El Musel dispersa clínker, altamente contaminante, por la Zona Oeste de Gijón

Pablo Batalla Cueto REDACCIÓN

GIJÓN

Campa Torres. Un montón de clínker descubierto en el dique de la ampliación. El clínker es el montón gris grande que se ve a la derecha
Campa Torres. Un montón de clínker descubierto en el dique de la ampliación. El clínker es el montón gris grande que se ve a la derecha

El clínker, un compuesto utilizado en la fabricación del cemento Portland, es enormemente nocivo para la salud. Debe transportarse en compartimentos cerrados, pero El Musel ha estado albergando montones de descubiertos durante los últimos días

21 oct 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Clínker: con esta palabra inglesa se conoce, también en español, cierto material obtenido mediante la cocción de una mezcla homogénea de materias primas (principalmente caliza, arcilla o caolín y otros materiales correctores) y que es el principal componente del cemento Portland, el más utilizado en el mundo por el sector de la construcción. Es enormemente tóxico cuando libera nubes de polvo, y en consecuencia debe cargarse, tranportarse y descargarse en compartimentos herméticos que eviten que las genere, o al menos cubrirse con lonas. Así decreta que se proceda la Guía de buenas prácticas de Puertos del Estado, que advierte sobre la «pulverulencia alta» y la «abrasividad» del clínker y prescribe apantallamientos, tolvas, sistemas de aspiración y otros mecanismos. Sin embargo, el puerto gijonés de El Musel, que exporta el fabricado por Tudela Veguín, ha estado incumpliendo tales normas en los últimos días. Así se desprende de fotografías tomadas desde la Campa Torres -promontorio que se eleva justo encima del puerto- y que, cotejadas con expertos, revelan que el dique de la ampliación ha estado albergando montones descubiertos de este material.

Cobra sentido así el hecho de que  los vecinos de los barrios gijoneses de Jove y La Calzada, los más próximos al puerto, llevan varios días encontrando sus coches cubiertos de un polvo grisáceo que tiene la particularidad de no desaparecer pasando el dedo, y que, lejos de desaparecer, se adhiere con más fuerza a las carrocerías de los vehículos cuando se trata de limpiar con agua e incluso en un túnel de lavado. No otras son las características propias del clínker, que sólo desaparece tratado con productos de limpieza especiales. Raquel Díaz, una vecina de El Cerillero, así lo confirma: «Hace dos años que tengo el coche, y es habitual que amanezca lleno de polvo de cualquier tipo, porque el barrio está muy contaminado por las industrias cercanas, pero nunca me lo había encontrado de este tipo. He llevado el coche a limpiar a la gasolinera y lo único que he conseguido es esparcirlo». Otro vecino de la zona, en este caso de Jove, Rodrigo Fernández, también describe del mismo modo el polvo que estos días ha ido posándose en su vehículo. Algunos vecinos achacaban la pátina que cubre sus coches a la ceniza dispersada por los últimos incendios en Galicia y Asturias, pero la ceniza no cumple esas características.

Carrocería de un coche cubierta de clínker después de lavarlo
Carrocería de un coche cubierta de clínker después de lavarlo

Que en los últimos días ha habido tráfico de clínker en el puerto de El Musel lo muestra la página web del propio puerto. El día 19 de octubre dos buques, el Cembay y el Cementos Cantábrico, embarcaron 3000 y 5000 toneladas de clínker respectivamente.

El Musel, «un coladero» según los ecologistas

Los efectos que sobre la salud humana tiene el polvo de cemento en suspensión son, por lo demás, enormemente nocivos. Así los describe un decálogo de seguridad de la empresa norteamericana Lehigh White Cement, accesible en Internet: «La sobreexposición al clinker de cemento Portland puede causar daños serios y potencialmente irreversibles en la piel o en los ojos bajo la forma de quemaduras químicas (cáusticas), incluyendo quemaduras de tercer grado. La misma lesión severa puede producirse en contacto prolongado con piel mojada o hidratada».

Se da la circunstancia de que el tráfico de clínker, Tudela Veguín -que lo fabrica en Aboño (Gijón), Narón (La Coruña) y La Robla (Gijón)- lo efectuó hasta el año pasado a través tanto del puerto de Gijón como del de Avilés. Por Gijón salía el clínker de Aboño (que llega a un silo de El Musel a través de una cinta estanca) y por Avilés el de La Robla, pero el año pasado la cementera trasladó todo el tráfico a Gijón. El origen de tal decisión fue la cascada de denuncias presentadas por vecinos de Avilés y San Juan por las constantes nubes de polvo que el transporte de clínker liberaba; denuncias que llevaron a la Autoridad Portuaria avilesina a exigir a Tudela Veguín que adoptara medidas encaminadas a reducir las emisiones contaminantes. La cementera del Grupo Masaveu respondió marchándose de Avilés. El consignatario que efectúa las operaciones de embarque y desembarque es el Grupo Alvargonzález, con sede en Gijón.

La Coordinadora Ecologista de Asturias viene denunciando desde hace tiempo que El Musel es «un auténtico coladero». Fruti Pontigo, coordinador de la plataforma, denuncia que «mientras que Avilés lleva ya un tiempo gastándose una gran cantidad de dinero en medidas de seguridad como pantallas, asfaltado, riego automático, etcétera, Gijón prácticamente ni ha empezado a hacerlo».