80 años del verano en que llovieron bombas en Gijón

Juan Carlos Gea REDACCIÓN

GIJÓN

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El Ateneo Obrero rescata una exposición sobre los bombardeos sufridos en la ciudad durante la guerra civil, que se iniciaron el 22 de julio, como recuerdo y homenaje a los civiles asesinados

21 jul 2016 . Actualizado a las 17:22 h.

En el verano de hace ochenta años, los vecinos de Gijón no miraban el cielo para preguntarse si el día estaría o no de playa. El sonido de un avión no era, en aquellos días terribles, el anuncio de un festival aéreo. Ni los estampidos que venían del mar voladores de romería. Como para todos los españoles, para los gijoneses el verano de hace 80 años fue especialmente trágico. El inicio de la guerra civil supuso también el comienzo de 15 meses de bombardeos por mar y aire que se convirtieron en una pesadilla constante de sirenas, refugios y sufrimiento para una ciudad donde los civiles en la retaguardia se convirtieron en objeto prioritario de las acciones militares. Y todo comenzó un 22 de julio con un bombardeo en el que dejaron cuatro muertos y una herida. Tres de los fallecidos eran socios del Ateneo de La Calzada.

De ahí la fecha y el emplazamiento del acto que ha previsto para este sábado, día 23, a las 12,30 en el Ateneo Obrero de Gijón: la reinauguración en el actual Ateneo de La Calzada, hoy centro municipal, de la exposición Gijón bajo las bombas, como recuerdo y homenaje a los civiles que entre aquel 22 de julio y la entrada de las tropas nacionales el 21 de octubre del año siguiente estuvieron permanentemente expuestos a los bombardeos del crucero Almirante Cervera y los aviones nazis de la Legión Cóndor, y también ocasionalmente a los del acorazado España. Una forma de sumarse a la efeméride de los 80 años del golpe contra la II República evocando sus terribles consecuencias desde el lado de los que más la sufrieron: civiles que sentaron un trágico precedente para lo que solo tres años después empezaría a escala aún mayor.

La muestra Gijón bajo las bombas / Xixón so les bombes fue producida en 2011 por la desaparecida concejalía de Memoria Social del ayuntamiento de Gijon. Su comisario, el historiador Héctor Blanco, estará presente en el acto para explicar sus contenidos, que incluyen 15 paneles de imágenes y texto, así como una maqueta de las bombas empleadas por la Legión Cóndor en sus bombardeos. El acto contará también con la intervención de la vicepresidenta de la entidad cultural, Emilia Vázquez.

El grueso de esas imágenes son fotografías, y entre ellas destacan, como no podía ser de otro modo, los impresionantes documentos de Constantino Suárez, el más destacado de los cronistas visuales de la guerra civil en Asturias. Sus imágenes dejan constancia de la devastación que sembraron las batallas locales por el control de los reductos nacionales en Gijón -el Simancas y el cuartel de Zapadores- y los proyectiles que desde el Cantábrico y desde el cielo castigaron una ciudad con puerto estratégico y con un simbolismo político especial. Por todo ello pagaron muy caro los vecinos y vecinas de Gijón, que muchas veces hubieron de pasar por la combinación de terror y tedio que Nicanor Piñole reflejó en su obra El refugio, de 1937, y que otras veces fueron destrozados por las deflagraciones, la metralla o los escombros.

Detalle de «El refugio» (1937), de Nicanor Piñole
Detalle de «El refugio» (1937), de Nicanor Piñole

De aquellos 15 meses, la fecha más devastadora fue un fatídico 14 de agosto en el que la aviación nacional, que normalmente operaba desde el aeródromo de la Virgen del Camino en León, se ensañó con la villa de Jovellanos. Aquella noche, los encargados del depósito de cadáveres registraban 53 muertos y un centenar de heridos. No hay registro exacto de cuántos civiles murieron en Gijón durante ese amargo verano y en los meses siguientes, en los que la ciudad se convirtió en uno de los yunques donde con más saña se fraguaron las atroces tácticas de la guerra moderna.