El pasado asturiano de los hermanos Lyle y Erik Menéndez, condenados a cadena perpetua por el parricidio más famoso de los Estados Unidos
CULTURA
Se han convertido en dos de los presos más famosos de Estados Unidos después de protagonizar en los años 90 uno de los parricidios más macabros de la historia. Fueron condenados a cadena perpetua tras matar a sus padres, Kitty y José, y ahora es posible que salgan de la cárcel. La fiscalía estudia nuevas pruebas, mientras que Netflix cuenta la versión de Lyle y Erik en el nuevo documental «Los hermanos Menendez»
07 oct 2024 . Actualizado a las 12:41 h.Se ha vuelto a poner el foco en uno de los crímenes más maquiavélicos de la historia reciente de Estados Unidos. Hace unas semanas Netflix estrenó la miniserie que recrea el caso de los dos hermanos que acabaron a balazos con la vida de sus padres en su lujosa mansión de Los Ángeles. La producción, que forma parte de la antología Monstruos, de Ryan Murphy e Ian Brennan, ha reabierto así el debate público sobre los motivos que llevaron a Lyle y Erik Menéndez a actuar de forma tan extrema.
La plataforma de streaming no se ha conformado con reconstruir el crimen y sus circunstancia sino que sigue indagando en el caso «que el público solo cree conocer». Ofrecerá por tanto otra versión de los hechos tras recoger las declaraciones de los dos hermanos con raíces asturianas. Desde la prisión en la que cumplen condena los parricidas de Los Ángeles contarán su verdad en el nuevo documental de Netflix, «Los hermanos Menendez», que aborda desde otra perspectiva el asesinato de uno de los nietos —y su mujer— de un matrimonio corverano.
El bisabuelo de los hermanos Menéndez era asturiano
Tras darse el «sí, quiero» en una iglesia de la parroquia de Nubledo, en Cancienes (Corvera), José María Menéndez y Otilia Menéndez hicieron las maletas y pusieron rumbo a Cuba con el objeto de pasar allí el resto de sus días. En el país americano además de hacer fortuna escribieron en Pinar del Río su historia familiar. Más pronto que tarde se convirtieron en 1911 en padres de una pequeña criatura a la que bautizaron con el nombre de José Francisco. Con el tiempo fueron ampliando la descendencia.
Conocido cariñosamente «Pepín», el pequeño creció junto con sus hermanos en el seno de esta familia de indianos. Cuando se convirtió en un hombre se mudó a La Habana, donde contrajo matrimonio. Se casó con María Carlota Llanio, la que fue la primera nadadora en la historia en obtener una medalla de oro en los Juegos Centroamericanos y del Caribe. Tuvo varios hijos con ella, entre los cuales el brutalmente asesinado por Lyle y Erik Menéndez.
José Enrique Menéndez era un exitoso ejecutivo del mundo del espectáculo hasta que sus hijos decidieron en 1989 acabar con su vida. A pesar de provenir de una familia adinerada no siempre le resultó del todo fácil salir adelante. Con tan solo 16 años tuvo que huir de su Cuba natal, ya que Fidel Castro había tomado el poder y el régimen comenzó a perseguir a aquellos que no compartían su ideología.
Dejó atrás su hogar y se fue en busca de oportunidades a Estados Unidos. Con esfuerzo y dedicación, el joven consiguió una beca para estudiar en la Universidad del Sur de Illinois, donde conoció a la que meses más tarde se convirtió en su mujer, Mary Louis Anderson. Tras casarse con Kitty la pareja se mudó a «la ciudad que nunca duerme». Mientras que se ganaba la vida trabajando como lavaplatos en el emblemático Club 21 de Manhattan, José Enrique Menéndez, estudiaba contabilidad para poder tener un futuro mejor.
Sin llegar a imaginarlo le ofrecieron un puesto de trabajo en RCA Records, una de las discográficas más importantes del mundo. Sin pensarlo dos veces aceptó la oferta, especialmente porque su familia había crecido con la llegada de sus hijos, Lyle y Erik. Sin embargo, en 1986, tras el inicio de José Enrique en la distribuidora International Video Entertainment, se trasladaron a la exclusiva casa 722 de North Elm Drive, en Beverly Hills. Lo que no imaginaban era que tres años después los hermanos Menéndez acabarían con el «sueño americano» de sus padres.
