Les Luthiers cuentan su vida a 902 de los «hijos de Mastropiero»

J. C. Gea GIJÓN

GIJÓN

Les Luthiers, con Álex Grijelmo en el centro, sobre el escenario del Jovellanos
Les Luthiers, con Álex Grijelmo en el centro, sobre el escenario del Jovellanos

El grupo protagonizó una cómplice y divertida conversación con Álex Grijelmo en el Jovellanos, donde Carlos Núñez Cortés se despidió definitivamente de la formación

18 oct 2017 . Actualizado a las 07:34 h.

Los «hijos de Mastropiero» -unos 902, al menos- rindieron ayer homenaje a los padres de su padre, esto es, a sus abuelos, en un teatro Jovellanos que acogió la apoteosis luthier de esta Semana. Novecientos dos hijos al menos, según la descripción que un inspirado, elegante y muy cómplice Álex Grijelmo se endosó y endosó a los presentes al principio del más multitudinario de los actos de la Semana de los Premios dedicado al grupo argentino. Arrellanados en dos sofás sobre el escenario del coliseo gijonés, visiblemente cómodos con el mismo interlocutor que este año propuso y consiguió al fin el premio de Comunicación y Humanidades, ocurrentes y sembrados, Les Luthiers compartieron una pequeña autobiografía íntima con el público a lo largo de una hora. Y también un privilegio fuera de programa, como gusta de presentar Marcos Mundstock los bises del grupo: la última actuación del Carlos Núñez Cortés con el grupo con el que ha compartido medio siglo.

No hubo manera de que Grijelmo le convenciese de lo contrario, así que el pianista -que oficialmente actuó por última vez el 29 de septiembre en Mérida- se despidió muy convenientemente con un blues: el nº 14 -también conocido como Fortín- de Johann Sebastian Mastropiero, con Jorge Marona tocando las pelotas del bolarmonio con maestría.

Los dos, junto a Marcos Mundstock, Carlos López Puccio y los luthier de última hornada -Horacio Turano y Martín O'Connor- recorrieron cronológicamente la historia del grupo de la mano de Grijelmo y remataron la conversación, como estaba prometido, con una miniactuación. Les Luthiers se forzaron a llenar su dicción tan elegantemente argentina de ces, zetas y elles tan perfectas como si fuesen castellanos viejos para escenificar la zarzuela Las majas del bergantín, y luego, ya «fuera del miniprograma» obsequiar a sus 902 hijos (presentes) con el Blues de Mastropiero. No será la última vez que aporten algo a la Semana de los Premios. Mundstock prometió «sorpresa» el viernes en el Campoamor.