Djokovic sufre el tortazo de su vida

Paulo Alonso Lois
PAULO ALONSO REDACCIÓN / LA VOZ

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El serbio destroza su raqueta en el segundo set, durante la final de Nueva York
El serbio destroza su raqueta en el segundo set, durante la final de Nueva York John G. Mabanglo

El serbio, el único jugador desde 1969 que se vio a un partido de completar el Grand Slam original, con los cuatro «majors» en una misma temporada, se estrella frente a Medvedev en el US Open

13 sep 2021 . Actualizado a las 20:49 h.

«He jugado 1.176 partidos, pero ahora tengo el más importante de mi vida». La víspera de su hundimiento, Novak Djokovic (Belgrado, 1987) había ofrecido una reflexión impecable sobre la relevancia del encuentro que tenía ante sí en Nueva York. Racional, sin huir las preguntas sobre la trascendencia de la final, sereno... Ningún tenista desde 1969 se había fabricado una oportunidad semejante. Desde que Rod Laver logró su segundo Grand Slam -los títulos de Australia, Roland Garros, Wimbledon y US Open en una misma temporada-, nadie hasta ayer se había visto a un solo paso de repetir semejante hazaña. Así llegó el serbio al partido por el título en Flushing Meadows, respaldado por su triunfal paseo por las pistas de Melbourne, París y Londres. A un lado de la red, el balcánico, que, además, peleaba por sumar su vigesimoprimer major, lo nunca visto en la historia del tenis, y adelantar, algo que nunca había sucedido, a Roger Federer, al que en otoño se había unido Rafa Nadal también con 20; enfrente, Daniil Medvedev (Moscú, 1996), virgen todavía de victorias en las cuatro grandes citas. Y después de un partido disputado de forma eléctrica, con el público del Estadio Arthur Ashe entre el asombro y la euforia, el ruso tumba al favorito por 6-4, 6-4 y 6-4.

Djokovic ha caído, y ahora solo falta saber cuánto terminará en levantarse.

Porque nunca desde 1969 un jugador había tenido semejante oportunidad. El serbio lo quiso acaparar todo, y se estrelló en el último paso. Mientras Nadal y Federer seguían de baja por lesión, eligió acelerar. Y hasta optó a los Juegos de Tokio en las pruebas de individual y dobles. Su derrota ante Zverev en el torneo olímpico le desencajó. Y el impacto del tropiezo de ayer, pese al nivel superlativo mostrado por el serbio durante todo el 2021, está por calibrar.

Medvedev compitió excelso. Toda la excepcionalidad del partido mina el arranque de Djokovic, que elige servir para empezar la final y patina ya en el segundo punto con una doble falta. Se deja ese juego con un primer break que resultó un presagio. Ese desliz se traduce en el 6-4 inicial que Medvedev cierra con un ace.

Como el soberbio tenista que es, Djokovic se revuelve al inicio del segundo set. Y en el segundo juego ya se fabrica tres bolas de break. Tres oportunidades perdidas, hasta las cinco que terminará despediciando en una tarde para olvidar. Un dato ilustra su impotencia. El número uno del mundo corre sin demasiado sentido una y otra vez hacia la red. Hasta en 47 ocasiones en todo el partido, cuando la fiabilidad con un ritmo altísimo de fondo fue siempre su seña de identidad.

Enfrente, Medvedev tiene paciencia cuando resta y se muestra soberbio con el servicio (16 aces al final del partido). Por eso, cuando el ruso aborta la quinta bola de break y sitúa el 2-2 en el segundo set, aflora la peor versión de Djokovic, que golpea su raqueta y escucha la advertencia del juez de silla. Es el principio del fin. Al momento, cede su saque, lo que se traduce en otro 6-4 en la segunda manga.

La final parece resuelta cuando Medvedev sirve con 5-2 y 40-30 a su favor. Pero Djokovic levanta esa bola de partido y la grada estalla porque quiere más tenis y más épica. En la victoria o en la derrota del siglo. Se acerca con 5-4 el serbio, aprieta el puño, le jalea el público y llora. Llora. Genera un momento disparatado en la pista. Con sus lágrimas en pleno duelo y el público más maleducado abucheando al ruso. Del desafío emerge Medvedev con un tenis impecable. Gloria al nuevo campeón, reconocimiento para el gigante caído.