«La compra a granel no es una moda, es una conciencia»

GIJÓN

Lucía Ríos, en Biodieta, y Lucía Montero, en el interior de Granel.
Lucía Ríos, en Biodieta, y Lucía Montero, en el interior de Granel.

La venta de alimentos y productos de limpieza al peso se abre camino en Gijón en tiendas ecológicas y de producción sostenible en las que la filosofía imperante es el consumo responsable

14 sep 2017 . Actualizado a las 18:34 h.

Comprar a medida y con medida. Como antaño, cuando los supermercados y los productos envasados no existían en las magnitudes de hoy. Comprar a granel es una tendencia creciente que está por encima de los dictados de la moda. «El consumo responsable no es una moda, es una conciencia. La gente cada vez es más consciente de lo que come», asegura Lucía Montero, propietaria de Granel, la última tienda ecológica abierta en Gijón en la que solo es posible comprar al peso. El éxito de este tipo de establecimientos, en los que se venden todo tipo de alimentos ecológicos y de producción responsable, se debe a algo tan sencillo como el ahorro. Desde económico, puesto que se compra lo que realmente se necesita, hasta medioambiental, puesto que los envases de plástico no son bienvenidos en absoluto. 

La fórmula no es novedosa, así se compraba antiguamente, pero sí es innovadora en unos tiempos en los que la cesta de la compra está completamente saturada de plástico, que tarda cientos de años en descomponerse en el medio ambiente. Un dato basta para ser consciente de por qué debe ponerse freno y se está poniendo freno al uso de los plásticos que contaminan, por millones de toneladas, los océanos: en España, según Greenpeace, se consumen 133 bolsas de plástico por persona al año. En Dinamarca, por ejemplo, se consumen cuatro bolsas de plástico por persona. La Unión Europea quiere imponer un consumo medio de 40 bolsas por persona.

«Desde cinco gramos, que es lo mínimo que pesa la báscula»

Además de colaborar en la reducción del insostenible impacto ambiental, hay dos razones que explican el regreso del consumo a granel. Por un lado, efectivamente no hay envoltorios de plástico y el tipo de comercio invita a que el cliente aporte sus propias bolsas y recipientes. Por otro lado, se pueden comprar cantidades tan pequeñas como se necesite o se quiera. «Desde cinco gramos, que es lo mínimo que pesa la báscula», señala Montero, que explica que, con ello, además, son muchas las personas que se animan a comprar un producto que no conocían simplemente para probarlo. En Granel, ubicada en la calle de Marqués de Casa Valdés, se venden cereales, semillas, arroces, pastas, legumbres, frutos secos, deshidratados naturales, especias, harinas y hasta galletas al peso. Hasta 400 referencias, en su mayoría ecológicas y de producción responsable, de las mil disponibles en la red de tiendas slow shop que abrían por primera en Cataluña en 2011 invitando al consumo responsable y sostenible.

Productos ecológicos de limpieza: biodegradables y a granel

En Biodieta, que Maite Pérez abrió hace cinco años en la calle Echegaray, además se venden productos ecológicos de limpieza a granel desde hace cuatro meses. Detergentes, suavizantes, lavavajillas manual, friegasuelos, multiusos para cristales y otras superficies. Todos, salvo la lejía, son ecológicos según los estándares de la normativa europea porque son biodegradables y no tóxicos. «No tiene que ver con que sean naturales, sino con que sean lo menos tóxicos con el medio ambiente. Hasta el 98% del producto desaparece en 30 días en al agua. En la cesta de la compra no faltan los productos comestibles, pero también los del hogar y los de higiene personal, que son los únicos que la normativa no permite vender a granel» explica Maite Pérez, «la filosofía es realizar un consumo racional y no generar residuos, por lo que cada uno se trae su envase». Así lo hacen los clientes habituales, que tienen un descuento de un 2% por llevar sus propias bolsas para los productos de alimentación al peso y, en el caso de los de limpieza, se ofertan envases a un euro que se devuelve si lo traen de vuelta. Como antaño. «Y antes funcionaba», asegura una clienta, mientras observa las 22 referencias disponibles, con una linea de neutros incluida «para la gente a la que no le gustan los aromas y que, en caso de gustarles, pueden personalizar con 12 diferentes». 

«Las personas mayores todavía tienen interiorizada la devolución de los envases y les encaja mucho mejor»

Un sambenito que tienen los productos ecológicos es el precio. En los de limpieza del hogar, incluso hay quien asegura que no son tan efectivos como los convencionales sin ni siquiera haberlos probado. «Los precios son similares a los convencionales y tienen mucha acogida porque los clientes ven que es un producto eficaz, con el que no generas residuos y a un precio económico». Dos ejemplos: el litro de lavavajillas manual cuesta 1,25 euros y, el del friegasuelos perfumado, un euro. «Es curioso porque a la gente mayor le entra muy bien este tipo de productos, todavía tienen interiorizado el tema de los envases cuando se devolvían a cambio de dinero, y les encaja mucho mejor. Lo ideal sería que ese esfuerzo que haces por no no generar residuos se viera recompensado económicamente como en otros países, pero todavía no podemos llegar a esa fase», lamenta. El método no es nuevo, es lo que se hizo siempre aunque ahora se le llama sistema de depósito, devolución y retorno, y funciona desde hace años con éxito en países europeos, como Alemania, Polonia o Finlandia, y por supuesto en el resto del mundo.

