Nadal y el misterio de la hierba

DEPORTES

Simon Cooper

Pisa Wimbledon sin rodaje en césped, pero con el recuerdo de dos obras maestras en la catedral

01 jul 2018 . Actualizado a las 10:11 h.

Existe un solo Rafa Nadal en Roland Garros, pero hay muchos en Wimbledon. La tierra le convirtió en el jugador más fiable de la historia del tenis, y sobre la hierba lo mismo cae en primera ronda que cincela el mejor partido de la historia del tenis. Mañana el honor de estrenar el césped de nuevo virgen de la pista central le corresponde a Roger Federer (Movistar+D2, 14.00) como vigente campeón. Solo si ambos ganan antes seis partidos acabarán reeditando la final del 2008, la que terminó en penumbra, la mejor jamás vista para quienes tienen memoria suficiente.

El ceremonial de Wimbledon también incluye al sorteo. El cruce de emparejamientos no lo decide solo un programa informático. Una especie de monedas se introducen en una bolsa de terciopelo verde oscuro que remite al cepillo de algunas iglesias, y de ahí salen los nombres de los jugadores. Esa liturgia resultó benévola para Nadal en las primeras rondas y diabólica a partir de cuartos. No es mal asunto si se atiende a un matiz. Para el ganador de 17 grand slams el peligro en hierba se multiplica en las primeas jornadas, cuando la hierba todavía no ha cedido al taconeo de los jugadores. En los dos primeros cruces se despidió cuatro veces contra rivales menores en Londres : en el 2005 ante Gilles Muller (entonces el 69 de la ATP), en el 2012 contra Lukas Rosol (100), en el 2013 contra Steve Darcis (135) y en el 2015 contra Dustin Brown (102).

Esta vez Nadal, doble ganador en la catedral, el chico que adaptó su tenis, alejado del canon que exige la hierba, debuta el martes contra el israelí Dudi Sela (129), al que ganó las dos veces que se vieron en una pista. Si la lluvia no pone patas arriba el programa, el jueves se enfrentará con el ganador del partido entre Vasek Pospisil (93) y Mikhail Kukushkin (90). En tercera ronda podría verse con el inexperto Marco Cecchinato (31). Y la lógica indica que su cita de octavos le cruzaría con Diego Schwartzman (11) o Fabio Fognini. Todos jugadores alejados del prototipo que complica al español en césped. No se enfrentaría especialistas hasta octavos, pero ahí se multiplican los jugadores capaces de derrotarle cualquier día en hierba. Cabezas de serie como Del Potro, Kyrgios y hasta tenistas que cayeron en esa zona del cuadro por el capricho del sorteo, como Feliciano López y Andy Murray. Parecido sucede en semifinales, con Thiem, Djokovic, Zverev y Nishikori como amenazas.

Llega Nadal a Wimbledon sin más rodaje que sus entrenamientos en Mallorca y un par de partidos de exhibición en Hurlingham. Las dos veces que terminó levantando la copa en la catedral (2008 y 2010) había ganado unos cuantos partidos antes en Queen’s.

Desde el martes se escribe la nueva versión de Nadal en hierba, que no alcanza la final en Londres desde que perdió la del 2011 contra Djokovic. Salvo el español y Federer, los otros dos tenistas más regulares de los diez últimos años, Djokovic y Murray, llegan envueltos en incertidumbres, ambos por la parte inferior del cuadro, la del español.

Djokovic, Murray y las dudas

Las dudas del escocés son físicas. Se pasó casi once meses de baja por su lesión de cadera antes de protagonizar un regreso discretísimo en Queen’s. Mientras que los problemas de Djokovic son anímicos, aunque en las últimas semanas ha recuperado parte de su instinto competitivo en la pista.

A Federer, el dueño del jardín, el ocho veces campeón, poco le afecta el resto. Se viste con el modelito vintage de turno preparado por Nike y salta a la pista a dibujar maravillas. ¿Importan cifras y rivales para calibrar su favoritismo? Poco o nada porque vive (de un salvaje esfuerzo en la sombra y) de la inspiración de un artista en la pista. Debuta mañana contra el serbio Dusan Lajovic. Y, si el domingo día 15 levanta otra vez la copa, tendrá ya 21 grand slams y 99 títulos de la ATP que contar a los nietos que le den sus cuatro hijos.

A mes y pico de cumplir sus 37 años, trazaría su teórico camino hacia la final con partidos contra Lukas Lacko en segunda ronda, Leonardo Mayer en tercera, Borna Coric (contra el que perdió la final de este año en la hierba de Halle) en octavos, Kevin Anderson en cuartos y Marin Cilic en la penúltima ronda.

Garbiñe defiende su corona y encara la presión de las alturas 

Sincera y directa, la propia Garbiñe Muguruza explicó el año pasado el tormento que vivió al sentirse la defensora del título de Roland Garros. Tanto que, cuando perdió en París esa condición, se notó liberada. La española regresa a Londres como actual campeona. Y en Wimbledon el peso de la púrpura le obliga a una serie de compromisos. Pero la jugadora hispanovenezolana parece haber conseguido ahora una mayor estabilidad anímica en la pista. ¿Tanto como para revalidar el título en la catedral?

Muguruza, de 24 años, debuta ante la inglesa Naomi Broady (133 WTA). Situada en la parte superior del cuadro, se enfrentaría en su tercer partido a la inglesa Johanna Konta, semifinalista en Londres el año pasado. En octavos le esperaría Daria Kasatkina. Quedarían Angelique Kerber o Caroline García en cuartos, con Simona Halep, Maria Sharapova o Petra Kvitova en semifinales.

Pese a sus altibajos de carácter, la caraqueña se crece en los grand slams. De hecho, al margen de sus títulos en Wimbledon y Roland Garros, solo ganó otros cuatro torneos Hobart 2014, Pekín 2015, Cincinnati 2017 y Monterrey 2018.

Muguruza solo se cruzaría con Serena Williams, esta vez cabeza de serie número 25 por su baja por maternidad, en la final. La campeona de 23 grand slams debuta ante Arantxa Rus.