Pau y Marc Gasol: inicio y fin de viaje en Saitana

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BRIAN SNYDER | REUTERS

La selección de baloncesto cae eliminada en cuartos de final y se queda sin medalla en el último partido de los hermanos en unos Juegos

03 ago 2021 . Actualizado a las 23:29 h.

El vagón de la ruta circular del baloncesto español tuvo ayer su última parada en el mismo andén del que partió hace 15 años: el pabellón de Saitama, el lugar en el que Pau y Marc Gasol, Rudy Fernández y Sergio García se proclamaron campeones del mundo por primera vez en el 2006. Los dos hermanos se apean aquí, y está por ver lo que sucede con el resto de supervivientes de aquella hazaña. Desde ese mismo parqué se dijo adiós a una parte fundamental de la historia del baloncesto español. El tren volverá a partir en busca de un nuevo ciclo, pero lo hará sin sus pasajeros más ilustres. El prólogo y el epílogo se quedan en tierra, en Japón. Ha sido un viaje espectacular e inolvidable. Para ellos y para todo un país.

La selección española de baloncesto regresa a casa tras caer en los cuartos de final de los Juegos de Tokio (81-95). Demasiado pronto aparecieron esta vez los Estados Unidos enfrente y, de nuevo, no pudo ser. No haber ganado a los americanos en todo este ciclo será la espina de la mejor generación de la historia del baloncesto español. Un reto para los que vengan.

El reto, si ya era difícil en Pekín o en Río, era supremo en Tokio. El gallego Abalde fue titular. También contra Estados Unidos. El duelo entre los dos equipos con mejor ránking internacional tuvo un inicio poco acertado para ambos.

España se rompía los cuernos para tratar de maximizar sus posibilidades defensivas ante anotadores como Kevin Durant o Damian Lillard. Scariolo alternó defensas en zona con individuales. Intensidad y agresividad, tanta que Rudy Fernández se tuvo que ir al banco muy pronto con dos personales.

Costó el primer cuarto. Costó mucho. El equipo se mantuvo a flote gracias aun Ricky Rubio —de nuevo— espectacular y a un Víctor Claver tan discreto como generoso en su aportación.

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Una falta de Pau Gasol que le costó tres tiros a España marcó un punto de inflexión y la selección fue a más. La segunda unidad dio vida al equipo con un Sergio Llull inspirado en sus primeros minutos, armando la mano en décimas de segundo. El menorquín fue ese jugador que tanto han disfrutado en el Real Madrid y que se han perdido en Houston. Un tapón de Usman Garuba a Jason Tatum —pocas tarjetas de presentación mejores de cara a su futuro en la NBA— acabó de convencer a España de que se podía hacer algo más que luchar.

El combinado nacional se fue por delante en el marcador en el primer cuarto ante la todopoderosa Estados Unidos (21-19). Pero más que el marcador, lo importante eran las caras de mosqueo de los americanos, que no acostumbran a perder un primer cuarto.

A día de hoy, dar descanso a Ricky Rubio en la selección española es un marrón en el que pocos se querrían ver. Pero en el segundo cuarto, Sergio Rodríguez se dedicó a desplegar todo su repertorio, interminable cinco Juegos Olímpicos después, mientras Willy Hernangómez explotaba todas sus virtudes debajo de canasta. En los dos aros. El de los Pelicans. sumó seis rebotes y tres tapones en los ocho minutos que dispuso en la primera parte. Nadie tiene su facilidad de sumar estadísticas en el equipo español como él.

Entre el madrileño y el canario hicieron soñar a un país que se pegó un madrugón de escándalo para casi obligado para acompañar frente al televisor a un equipo inolvidable. Puede que fuese la última vez. Pero, a más de 10.000 kilómetros, pestañear era un atrevimiento cuando España se colocaba once puntos arriba en el marcador —se convertirían en 10 después de que los colegiados corrigiesen un triple de Sergio Rodríguez por pisar la línea—. Una renta sustentada en el espectacular dominio del rebote del conjunto español.

Tras el botín, llegó la reacción de los de Popovich liderada por Kevin Durant. El alero de los Nets es uno de los mejores anotadores de todos los tiempos y lo demostró con un repertorio de canastas de todo tipo, con un triple imposible incluido. A España se le empequeñeció el aro y el partido se fue empatado al descanso.

Y llegó la racha

Sabía España que las rachas de Estados Unidos llegarían. El talento y el físico de sus jugadores es inigualable y ante el chaparrón solo cabría tener la cabeza fría. Pero cuando Kevin Durant activa su mejor nivel, las consignas se quedan en papel mojado. El americano desespera. Es casi injusto ver cómo su talento es capaz de eclipsar un brillante esfuerzo colectivo.

El 7 enchufaba una tras otras y desactivó a España durante buena parte del tercer cuarto. Con una facilidad insultante, Estados Unidos impuso un parcial de 6-22 que aniquilaba prácticamente todas las esperanzas. Pero la casta de un equipo campeón como el de Scariolo hizo que los jugadores se las arreglasen para llegar al último cuarto tan solo seis tantos por debajo. Del 6-22, se pasó a un 20-26.

No dejó soñar demasiado Estados Unidos en el último cuarto. Ni Durant ni Tatum querían permitir la más mínima amenaza. Pau Gasol se despidió de los Juegos desde el banquillo en el día en el Ricky batió su récord de puntos en un partido olímpico (38 para el base).

Contra Estados Unidos, sin medalla al cuello, España cerró en Japón el ciclo más glorioso de su historia. Lo hizo en Saitama, donde todo empezó en el año 2006. Un viaje espectacular.