Una de las muchas cuestiones que se plantearon en la entrevista de La Pija y la Quinqui a Pedro Sánchez es la amplísima brecha que existe entre los jóvenes y los que no lo son a la hora de buscar información y disfrutar del entretenimiento. Tanto es así que los dos chicos que estaban delante del presidente le confesaron en un momento de la charla que jamás encendían la televisión. «¿No veis el telediario?», les preguntó tímidamente Sánchez, que de un plumazo representó a todos esos boomers que todavía se creen el centro del mundo. Pero el mundo está ahora mismo muy dividido, porque la gente que supera los 40 años vive en una realidad paralela, que casi es un agujero negro. Los jóvenes están en otra dimensión en la que jamás se cruzan con los del otro lado, salvo excepciones como la de Sánchez. Y ahí se cuece otra verdad que al resto nos cuesta mucho descubrir. Porque mientras en el siglo pasado las diferencias entre las generaciones existían, los medios de comunicación eran los mismos para todos. Unos escuchaban o veían unos programas, y otros permanecían conectados a otros. Pero ahora es mucho más complicado saber en qué están los de 18, 25 o 30 años, dónde habitan y qué están observando. Es más difícil para los que siguen viendo el telediario y encendiendo la misma sintonía del mismo programa desde hace décadas. Por eso la televisión es país para viejos y las parrillas, año tras año, no cambian. El mundo que se nos viene encima, los boomers ni lo olemos.