Becas que quitan «el racismo de golpe»

Claudia Granda REDACCIÓN

EMIGRACIÓN

Alejandro García durante una sesión de cine en la calle en Casamance
Alejandro García durante una sesión de cine en la calle en Casamance

Tres universitarios cuentan su experiencia en el extranjero gracias a una estancias sufragadas por el Principado. El Gobierno lanza ahora la segunda edición de «Juventud Asturiana Cooperante»

02 may 2018 . Actualizado a las 16:58 h.

Los estudiantes asturianos tienen una nueva oportunidad para vivir una experiencia más allá de las fronteras europeas. El programa Juventud Asturiana Cooperante 2018 abrió el plazo el pasado 17 de abril para optar a trece becas de cooperación al desarrollo en nueve países de África, Oriente Medio y América Latina. Esta segunda edición, amplía el número de becas que el Principado financia con una partida total de 30.000 euros. El proyecto nació desde una intención educativa y de sensibilización que acerca, durante dos meses, la realidad de la cooperación al desarrollo a estudiantes, titulados y licenciados universitarios de entre 21 y 31 años. «También les ofrece la posibilidad de formarse en el ámbito del voluntariado internacional y reforzar su compromiso con la defensa de valores universales como la solidaridad, la igualdad y la justicia social», apuntó el consejero de Presidencia Guillermo Martínez durante la presentación de esta nueva edición. Los perfiles profesionales solicitados para la incorporación a los proyectos son titulados o estudiantes de Medicina, Enfermería, Magisterio, Idiomas, Trabajo e Integración Social, Ingeniería Agrícola, Psicología, Pedagogía.

En la anterior convocatoria, nueve jóvenes colaboraron durante dos meses en prácticas en Senegal, Sierra Leona, Bolivia, Nicaragua, Tanzania, Guatemala y Colombia en proyectos que llevan a cabo las oenegés Arco Iris, Ayuda en Acción, Asociación para la Cooperación Seronda, Amigos de ThionckEssyl de Asturias, Médicos del Mundo, Asociación Matumaini, Asociación Gaspar García Laviana y Pueblo y dignidad. Durante el acto, Martínez ha explicado el significado especial que Juventud Asturiana Cooperante tiene para el Gobierno de Asturias. «Da visibilidad a la labor solidaria de los jóvenes y pone en valor la importancia del voluntariado como herramienta para ejercer el derecho a participar y transformar la realidad». En esta nueva edición se suman, además, las organizaciones Edad Dorada Mensajeros de la Paz y la Fundación Jóvenes y Desarrollo. La primera edición se cerró con un gran éxito, tras la cual sus protagonistas compartieron sus experiencias en un vídeo que se compartió a través de YouTube.

«Un mes allí te quita el racismo de golpe»

Uno de ellos es el colungués Alejandro García Barbas, graduado en Trabajo e Integración Social. En septiembre viajó por tercera vez a Casamance, Senegal, y por primera a través de esta beca de cooperación. Allí su labor se centró en desarrollar actividades de sensibilización y de acceso a la educación para las mujeres. «Llevamos a cabo un programa de cine en la calle, en las que visionamos películas como Brave o Quiero ser como Bechkam. Después debatíamos», cuenta Alejandro, que insiste en la actitud de sus gentes, tan abiertas y dadas a la palabra. Destaca también las charlas en los colegios. «Teníamos miedo a las reacciones cuando explicásemos por qué una mujer debería ir a la escuela. Ellas no acuden por tres razones principales: los embarazos prematuros, el matrimonio precoz y las tareas del hogar. Meter el dedo en ese tema pica porque, si o hacen ellas las tareas, ¿quién las hace?», explica. Para su sorpresa, no hubo problema y la respuesta fue gratamente favorable. «Allí el ambiente es de cachondeo, continuamente se están riendo y te hacen sentir cómodo, uno más».

