Patxi López: «Hay un distanciamiento brutal entre militancia y dirigentes»

J. C. Gea GIJÓN

GIJÓN

López, a la izquierda, a su llegada al Antiguo Instituto en Gijón
López, a la izquierda, a su llegada al Antiguo Instituto en Gijón

El candidato socialista advierte de la necesidad «urgente» de «implicar a la militancia en todo» y de que un congreso que se convierta «en un Sevilla 2 significará que estamos perdidos»

14 mar 2017 . Actualizado a las 08:40 h.

La primera parte del encuentro de Patxi López, anoche, con los socialistas gijoneses, fue todavía de americana, atril, luz y taquígrafos. El mitin tranquilo del exlehendakari en busca de apoyos para la secretaría general del PSOE reiteró más o menos los mismos conceptos que el más madrugador de los candidatos viene pregonando desde el inicio de la campaña, con añadidos recientes como el llamamiento de Francina Armengol de una fusión de candidaturas Sánchez-López y la «buena noticia» -dijo López- del preanuncio Susana Díaz su concurrencia a las primarias: unidad, integración, fraternité socialista para restañar las heridas de un «fatídico 1 de octubre»; eso que López llama «izquierda exigente y distinguible» de «la izquierda casi de pandereta a la que luego no sigue nadie»; conquista de la «centralidad sociológica» sin la que no hay Gobierno posible en España y necesidad de reformular el «modelo de partido» para ampliar el papel de los militantes, pero compatibilizándolas con las legitimidades del aparato representativo. Hasta ahí, todo más o menos sabido. Un discurso de campaña defendido por el candidato con discurso ceñido, conciliador, sobrio y sin aspavientos.

La segunda parte tuvo otro sesgo. La invitación de la organización a la prensa a abandonar la sala antes del turno de palabras anticipaba otro tono y otro tipo de pronunciamientos, más en el tono de intimidad de una asamblea de agrupación socialista que de un acto en el salón del Centro de Cultura Antiguo Instituto. Y, en efecto, como la prensa ausente y cualquier hijo de vecino pudo comprobar en la pantalla instalada en el patio del Antiguo Instituto para el seguimiento del mitin, el exlehendakari se quitó la americana, se arremangó la camisa, se sentó en el suelo del escenario frente a los asistentes y se dispuso al debate en tono más duro, crítico y confesional. 

Le escuhaban entre otros, destacados socialistas gijoneses como Francisco Villaverde, José Manuel Sariego, Paz y María Antonia Fernández Felgueroso, María Teresa Ordiz, Justo Rodríguez Braga, Daniel Gutiérrez Granda, miembros de corporaciones anteriores y de la actual -sin la presencia de su portavoz, José María Pérez-, el director general de Deportes del Principado José Ramón Tuero, muy pendiente de la organización o el consejero de Economía, Francisco Blanco, que no ocultaba en los corrillos previos al acto su disgusto con las especulaciones que lo situaban ayer como «tapado» de su tocayo vasco en Asturias.

Distancia brutal

En esa disposición, Patxi López criticó, por ejemplo, la «distancia brutal entre la militancia y los dirigentes» y la necesidad «urgente» de «implicar a la militancia en todo». O advirtió de que un congreso «que se convierta en un Sevilla 2, significará que estamos perdidos». Admitió también la «única cosa» que dijo envidiar del PP: una «disciplina» capaz de hacer que se manifieste de forma unitaria y compacta ante la sociedad española porque «en el PP hay un tío que llama por la mañana a las ocho» para asegurarse de ello, mientras que en el PSOE «el tío llama, sí, pero lo que empezaba siendo blanco por la mañana, pasa luego a gris marengo y por la noche es negro».

Echó de menos también el candidato una «juventud socialista» que «no esté detrás de mí, empujando o cogiéndome del brazo, sino abriendo caminos, caminos distintos y a veces incómodos», como atribuye, por ejemplo, a las juventudes del SPD alemán. Una juventud a la que, añadió, el PSOE debe acercarse porque -aseguró el candidato- hacen falta campañas «que, con todos los respetos, vayan más allá de los actos con jubilados y mujeres, porque eso significa que no estamos conectados con nada».

El exlehendakari se lamentó de que en los últimos tiempos, en el PSOE «haya salido mal todo lo que puede salir mal», y se ha postulado para encabezar un partido que sea capaz de convertirse en «alternativa» al PP, ofreciendo «confianza, seguridad y certidumbre» a los votantes españoles, y de recuperar así a los «dos millones y medio de españoles que votaron a Podemos para dar una patada en el culo al PSOE». De ahí su rechazo frontal a un PSOE «obsesionado con pactar con Pablo Iglesias». «¿Para qué intentar recuperar esos votantes si voy a pactar?», se ha preguntado, según lo que considera como «una lección de primer curso de Políticas». «La cuestión», ha remachado, «no es con quién pactar sino para qué». Y la claridad casi cartesiana de su proyecto de «izquierda exigente». Algo similar a lo que, según López, le valió al alemán Martin Schulz para seducir a los posibles electores alemanes en un tiempo récord: del 18 a más del 30 por ciento en tres semanas.

López quiso hacer valer, además, su capacidad como candidato de unificación apelando a su experiencia como secretario general electo de los socialistas vascos. El aspirante recordó cómo, tras un congreso en el que no consiguió «integrar» las candidaturas de sus rivales, Carlos Totorica y Gema Zabaleta, apenas un año después ambos formaban parte, respectivamente, de su ejecutiva de partido y de su ejecutivo como lehendakari. Ese es aval y el «modelo de integración» que dejó anoche a la consideración de sus compañeros de partido en Gijón.