«Me bañé ayer, me he bañado hoy y no me han salido tres piernas»

J. C. G. GIJÓN

GIJÓN

Un salvamento observa a un solitario bañista en la playa de San Lorenzo
Un salvamento observa a un solitario bañista en la playa de San Lorenzo

El regreso del buen tiempo solo anima a unos cuantos bañistas a aprovechar las banderas verdes que han vuelto a ondear en la bahía gijonesa de San Lorenzo

14 jun 2018 . Actualizado a las 17:50 h.

«Ya me bañé ayer, me he vuelto a bañar hoy y no ha pasado nada. El agua está estupenda. No he salido con tres piernas ni nada raro». Con el buen humor que dejan un baño de mar, un cielo despejado y 23 grados, Amadeo Morán se acaba de sentar para secarse al sol de las cuatro de la tarde al pie de la Escalera 8 del Muro. Chorrea todavía agua de un Cantábrico que hace solo dos días era mucho más marrón que otra cosa y que esta tarde vuelve a ser verdiazulado, aunque aún bastante turbio por zonas y con no pocos restos de ramas, algas y sustancias de aspecto poco alarmante en suspensión. El bañista se describe a sí mismo como «un playu de los de remojón diario siempre que se pueda desde mayo a octubre», y no ha querido hacer una excepción en uno de los primeros días que parecen de primavera bien entrada en este junio; desde luego, no por la alarma desencadenada por la crisis de los vertidos de las últimas semanas. «No hay que alarmar tanto, ya pasó otras veces», asegura. Y atribuye la casi total ausencia de bañistas de esta tarde y de otros días a otros motivos. «Es más la psicosis del mal tiempo que otra cosa. La lluvia retrae mucho. Y el agua está normal, es verdad que hay algunas ramas y algas todavía, pero nada que no se haya visto. No hay manchas ni malos olores… y encima está estupenda de temperatura, a veinte grados ya. En el momento que la marea tire un poco de más atrás, estará todo como siempre».

Este optimismo playu no parece demasiado compartido por los varios cientos de personas que el oleaje en plena pleamar obliga a agolparse en el tramo final del arenal y el Tostaderu para exprimir el sol, un bien escaso este junio. Por la mañana, con la mar baja, las escuelas de surf y algun bañista disperso han vuelto a acercarse a las olas. Por la tarde, toda la bahía es para el Cantábrico. Sea porque está costando sacudirse la psicosis de mal tiempo de la que habla Morán o sea por falta de confianza hacia el mensaje de las banderas verdes que vuelven a ondear en todas las zonas de San Lorenzo, de toda la bahía gijonesa solo emergen dos, como mucho tres solitarias cabezas de bañistas a la altura de la Escalera 12, frente al puesto de Salvamento. No hay tampoco demasiados paseantes de los que caminan con el agua a media pierna. José Luis, que toma el sol y no es de baños de mar «ni hoy ni nunca» asegura, encaramado en la plataforma de la Escalera 11, que no ha visto «a nadie más meterse en el agua desde la una de la tarde», y van tres horas desde ese momento.

Quita hierro a ese censo tan magro uno de los cinco salvamentos que entretienen una tarde sin gran cosa que hacer al borde del agua. «No hay menos bañistas de los que habría cualquier otro jueves en esta época de la año», asegura: «Los críos no tienen vacaciones todavía y no deja de ser día de semana», explica, y pronostica: «Si mañana aguanta el buen tiempo, y dan que sí, verás cómo hay mucha más gente en el agua». En cualquier caso, las campanas no se podrán echar al vuelo hasta la semana que viene, ni comprobar tampoco si se ha superado el miedo a nadar entre coliformes o restos arrastrados por las crecidas de los ríos del concejo. «Es importante que la gente recupere la confianza porque esto puede hacer bastante daño, sobre todo a las ventas de la hostelería», comenta el salvamento. Unos cientos de metros más allá, de vuelta a la Escalera 9, acaban de entrar en el agua otros cuatro bañistas: una pareja joven, forastera, con dos hijos de corta edad, uno de ellos un bebé que, con cara de susto, está recibiendo su bautismo de mar entre risas y fotografías para inmortalizar el momento. Seguramente una de ellas sería la mejor imagen para la campaña que San Lorenzo necesita para contrarrestar la alarmante imagen de los últimos días.