El caso Djokovic, o el dedo en la llaga de la ética de la vacunación

DEPORTES

ABDEL HADI RAMAHI

Su comportamiento y el de Australia destapó un debate que incluso tiene tintes políticos

21 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Sostienen algunos que el caso Djokovic se ha llevado al terreno extradeportivo, cuando solo se trata de un tenista intentando jugar un torneo. Sin embargo, la mayoría de los expertos (deportivos o no) coinciden en que, efectivamente, la situación generada por el tenista (el número uno del ránking mundial) puede condicionar bastante el devenir de la pandemia, más aun cuando uno de los graves problemas a los que se enfrentan las autoridades sanitarias es la adecuada implantación de la vacuna contra el covid, único atenuante que ha demostrado ser efectivo hasta el momento.

Si se ha politizado el pulso que le ha echado el serbio al Gobierno australiano es porque se trata de una cuestión política (a la que se sumó Francia apenas unas horas después de la resolución australiana de deportar a Djokovic y respaldando la obligatoriedad de estar vacunado para competir), pero también linda con el terreno de la libertad individual y la seguridad colectiva, la gestión de la pandemia y la organización de competiciones profesionales. Por eso, la actitud de Djokovic (y la respuesta de Australia) eran tan importantes.

Para Madó González, psicóloga del deporte, «el fondo del asunto es ético y deportivo, porque en el deporte hay que acatar los reglamentos y normas e, independientemente de las convicciones de cada uno, hay que ser consecuente con las decisiones que se toman. Es un tema de aceptación de normas».

Por encima del bien y del mal

«Deportistas de la talla de Novak Djokovic son referentes, sobre todo para la gente joven. Por ello, deben ser un modelo de comportamiento. Y no vale admirarlo solo por sus éxitos deportivos y no por su comportamiento». Madó González es tajante en este aspecto: «Djokovic es un mal ejemplo para los niños, y no está comportándose como debería». «Cree que su figura está por encima del bien y del mal, y el perfil de sus seguidores tiende a un discurso similar al que emitió su padre. Y habría que tener en cuenta también, las consecuencias que puede acarrear su actitud en la vida de las propias personas que le siguen a pies juntillas», concluye.

En la misma línea se pronuncia Mar de Santiago, profesora de Ciencia Política y Sociología de la USC. Parte de la base de que figuras como la de Djokovic son construidas. «Los modelos sociales como arquetipos de comportamiento normativizado y conducta social que ejercen su influencia en la ciudadanía existen, pero son seleccionados. Y como todo artefacto sociocultural, se construyen socialmente y son resultado de los procesos de socialización-educación de cada comunidad (Serbia, España, Australia…)», explica. El hecho de que el caso Djokovic fuese un tema de resolución inaplazable hizo más visibles estos aspectos.

«Es necesario dirimir estos conflictos éticos para gestionar con racionalidad, rigor y sentido común esta pandemia global. Entre ellos, quién eres y lo que eres (intereses, dinero, publicidad), frente a cómo eres (valores y conducta). O libertad y ejemplaridad, frente a igualdad, respeto y salud pública», analiza.

Ejemplaridad muy dudosa

Para Mar de Santiago, «sin duda, es una buena noticia la decisión tomada por Australia de expulsar al polémico y excéntrico tenista serbio», Además, la profesora de la USC recalca la importancia del entorno de Djokovic: «El padre y sus extravagantes declaraciones; el presidente de su país, que habla de episodio orwelliano, de torturas, humillación… Ya sabemos lo que hay detrás una ideología nacionalista identitaria, el caldo de cultivo para erigir en héroe a un sujeto más bien villano por sus declaraciones, actos, y no actos; y sus seguidores haciéndose fotos y prodigándose en las redes sociales».

«Todo esto como icono del negacionismo y el discurso antivacunas, un héroe o mártir de la causa, pero de una ejemplaridad muy dudosa y muy mal entendida, porque lo que ha de primar más que ejemplaridad es el respeto que conduce a la igualdad donde las leyes, normas y protocolos están para ser respetados y para cumplirse, seas quien seas. Un tenista o profesional del deporte de elite ha de saber que como persona y profesional que se pierde o se gana en la pista», concluye.

«Considero que el aviso a navegantes es innegable, pero de todas me quedo con la lección de Rafa Nadal cuando advierte que respeta la justicia y que ‘lo ideal es que en los mejores torneos participen los mejores jugadores’», apunta.

«Más carga de profundidad, imposible, porque ¿qué es lo importante aquí? Pues quien suma las dos posiciones anteriores (los conflictos éticos mencionados) y que se dirimen y visibilizan en situaciones de crisis como la acontecida estos días con un mentiroso número uno. Esta es la cuestión: ¿Qué es mejor, tener el mejor saque o la mejor cabeza? ¿Ser personaje o persona? Yo lo tengo claro y me atrevo a afirmar que la mayoría de la sociedad también», concluye.