A veces los astros se alinean y pasa lo que ha sucedido esta semana, que dos superactrices como la copa de un pino, dos mujeres que son referentes para todas nosotras, han sido premiadas en nuestro país. Ver a una Susan Sarandon emocionadísima recogiendo el Premio de Honor Sant Jordi, con todo el público en pie, reconforta, porque de una vez se ha conseguido que se dé voz a mujeres que tienen mucho que decir. Sarandon, en su activismo, ha sido como ese personaje de Thelma y Louise que se pone el mundo por montera. Ella hace tiempo que viene denunciando que Hollywood ya no es lo que era. Que esos filmes que hizo en el pasado, con un firme compromiso político, a día de hoy serían imposibles. Son mujeres como ellas las que necesitamos como ejemplo, mujeres con pensamiento y en absoluto recauchutadas, sino reales y exquisitamente auténticas. Y qué decir de Meryl Streep, la mejor, la número uno, la actriz enorme que todo lo hace bien y que nos conmueve en todas las interpretaciones que lleva a cabo. Karen, Francesca, Sophie, Joanna... Todas esas mujeres se nos han quedado dentro gracias a este mujerón, ahora premiada con el Princesa de Asturias de las Artes, que no se ha callado nunca, desde la denuncia a Dustin Hoffman por acoso, a las críticas a Weinstein y al sistema podrido que han tenido que enfrentar. Ellas son mujeres libres y poderosas. La Streep y la Sarandon son de diez.