El Barca, sin pegada ni confianza

J.V. READCCIÓN/ LA VOZ

DEPORTES

SERGIO PEREZ

Los de Setién perdonaron en la primera parte y se hundieron en la segunda sin el balón

02 mar 2020 . Actualizado a las 08:52 h.

Si Pep Guardiola le pasó sus notas sobre el Real Madrid a Quique Setién, en esa reunión entre dos amigos en el hotel en el que se hospedaba el City tras su partido de Champions contra el equipo que prepara Zidane, el técnico santanderino no las entendió. El Madrid ganó al Barça con sus armas: velocidad, coraje y un Vinicius que es el único futbolista que marca la diferencia en un Madrid triste en ataque. Vinicius se doctoró en el templo madridista ante un Semedo que nunca lo encontró.

El Barcelona tuvo su momento en la primera parte. Pudo resolver el partido, pero perdonó, aunque Courtois también ayudó a salvar a su equipo. Los blaugranas, que cometen errores hasta groseros en defensa, son un equipo que roza la excelencia en ataque. Si algo no resiste una comparativa entre Barca y Madrid es el ataque. En la Liga el equipo que ahora dirige Setién había marcado 16 goles más. La falta de pegada fue ayer el talón de Aquiles del equipo catalán.

En la primera parte el Barcelona supo minimizar las pérdidas en la salida del balón y tuvo presencia en el campo, tanto de forma colectiva como individual. No abusó del toque insulso y aburrido, sino que encontró la forma de hacer daño a la defensa del Real Madrid.

Los partidos son dinámicas y en la segunda parte el Real Madrid estuvo mejor. El Barcelona, que no aprovechó su momento, sufrió frente a un Madrid que era ya un ciclón. El Barcelona se defiende con el balón, con la posesión, y cuando no lo tiene, sufre. Pronto quedaron en evidencia sus carencias defensivas. Jordi Alba jugó, aunque sigue renqueante, Umtiti no ha vuelto a ser el mismo tras su lesión y Semedo nunca pudo con el talento de Vinicius. Frenkie de Jong, que lo había bordado con el Ajax en el Bernabeu no apareció, sigue en horas bajas, mientras que arriba Griezmann, que justifica con cuentagotas lo que costó, desapareció y acabó marchándose al banquillo. Messi tampoco pudo disfrutar en su jardín.

La salida de Braithwaite, un futbolista que muerde, no fue el aire freso que el Barça necesitaba, fue solo una simple brisa, con una jugada en la que pudo marcar. Tampoco ayudó la salida de Rakitic o Ansu Fati. Ya no había solución para frenar a un Real Madrid lanzado, que robaba y encaraba. El hundimiento del Barcelona en la segunda parte es digno de estudio. La imagen fue mala y dejó escapar el liderato