Florentino versus Ramos, el soberbio contra el cacique

Fernando Hidalgo Urizar
Fernando Hidalgo EL DERBI

DEPORTES

MARIA PEDREDA

08 mar 2019 . Actualizado a las 20:48 h.

Los grandes títulos esconden debajo de la alfombra toda la basura que pueda haber por los alrededores. Eso es lo que ha pasado en el Real Madrid en los últimos años, que a pesar de la gesta de ganar cuatro Ligas de Campeones en cinco temporadas, la alfombra tapaba cada vez más y más porquería. Porque Florentino Pérez no ha sabido aprovechar las victorias para generar futuro. El presidente blanco alcanzó ese punto de soberbia en el que, aislado por completo de la realidad, cree que sus decisiones, por ser las suyas propias, son las únicas posibles que se pueden tomar y, por supuesto, las únicas que garantizan el éxito.

Resulta que creyó que había construido un trasatlántico en el que el único indispensable era él. Pensó que la ausencia de un marinero como Cristiano Ronaldo no era necesario sustituirla, que su obra no dependía de ningún otro solista. Que él había configurado una plantilla de tal calibre que con fichar a Mariano ya se compensaban los cincuenta goles del portugués. Y que con robarle a la selección el entrenador todo quedaba niquelado.

Mientras tanto, Sergio Ramos ya se había convertido en un poder fáctico, no solo del vestuario, sino del propio club. El gran central andaluz se ha hecho tan fuerte que se ha permitido echar pulsos a entrenadores y al mismísimo Florentino, siguiendo la más pura tradición de otros exmadridistas como Raúl. No olvidemos que si bien es cierto que la entidad merengue ha sido una gran fábrica de estrellas también ha acogido a caciques de talla mundial, como es el caso de los dos citados.

El peso que adquirió en el equipo y su enorme contribución a los éxitos de los últimos años, le han endiosado hasta el punto de que si un entrenador quiere triunfar en este club lo primero que debe tener es el beneplácito del defensa de Camas.

«Tú me pagas y yo me voy», dicen que le espetó Ramos al presidente después de que este le amenazara con el despido. Florentino bajó al vestuario vestido de forofo a pedir explicaciones a la plantilla por su desastre ante el Ajax y se encontró a Ramos marcando territorio y retándole a que lo despida. Lo siguiente ha sido la filtración de la discusión, la cual no ha debido de hacer gracia precisamente a un presidente que ve menguada su autoridad públicamente. Y no solo su autoridad, porque Ramos le recriminó a su superior su fracaso en la gestión, dado que le advirtió sobre la falta de un delantero y él solo trajo a Mariano.

¿Qué va a pasar a partir de ahora? Florentino necesita un golpe de efecto rápido para evitar que la situación se pudra. Y, sobre todo, para conseguir salir del centro de la diana en el que ahora mismo le ha puesto un sector del madridismo que tras la debacle europea coreó «Florentino dimisión». No hay cosa que lleve peor el dirigente que su popularidad esté por los suelos. Amigo de hacer encuestas y obsesionado por la imagen que de él tengan sus socios, se encuentra en una situación que nunca vio venir cegado por su soberbia.

No lo tiene fácil el ingeniero Pérez. Debe fichar un entrenador de peso, lo cual es complicado. No hay que olvidar que tras la marcha de Zidane fueron varios primeros espadas los que le dijeron que no a sus cantos de sirena. Al mismo tiempo, debe acometer la reconstrucción de una plantilla de enorme potencial, pero desequilibrada, amanerada y con varios elementos decadentes.

Y, por último, debe despedir pronto a Sergio Ramos porque el Real Madrid no es el Olimpo griego y solo admite un único Dios verdadero.