El despido de Caparrós certifica el cambio de perfil predominante entre los técnicos españoles
06 ene 2017 . Actualizado a las 15:30 h.Sonaba como posible seleccionador español, pero finalmente el elegido fue Julen Lopetegui. Después, el Osasuna pensó en él como revulsivo, pero tampoco funcionó y ayer fue despedido. Con la marcha de Joaquín Caparrós se certifica la defunción de una etapa en el fútbol español en la que el entrenador de toda la vida era el modelo a seguir, con la intensidad y la experiencia como principales avales.
Los tiempos han cambiado desde el bum del fútbol de toque y posesión que implantaron el Barcelona y la selección española en el año 2008, de modo que se ha consolidado un prototipo de entrenador joven que evoluciona en el estilo asociativo en detrimento de la testiculina, el fútbol directo, o la prioridad destructiva. Nombres como los de Txetxu Rojo, Camacho o Clemente han pasado a la historia y sus sucesores no parecen tener sitio en la rueda del mercado.
Con la excepción de Simeone, la Primera División española se ha plagado de preparadores que gustan de llevar la iniciativa con el balón. Los dos grandes han optado por este tipo de técnicos con Luis Enrique y Zidane, aunque los que más protagonismo han acaparado han sido Eusebio (Real Sociedad), Quique Setién (Las Palmas) y Berizzo (Celta), y Valverde parece haber afianzado sus posición en el Athletic Club.
Las apuestas del Sevilla por Sampaoli y del Espanyol por Quique Sánchez Flores van en la misma línea. Mendilibar lo intenta con el Eibar y los demás caminan hacia el mismo objetivo a su manera, con Pellegrino, Escribá, Abelardo y Alcaraz al margen.
Esta tendencia ha calado también en el fútbol gallego, en el que los referentes actuales son Luis César, Rubén de la Barrera, Rubén Albés y Diego Martínez. En el extranjero defienden esta misma idea preparadores como Paco Jémez (Cruz Azul de México) y Roberto Martínez (seleccionador de Bélgica).