Cada vez más preocupados por lo que se come

Lo que sí es cierto es que en España cada vez hay más personas preocupadas por lo que comen. Lucía Montero tiene una hija de tres años y asegura que, a raíz de ser madre, comenzó a preocuparse más por lo que compraba. «Empecé a mirar las etiquetas y te das cuenta de las cosas que llevan los productos, lo que crees que lleva y lo que no lleva y ahí es cuando empecé a investigar”. La filosofía de las tiendas de Granel, en las que prima la producción local, de kilómetro cero y ecológica (con o sin certificación), le encajó a la perfección a la hora de decidirse a abrir su propia tienda en Gijón. «Nosotros también pedimos lo que necesitamos, puesto que la política es la de no almacenar al igual que no queremos que la gente se lleve más de lo que necesita a su casa», explica, «el 90% de lo que vendemos es ecológico o de consumo responsable, y lo demás de kilómetro cero». Esto significa que también se busca el menor impacto posible en el transporte de las mercancías. «Es una filosofía completa», asegura Montero, que también tiene previsto introducir productos locales y de temporada. «Buscamos no tanto lo ecológico como que el productor crea en lo que está haciendo. Hay muchos pequeños agricultores que no tienen el certificado ecológico porque tiene un coste alto y no les compensa, pero sí hacen producción responsable», explica.

«Siempre intentamos consumir de temporada, es más económico y los nutrientes están en su máximo esplendor»

Maite Pérez, en Biodieta, ya vende producto fresco de temporada: «Intentamos siempre que nuestro producto sea de cercanía, ecológico, nacional y también de temporada. Siempre intentamos consumir de temporada, primero porque es más económico y segundo porque es cuando los nutrientes tienen su máximo esplendor. Los productos frescos son más económicos que fuera de temporada. En verano me piden naranjas y vienen de Sudáfrica, eso no es ecológico ni sostenible y vas a pagarlas más caras». Algo de lo que algunos clientes se sorprenden es de los sabores y los olores. «Hay gente que se sorprende, por ejemplo, a ver que los orejones son marrones y no naranjas, cuando lo raro es que sean naranjas. Al no llevar ni conservantes ni colorantes ni aditivos, los sabores y los olores son los naturales. Y también las caducidades no son tan altas porque no tienen conservantes», indica Lucía Montero.

«El principal cambio de hábito es que tienes que empezar a cocinar»

En general, estas tiendas tienen su clientela, pero también llaman la atención de quienes están acostumbrados a otros hábitos. «Para algunos es como la tienda de pueblo, en la que podías comprar a granel, y eso gusta», dice Lucía Montero. «¿Es más cómodo ir al supermercado y cargar el carro con bandejas? No es un consumo racional y la tendencia, además, es que las familias sean cada vez más pequeñas», considera Maite Perez, «la tendencia también es ir al consumo responsable, pero aún no está asentado. Nos establecemos en unos hábitos que nos vienen impuestos y no somos conscientes de que no tiene por qué ser así. Y por ello la tendencia es a ir cambiando, aunque requiera un cambio de hábito que principalmente consiste en que tienes que empezar a cocinar». 

Pérez dice que ha puesto mucho empeño en intentar acercar los productos ecológicos a un precio económico para que la bolsa de la compra no se encarezca. «Te dicen que son caros, sí, pero depende del consumo. Si es responsable, si haces un cambio en tus hábitos, repercute en tu economía. Hay mucho producto envasado y comida procesada, si dejas de comprarlos lo podrás invertir en productos ecológicos y ése es el cambio que hay que hacer, pero no todo el mundo está dispuesto».

Clientes de todo tipo, no sólo vegetarianos y veganos

En ambos establecimientos, uno recién abierto y otro asentado como una tienda de barrio más, el goteo de clientes es continuo. Maite Pérez, que ahora está incorporando referencias en cosmética e incluso vende comida ecológica para animales, dice que la clientela es de todo tipo. Concienciada con lo bio, veganos, vegetarianos y gente que simplemente -y ya es bastante- se preocupa por lo que come. «Hay gente que vive sola y dicen que esto es justo lo que necesitaban? En Gijón se nota que hay muchas personas que ya saben lo que es el producto ecológico, también vienen vegetarianos y veganos que buscan proteínas completas. Sorprendentemente algunos vienen a probar, otros con las ideas más claras. Mucha gente del barrio, que les gusta el concepto en sí e incluso algunos vienen con sus propios envases y a otros les encanta que les digamos que los que tenemos, aunque parezcan de plástico, en realidad son de maíz y son compostables», indica Lucía Montero, que también piensa en ponen en marcha una caja de intercambio de recetas (pone un ejemplo: «las semillas están de moda pero no todo el mundo sabe que hay que machacarlas para comerlas») y ofrecer cursos y charlas sobre cómo usar los productos que vende.