiovisual, para aprender el oficio trabajando. La mayoría de ellos lo siguen haciendo. Tengo una serie de historias y me gustaría hacerme un plan a cinco años vista, porque lo que más cuesta es ese paso de terminar un proyecto y pasar al siguiente. Ahí es pieza clave ver lo que sucede con «Alma».

-Por lo que comenta en Asturias hay buena cantera para el audiovisual...

-Sí, pero seguro que irá a más. Cuando das oportunidades siempre surge alguien que destaca y, cuando eso pasa, aparecen cinco más. Es lo que está pasando con este intento de fomentar más la presencia de directoras en nuestro cine. Aparece una Carla Simón, tienes a Alauda Ruiz… hay que cuidar que la gente que no ha tenido una oportunidad la reciba, porque cuando plantas una semilla todo crece muy rápido.