La presentación de la exposición dedicada al legendario transatlántico en el Náutico sirvió como presentación del programa navideño elaborado por Divertia
30 nov 2017 . Actualizado a las 17:51 h.El auténtico Titanic nunca llegó a su destino, y a la mayor maqueta del mundo sobre el legendario transatlántico naufragado en 1912 tampoco le llegaba tocar -al menos hasta dentro de dos años- a Gijón. Pero el empeño de los responsables municipales de Divertia fue más tenaz que la resistencia de cualquier calendario, y desde ayer una enorme carpa instalada en la explanada del Náutico exhibe la muestra Titanic: The Reconstruction. Mil metros cuadrados en los que «todo, desde lo más pequeñito hasta lo más grande, son solo herramientas para contar las historias que nos contaron los que estaban allí»; palabras de Jesús Ferreiro, presidente de la Fundación Titanic, organizadora de la muestra, que precedieron ayer a la botadura de una exposición que fue también la de la programación navideña elaborada este año por Divertia.
Después de que el concejal Jesús Martínez Salvador estampase simbólicamente una botella de genuino champán Henri Abelé -la misma marca que se empleó en la botadura del Titanic-, los invitados han podido sumergirse en el fascinante mundo del que Ferreiro ha llamado «buque de los sueños», en compañía del secretario de la Fundación, el gijonés y exdirector general de Marina Mercante Rafael Lobeto, y la comisaria Begoña Merino, que ha confesado las no pocas dificultades para montar una exposición que hasta ahora había recalado en museos y edificios cerrados en la gran carpa del Náutico. Algo comprensible, dada la magnitud «operística» de la muestra y su carácter «más que de exposición, de experiencia», ha indicado.
Objetos genuinos, reconstrucciones, fotografías, paneles, audiovisuales, dioramas y escenografías se suceden en un recorrido que, para ser calado en profundidad, exige no menos de hora y media de sosegada navegación. Además de la monumental maqueta del Titanic zarpando de Belfast con sus máquinas todavía trepidando, destacan piezas tan cautivadoras como un modelo del Brush D24, el coche que debería haber embarcado en la primera singladura del buque en Nueva York para ser transportado a Europa y presentado en el Viejo Continente. Es el más antiguo de los automóviles en funcionamiento. Un pequeño prodigio de la tecnología de hace un siglo que, sin embargo, sobrevivió al titán que había de transportarlo.
La muestra permanecerá abierta hasta el 8 de enero.