
Un juzgado de Gijón emite una requisitoria al no comparecer una persona que adoptó a Mimo que, al año y medio, acabó siendo recogido en la calle y llevado al albergue de Serín
24 dic 2016 . Actualizado a las 01:58 h.Mimo, un hermoso gato blanco con manchas negras, es la víctima de esta historia. En junio de 2015, tras aparecer abandonado en una de las colonias de gatos controladas por la asociación Gijón Felino, fue dado en adopción con contrato y microchip de por medio. «Cada cierto tiempo preguntaba qué tal estaba y la persona que lo adoptó me decía que bien», recuerda Elena Vigil-Escalera, una de las fundadoras de Gijón Felino. Sin embargo, un día dejó de recibir respuestas y, en septiembre de este año, creyó reconocer a Mimo en una foto que Amigos del Perro, la protectora encargada del albergue de animales de Serín, colgaba en las redes sociales para buscar al dueño del animal.
«Había sido recogido ese mismo día y, por las manchas, me pareció él. Como tenía microchip, llamé para comprobar si era el mismo». Era Mimo, pero estaba mucho más delgado. «Al ir a recogerlo casi me da un soponcio. Tenía una anemia importante a causa de una enfermedad que se erradica simplemente con antibiótico», explica Vigil-Escalera. Desde julio de 2015, el Código Penal tipifica como delito el abandono de un animal doméstico «en condiciones en que pueda peligrar su vida o integridad». Hasta entonces era una falta, pero ahora se castiga con una pena de multa de uno a seis meses.
Requisitorias a la Policía y a la Guardia Civil
«Creamos la asociación para defender los derechos de los gatos. Teníamos que hacerlo», dice Vigil-Escalera para explicar por qué se tomó la decisión de denunciar a la persona a la que se había dado a Mimo en adopción. Un juzgado de Gijón abrió diligencias previas y se llamó a comparecer a las partes. «Abandonar a un animal y que por culpa de ese abandono su vida pueda correr peligro está tipificado por lo penal, y si se te denuncia por lo penal y el juez abre diligencias para estudiar el caso, tienes que ir y comparecer, no es ninguna tontería», añade Vigil-Escalera.
La persona adoptante no se presentó al llamamiento judicial, «pese a constar su citación en legal forma», y el juzgado emitió una orden de detención el pasado 13 de diciembre. «Tal hecho supone que intenta sustraerse de la acción de la justicia», indica el documento judicial sobre la no comparecencia, por lo que el juez procedió a adoptar como medida cautelar la detención y presentación de la persona denunciada a través de requisitorias que fueron enviadas a la Policía Nacional y a la Guardia Civil.
Mimo espera un nuevo hogar
«No son juguetes, no se les puede abandonar. Espero que esto sirva para no coger animales como caprichos y dejarlos abandonados a su suerte, sin ni siquiera devolverlos a una asociación o llevarlos a un albergue», indica Vigil-Escalera, que confía también en que más asociaciones y particulares denuncien aquellos casos en los que se sabe quien abandona a un animal doméstico peligrando su vida. «Solo denunciando podremos ir haciendo que las leyes cambien y que quien lo va a hacer se lo piense y por lo menos lo deje en buenas manos», considera.
Mimo, por cierto, sigue buscando adoptante. «No solemos recoger gatos, pero a veces aparecen abandonados en alguna de nuestras colonias», explica Vigil-Escalera, que se ha hecho cargo de él mientras tanto. Gijón Felino es una asociación que se dedica a la gestión ética de colonias callejeras en la ciudad. Hasta ahora no habían tenido ningún problema con los gatos que, tras aparecer abandonados, habían sido recogidos y dados en adopción. Mimo, tras dos abandonos, sigue esperando un nuevo hogar.