Soberbio Jon Rahm, colíder, que inicia el Masters de Augusta por el libro

DEPORTES

MIKE SEGAR

El jugador vasco comparte el primer puesto en Augusta, después de afinar en las tres zonas señaladas por su entrenador

12 abr 2019 . Actualizado a las 08:18 h.

Lució el sol en un cielo azul salpicado de nubes blancas, los greenes de Augusta empezaron a endurecerse, el Masters se reestrenaba para Jon Rahm con estruendo al tener a Tiger Woods como compañero de partida y el jugador español compitió por el libro. Ejemplar. Cinco horas después de salir al campo, enfiló hacia la casa club como colíder provisional, con 69 golpes (-3), los mismos que el sudafricano Justin Harding, el australiano Adam Scott y el estadounidense Patton Kizzire. Los cuatro habían terminado ya su ronda, con más de 40 jugadores en el campo.

Su entrenador de siempre, Eduardo Celles, había señalado el miércoles en La Voz tres lugares donde Rahm debía afinar su juego en Augusta. Y bordó el plan. Necesitaba ganar confianza en los tres primeros hoyos y se cobró un birdie en 2; necesitaba salir airoso del Amen Corner -la mítica sucesión del 11, 12 y 13- y le ganó otro par de golpes al campo en las banderas que abren y cierran uno de los rincones más emblemáticos del golf; y necesitaba no enredarse en uno de los pares 3 con trampa, el 16, y gestionó con frialdad el par.

A Rahm, que ya había conseguido el mejor resultado en el acumulado de las tres últimas rondas del Masters del 2018, le acompañó una muchedumbre desde el golpe de salida sin que se arrugase lo más mínimo. Porque compartió partida con Woods -al que ya había ganado en su individual de la última Ryder- y juntos hilvanaron dos vueltas esperanzadoras. Si el español totalizó -3, el norteamericano llegó a la casa club del Augusta National con -2, un resultado que, a sus 43 años, refuerza sus opciones para conseguir su decimoquinto grand slam, su quinta chaqueta verde del Masters.

Para tomar posiciones, Rahm sacó brillo a su putter, un palo que requiere un imprescindible acierto para aspirar a algo en Augusta. Como cuando embocó un birdie de ocho metros en el 4; o cuando afinó otro más largo todavía en el 11, después de un espectacular golpe de recuperación desde la pinaza; o también en el 13, donde desde 17 metros dejó el birdie hecho.

El inicio del Masters de Augusta dejó, como de costumbre, una primera nómina de jugadores malparados. Empezando por los dos últimos campeones, Patrick Reed y Sergio García, ambos con +1 después de completar sus 18 hoyos. Los mismos que Rory McIlroy. Aunque la cara del fracaso la encarnaba Jordan Spieth. Con 9 hoyos todavía por jugar, su marcador arrojaba un preocupante +4. Lo peor para el fenómeno de Dallas (segundo en el 2014 en Augusta, campeón en el 2015, de nuevo subcampeón en el 2016 y tercero la pasada primavera) es que su naufragio, en una temporada en la que le ha abandonado el putt, ya no sorprende a nadie.