Antes de que les arrebataran la vida, un 20 de agosto de 1989, José Menéndez y Kitty habían hecho frente al mal comportamiento que en alguna que otra ocasión habían mostrado sus hijos. Siendo aún menores, además de meterse en peleas y derrochar el dinero que ganaban sus padres, tuvieron algún que otro conflicto legal. Erik, de hecho, fue condenado por robar en casa de sus vecinos , mientras que Lyle fue expulsado de la Universidad de Princeton por plagiar un trabajo. Aunque en cierta manera esto tensionó la relación familiar, lo cierto es que los progenitores no consiguieron reconducir la situación.
El día del parricidio
Lejos de cambiar su forma de ser, los dos hermanos continuaron haciendo de las suyas hasta que decidieron matar a sus adinerados padre. Tenían 18 y 21 años, respectivamente, cuando irrumpieron de madrugada en el hogar familiar y dispararon a bocajarro a sus progenitores. En ese momento, José y Kitty estaban en una de las salas de la mansión viendo tranquilamente, La espía que me amó, una película de James Bond. De repente comenzaron a recibir balazos por todas partes del cuerpo y murieron en el acto.
Los hermanos rápidamente se marcharon de la escena del crimen. Se deshicieron de las escopetas que había comprado días antes del ataque y adquirieron entradas para ver Licencia para matar. El hecho de ir al cine creían que les iba a servir como coartada. Tras ver la película volvieron a casa y llamaron al 911, fingiendo que habían descubierto el crimen. «¡Alguien mató a mis padres!», grió Lyle alertando a la policía.
Tras personarse varios agentes comprobaron que no había restos de sangre ni ninguna otra huella en el hogar. La Policía sospechó que se tratase de un ajuste de cuentras y atribuyó el crimen a una mafia organizada. Esto llevó a intensificar las investigaciones para desmantelar la red y esclarecer las circunstancias del asesinato. Sin embargo, más pronto que tarde se tiró por borda esta hipótesis porque no se encontró nada que confirmase dicha teoría.
En ese momento, el comportamiento de Lyle y Erik hizo levantar las sospechas entre los investigadores. En menos de un año los hermanos Menéndez habían gastado grandes sumas de dinero. Solo en los seis primeros meses de haberse quedado huérfanos dieron salida a casi un millón de dólares. Adquirieron coches de alta gama, algunos de los relojes más caros del mercado, además de hacerse con un restaurante y viajar con todo lujo de detalles a distintos lugares del mundo. Tampoco mostraban pena o dolor, por lo que la policía comenzó a pensar que no se comportaban como víctimas o como personas que estuvieran pasando por un duelo.
Pero la verdad no se descubrió hasta que el menor de los hermanos cometió un error garrafal que fue decisivo para esclarecer el caso. Erik Menéndez le confesó a su psicólogo, el doctor Jerome Oziel, que él y su hermano habían asesinado a sus padres. La pareja extramatrimonial del facultativo, Judalon Smyth, supuestamente escuchó dichas confesiones e informó a las autoridades sobre las grabaciones de esas sesiones.
El juicio
Los hermanos Menéndez fueron finalmente arrestados en marzo de 1990 y acusados de asesinato en primer grado, dando comienzo a una larga serie de procesos judiciales. El primer juicio tuvo lugar en 1993 y fue difundido a través de la televisión, captando así la atención de decenas de millones de estadounidenses. Erik y Lyle reconocieron frente al jurado haber asesinado a sus progenitores, pero alegaron que lo habían hecho «en defensa propia» por los supuestos abusos sexuales, psicológicos y físicos a los que les sometía su padre.
Ambos contaron entre lágrimas el supuesto calvario que vivieron durante años, sin que su madre tomase partida para ayudarlos y defenderlos de tales abusos. También relataron que días antes del asesinato se habían enfrentados a sus padres pero que José Menéndez, supuestamente, les había amenazado de muerte si no guardaba silencio al respecto, es decir, no quería que nadie supiese nada de lo que pasaba en la catalogada después como «casa de los horrores». Familiares y amigos corroboraron esta versión.
Por su parte, la Fiscalía argumentó que los dos hermanos habían matado a sus padres «de forma fría y premeditada» con el objeto de heredar todo el patrimonio de José y Kitty, valorado en más de 14 millones de dólares —según diversas fuentes este fue gastado, principalmente, en las costas legales de la defensa—. Ante estas dos versiones, los miembros del jurado no llegaron a un acuerdo sobre el veredicto. Algunos creían en Lyle y Erik, mientras que otros defendían la tesis de los dos fiscales. Al no llegar a un acuerdo se declaró nulo el primer juicio.
