La aventura laboral de ser «au pair»

Carmen Fernández REDACCIÓN

EMIGRACIÓN

Gemma Pérez en la catedral de Santa Maria del Fiore, Florencia
Gemma Pérez en la catedral de Santa Maria del Fiore, Florencia

Gemma Pérez Méndez comparte su experiencia sobre ser una niñera asturiana en Italia

09 ene 2019 . Actualizado a las 17:52 h.

Gemma Pérez Méndez es una de las muchas asturianas que, debido en parte a la mala situación laboral, mezclado al espíritu viajero propio de su generación millenial, ha decidido emigrar buscando nuevas oportunidades y conocer otras culturas. Esta joven de 27 años, natural del pueblo del occidente astur, Puerto de Vega, comenzaba su aventura en Italia hace tres años, cuando decidió, frente a todo pronóstico, ir a trabajar de au pair. A pesar de regresar a España, este año ha vuelto a repetir experiencia en Florencia, donde lleva desde el 1 de octubre.

Gemma estudió cocina en la escuela de hostelería y turismo de Tapia de Casariego, algo que le serviría para ejercer lo estudiado en un mundo de trabajo estacional que, como ella misma cuenta, solo funciona en verano. «Siempre he sido una chica aventurera, a la que no le da miedo coger su mochila y sus cuatro cosas, y aquí me encuentro por segunda vez en Italia, esta vez en el centro de Florencia». Así explicaba esta naviega los motivos por los que, juntando su valentía y ganas de vivir, se adentró en el mundo au pair. «¿Por qué Italia? Porque vivo enamorada de su idioma, de su gente, de su arte, de sus calles…», así describe su sentimiento por este país, en el cual ha repetido experiencia como niñera durante dos años.

La primera vez que decidió probar esta experiencia tuvo que enfrentarse a malas caras y a algunos impedimentos pues, tal y como ella cuenta, el trabajo de au pair aún está mal visto, porque se tiene la creencia y el miedo de que exploten a la persona o que incluso la familia pueda hacerle algún daño. «Siempre me dicen lo mismo, que estoy loca, que a la familia con la que vas a vivir solo la ves tres veces por una cámara antes de ir, que no sabes lo que te vas a encontrar, que cómo dejas todo lo que tienes aquí...», cuenta esta asturiana, argumentando que, si bien es verdad que al principio tenía las típicas dudas que te surgen antes de hacer algo nuevo, ha tenido mucha suerte con las familias que le han tocado.

Admite también que no le fue muy difícil aclimatarse a pesar de que su primera vez llegó sin saber el idioma más allá de las típicas expresiones: buongiorno, grazie e buon appetito. «Los españoles siempre pensamos que el italiano es muy fácil, cierto que es fácil porque es muy similar, pero en una frase de diez palabras igual solo entiendes dos. De todas formas, aun ignorando el idioma, si las dos partes se empeñan y ponen atención, se pueden comunicar sin problema alguno», dice, añadiendo además que a las tres semanas de estar allí ya podía defenderse.

Un cambio radical respecto al nivel de conversación que tiene ahora ya que su plan a corto plazo es presentarse al examen de intermedio de certificación del italiano como lengua extranjera. Ha mejorado su idioma gracias a las redes sociales donde consiguió conocer gente y «la cantidad de turistas y gente erasmus aquí facilitan aún más que te sientas como en casa», dice Gemma, aunque también reconoce que echa de menos Asturias, donde están sus amigos y su familia. «Por suerte vuelvo en navidades, como el turrón. Tengo ganas de sentarme en el puerto y ver el mar», explica melancólica, a pesar de que después de Reyes volverá a Florencia, pues su futuro, de momento, está en Italia.  «No me arrepiento de nada, es toda una aventura, a mi ver, es una experiencia fantástica, pero sobre todo una vía de escape, una manera de comenzar una vida de cero, introducirte en una cultura que no es la tuya desde la propia raíz, el formar parte de una familia» concluye esta asturiana con el corazón dividido.