Alejandro García se reúne con la asociación SCO-FI, que lucha por los derechos de las mujeres
Alejandro García se reúne con la asociación SCO-FI, que lucha por los derechos de las mujeres

«Estar un mes allí te quita el racismo de golpe», afirma Alejandro que anima, sin lugar a dudas, a todo el mundo a llevar a cabo una experiencia como esta. «Conocer la experiencia en primera persona te hace entender que las necesidades que ellos tienen son las mismas: tener a tu familia y poder mantenerla». La beca ha ayudado a Alejandro a adentrarse y conocer en gran medida el trabajo de cooperante. Esta tercera visita a través de la beca de cooperación del Principado le supuso una mayor independencia, una oportunidad de desarrollar actividades por su cuenta y enfrentarse a a una realidad totalmente distinta. «El trabajar con un mínimo de independencia te da un plus de autoestima», explica. Tras tres visitas a Casamance ya se siente como en casa. «Intentaré volver de nuevo en octubre».

 «No te cambia la vida ni se la cambias a ellos, pero sí la forma de verla»

Pablo Rodríguez Arias se enteró de la existencia de esta beca hará aproximadamente un año, a través de un medio de comunicación. Hace dos años se graduó en Economía y, actualmente, se encuentra realizando un máster en la Universidad Complutense de Madrid. A finales de julio del pasado año Pablo tomó un avión con destino a Guatemala, donde colaboraría en actividades relacionadas con microcréditos en el municipio de Mozonte. Una vez dentro de la dinámica de la asociación comenzó a realizar otras actividades, como repartir comida por los colegios o acompañaba a agricultores. Tal y como explica, las aldeas que rodean al núcleo urbano de Mozonte las conforman entre 50 y 100 personas. «Las condiciones de vida allí eran complicadas, ni siquiera tenían agua corriente. Vas a ayudar pero te das cuenta de que tu ayuda no es nada».

Pabo Rodríguez reparte alimentos a dos niñas nicaragüenses
Pabo Rodríguez reparte alimentos a dos niñas nicaragüenses

A pesar de asegurar que los inicios fueron duros, Pablo asegura que denominar la experiencia como «enriquecedora» es quedarse corto. «No es que te cambie la vida ni tú la cambias, pero sí la forma de verla», explica. Sobre todo en su caso. A diferencia del resto de sus compañeros, el viaje lo realizó solo y se instaló en casa de una familia oriunda. «La abuela había sido guerrillera en la guerra de Nicaragua. las historias que me contaba eran alucinantes». Todo eso, unido a sus propias experiencias, hicieron de su viaje el más enriquecedor de su vida.

 «Si ya fui una vez y quiero volver, ya te lo digo todo»

Leticia Menéndez Sagüés ya había estado anteriormente en Colombia en una situación similar. A través de la Agencia Asturiana de Cooperación decidió presentarse para optar a esta beca. La frase que resonó en las entrevistas lo dejaba todo claro: «Si ya fui una vez y quiero volver, ya te lo digo todo». Así que voló a Guatemala para trabajar en el Proyecto Belice. Esta graduada en psicología se encargaba, junto con otros cooperantes de dar una oportunidad a jóvenes de zonas marginales marcados por el estigma del lugar en el que viven. «Los chavales participaban en una beca académica con la que recibían media jornada de formación y media de trabajo. También impartíamos clases de formación humana: talleres de redes sociales, de sexualidad...».

Leticia (en el centro) junto con algunos de los jóvenes del programa Puente Belice, en uno de los talleres de radio
Leticia (en el centro) junto con algunos de los jóvenes del programa Puente Belice, en uno de los talleres de radio

Volver es algo que tiene en mente pero que, por el momento, no le es posible dado que actualmente se encuentra trabajando. «Es una experiencia enriquecedora. A quien esté barajando la idea de realizar un viaje como esté le diré que no deje que le paralice el miedo o lo diferente. Muchos de los países de destino están relacionados con violencia, inseguridad o peligro, pero es increíble». Una experiencia, asegura, que te pone a prueba a tí mismo.