«Enhorabuena, bien jugado», o cómo encajar con elegancia una derrota para la historia de Nadal

Fernando Rey Tapias

DEPORTES

ALY SONG | REUTERS

Solo el triunfo de Nadal sobre Federer en la final de Roland Garros del 2008 fue tan contundente como este

28 ene 2019 . Actualizado a las 08:19 h.

«Enhorabuena, bien jugado». Estas, o parecidas palabras, serían las que dijo Nadal a Djokovic al darle la mano al término de la final de ayer del Open de Australia. Habían transcurrido solo dos horas y cuatro minutos del que, por los antecedentes entre ambos, se presuponía uno de los partidos más reñidos. Cuando el duelo tocó a su fin, el apabullante marcador a favor del serbio (6-3, 6-2 y 6-3) reflejaba bien lo que había sucedido en el Rod Laver Arena. Un dominio aplastante del de Belgrado, que no dio opción al español en ningún momento.

Desde la primera bola Djokovic impuso un ritmo trepidante, que Rafa era incapaz de mantener. Las estadísticas son un fiel reflejo: 5 breaks logrados por Novak, ninguno por Rafa; 28 errores del español por solo 9 del balcánico; 8-3 en saques directos para el serbio; y un mucho mayor porcentaje de saques ganados con el primero que con sl segundo servicio para al vencedor de ayer.

Un error en todo un set

Novak hacía daño y dominaba con su saque, anticipaba con restos profundos los saques de Nadal, llegaba a todas las bolas con movimientos felinos e imponía un ritmo altísimo a todos sus golpes, no dejando que el español jugase cómodo ni pudiese tomar la iniciativa del juego. Ganar un set con solo un error no forzado, golpeando con la intensidad que lo estaba haciendo, lo dice todo.

Cierto que este tipo de superficie es favorable al serbio y que aquí, en Melbourne, es donde se ha hecho imbatible. Pero nadie esperaba después de ver las actuaciones de Rafa un dominio tan claro en todos los aspectos del juego. Una superioridad comparable, quizá, a la paliza que le propinó Rafa a Roger Federer en la final de Roland Garros en el 2008.

Tampoco las dejadas

En pistas duras, los golpes de Djokovic son más fluidos, más naturales, que los de Nadal. Hace más daño con su saque, sus restos son más agresivos y no tiene ningún lado débil, ni para atacar, ni para defender, faceta en la que su anticipación y movilidad son excepcionales. Para colmo, si en las dejadas o contradejadas no estás fino, y no consigues ganar puntos que puedan hacerle dudar, se reducen casi a cero las posibilidades de poder superarle.

En el aspecto mental, en el que el español es tan fuerte, también tropieza aquí con la fiereza competitiva que ha caracterizado al de Belgrado, pero con un añadido importante: Novak siempre juega al máximo contra Rafa. Es su rival por excelencia, al que no le concede ni un respiro, contra el que se supera al límite de sus condiciones. Contra Roger o Murray nunca ha tenido ese plus de llevar al límite todas sus cualidades, algo que sí hace contra Rafa.

Un «drive» cruzado inocuo

Además, hay un aspecto táctico que hay que tener en cuenta. Así como Federer se pasó años sin ser capaz de contrarrestar con su revés el drive cruzado de Rafa, al manacorí le sucede algo parecido, pero al contrario. El drive cruzado de Nadal, que tanto daño suele hacer, sobre todo a jugadores de revés a una mano, contra Djokovic no solo no funciona, sino que le proporciona al serbio la ocasión de comenzar a ejercer más fácilmente su dominio en el juego. Evidentemente no será fácil un cambio táctico tan acusado. Pero al igual que lo hizo Federer en su día, en el futuro, sobre todo en partidos que no sean en tierra, Rafa tiene que iniciar más los peloteos sobre la derecha de Novak.

De lo que volvió a dar una lección ayer el español es de saber estar. La actitud de Rafa es siempre digna de premio. Sabiendo ganar y, como en este caso, sabiendo perder con dignidad y sin un mal gesto.

En definitiva, esto es el tenis. Novak ha demostrado estar en una forma excepcional y que va a por todo; Rafa, que ha tenido una extraordinaria recuperación, con mejoras en su juego; Roger, que sigue en busca de otro grand slam, y los jóvenes, que ya quieren protagonismo en las rondas finales. Australia ha sido un gran torneo en el que Osaka y Djokovic han repetido los triunfos del US Open, pero ya es pasado, y a partir de hoy comienzan nuevos desafíos.

El serbio ya tiene 15 grandes y rebasa a Sampras en la clasificación histórica

«Uno de mis primeros recuerdos del tenis es Pete Sampras ganando Wimbledon. En Kapaonik, un pueblo rural al sur de Serbia, nadie había tocado nunca una raqueta. El hecho de verle a él fue un signo del destino para empezar a jugar y, con ello, aspirar a ser tan bueno como él», recordó ayer Djokovic después de superar la cifra de grand slams del jugador norteamericano. Quince tiene ahora el balcánico, por los 14 del estadounidense.

Djokovic explicó que el tenista de Maryland fue «una de sus primeras imágenes de tenis» en su vida. El serbio, a sus 31 años, se queda a solo dos grandes de la cifra de 17 de Nadal, y a cinco de la veintena de Federer.

El más próximo de todos a la retirada parece el suizo, con 37 años. Nadal se queda en 32. Djokovic, quien aumentó en casi mil puntos su diferencia en el ránking mundial respecto al balear, desveló que el australiano Roy Emerson le comentó en tono de broma que estaba muy cabreado con que él hubiese superado su antigua marca de seis títulos en el primer grand slam del año.