La condena
Tres años después, en 1996, se celebró el segundo juicio contra los hermanos Menéndez. En esta ocasión, el juez responsable del caso, Stanley Weisber, no permitió que el juicio fuese televisado y prohibió testificar a quienes ya lo habían hecho con anterioridad. Descartó además las pruebas sobre los supuestos abusos cometidos por el padre. Los acusados, por tanto, contaron con sus propios testimonios como única defensa. Pero sus versiones de los hechos no sirvieron para nada. En abril de 1996 fueron declarados culpables de asesinato en primer grado y conspiración para cometer asesinato. Fueron condenados así a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
Rehacen sus vidas entre rejas
Desde entonces cumplen condena. Estuvieron recluidos en cárceles separadas durante más de una década hasta que en 2018 Lyle fue trasladado a la misma prisión que Erik, a la correccional Richard J. Donovan Donovan de San Diego. Aunque están entre rejas, los dos se han enamorado en varias ocasiones y más de una vez intentaron rehacer sus vidas. El primero en casarse fue el hermano mayor. En una ceremonia telefónica, Lyle contrajo en enero de 1997 matrimonio con la exmodelo Anna Eriksso, con quien mantenía una relación por correspondencia desde hacía tiempo.
La relación duró poco. Al año, Eriksso descubrió que su marido se intercambiaba cartas con otra mujer y puso fin a la relación. Tiempo más tarde, Lyle se casó con Rebecca Sneed, una editora de una revista con la que llevaba una década mandándose mensajes por correo. Erik Menéndez también encontró el amor en prisión. En 1997 a través de una ceremonia telefónica se casó con Ruth Tammi Saccoman, con quien más tarde formalizaría su relación en una boda celebrada en la Prisión Estatal de Folsom en 1999.
Desde que fueron condenados, Lyle y Erik presentaron varios apelaciones, en las que argumentaban que el juez había cometido varios errores durante el juicio como que no se tuviese en cuenta que habían sido víctimas de abusos sexuales ni se admitiese a prueba más testimonios sobre los abusos que supuestamente habían sufrido por parte de su padre. Los abogados de los hermanos Menéndez intentaron conseguir que se celebrasen nuevos juicios después de asegurar tener nuevas pruebas. Sin embargo, estos esfuerzos no han tenido éxito y los tribunales han mantenido hasta el día de hoy las condenas.
¿Reapertura del caso?
Pero, después de varios intentos fallidos, los hermanos Menéndez por fin han conseguido que se estudie de nuevo el caso. Los fiscales de Los Ángeles están revisando nuevas pruebas para determinar si Lyle y Erik deben cumplir cadena perpetua por matar a sus padres en su mansión de Beverly Hills hace más de 35 años. Entre las nuevas pruebas se encuentra una carta que fue enviada por Erik a un miembro de su familia meses antes de los asesinatos en las que le relataba que estaba siendo víctima de abusos.
También las acusaciones vertidas el año pasado por Roy Rosselló serán tenidas en cuenta por la Oficina del Fiscal de Distrito del Condado de Los Ángeles. El exmiembro de la banda Menudo afirmó que José Menéndez abusó de él mientras trabajaban juntos a mediados de la década de los 80. Según su relato en el documental Menéndez + Menudo: Boys Betrayed, cuando tenía tan solo 14 años, el empresario lo habría llevado a su casa en Nueva Jersey, donde lo drogó y lo violó.
Será el próximo 29 de noviembre cuando se celebre una audiencia judicial para analizar dichas pruebas. Si el fiscal considera que debe celebrarse un nuevo juicio, los hermanos Menéndez podrían quedar en libertad. Si un jurado considera que actuaron en defensa propia después de soportar toda una vida de abuso físico, emocional y sexual y los declara culpables de homicidio voluntario en vez de asesinato, Lyle y Erik quedarían libres ya que han cumplido más de la sentencia máxima.
«Los queremos en casa»
La familia de los hermanos Menéndez se muestra esperanzada con la reapertura del caso. Talia Menéndez, la hija de la esposa de Erik, ha asegurado en sus redes sociales que está «rezando para que el fiscal y el juez tengan compasión no solo por lo que mi padre y mi tío sufrieron, sino también por el hecho de que todos nosotros, la familia, los queremos en casa». La joven ha aprovechado además la ocasión para pedir «respeto y privacidad» ante el «acoso mediático» que su familia ha estado recibiendo las últimas semanas.
«A todos los reporteros que se presentaron en las casas de mi familia. Por favor, dadnos nuestra privacidad. Esto ya es bastante difícil de realizar y lo hace 10 veces más difícil cuando tienes a los medios listos con lápiz y papel para hacer preguntas», confiesa Talía, en una historia de Instagram, donde ha pedido que «brinden a su familia la privacidad que merecen, especialmente en la comodidad de su propio hogar».