«Vengo sin filias ni fobias, empecemos de cero: quiero pactar para ser alcaldesa»

J. C. Gea GIJÓN

GIJÓN

Ana González
Ana González

Ana González propone que la familia socialista gijonesa se reunifique en torno a la conquista de la alcaldía y un proyecto de ciudad basado en el legado de Fernández Felgueroso

13 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Ana González entra conforme en no hablar, de entrada, de lugares de nacimiento. Durante los últimos días se ha aburrido de hacerlo y prefiere centrarse en los planes que tiene para la ciudad en la que reside y de la que pretende ser alcaldesa a partir de la primavera del próximo año, encabezando de nuevo un gobierno socialista en la ciudad. Es consciente de que antes tiene que ganar unas primarias internas y después tendrá, en su caso, que pactar en una ciudad que quisiera ver retomando el proyecto que legó Paz Fernández Felgueroso pero que ya no es la misma que la de 2011 en muchos sentidos. Como desde el día en que acudió a formalizar su candidatura a las primarias a la Casa del Pueblo, se conduce en modo alcaldesa.

-¿Qué Gijón ha visto hoy al salir de su casa para venir a esta entrevista? ¿Qué ciudad es la que se encuentra cada día?

-Es verdad que el Gijón de la mañana y el de la noche son distintos. Por la mañana ves gente que va a trabajar, que abre negocios, que va y viene… pero, a partir de las ocho, mete miedo. No hay gente por las calles. Cuando yo empecé a conocer realmente Gijón y a venir más por mi trabajo, era una ciudad donde había vida. De hecho, era una de las diferencias que Gijón marcaba: era la ciudad con más vida de Asturias. Y ahora da la sensación de que la poca gente que hay a partir de cierta hora, está simplemente con gana de ir a casa y ya está. Pero no es que la gente la que ha perdido el pulso; es la ciudad la que lo ha perdido. Una ciudad que ya no llena la calle, que no ofrece ese dinamismo que arrastraba a la gente a estar en la calle.

-¿Hay energía pero no circuito?

-Efectivamente. Tenemos energía, la gente sigue siendo estupenda, queriendo participar, sigue siendo consciente de lo que quiere, pero la ciudad no le responde. Y hubo una época, no hace tanto, en la que esta ciudad respondía. La diversidad era una característica. Había una diversidad de sitios donde estar, donde ir, donde encontrarte… Eso no lo encuentro ahora.

-Y supongo que usted lo atribuye al modo en que se está pensando o gestionando la ciudad desde el ayuntamiento.

-Creo que hay tres factores para explicarlo. Dos tienen que ver con el ayuntamiento y con el partido que lo sustenta, y también con la personalidad de la alcaldesa: una mujer que confesó que no había votado nunca hasta que se votó a sí misma. Eso indica que no tenía una concepción politica de la vida, de la ciudad, del vivir en comunidad y construir sociedad. Y por sigue sin tenerla, sigue sin darse cuenta de que las ciudades las construye una visión política. Ella no tiene un diseño de ciudad porque vive en su casa apartada del mundo, de la realidad, de la colectividad, de lo público… y ahí no tiene nada que ver que trabajes en el ámbito público. Tiene que ver con el modo en que eres un engranaje más de esa realidad que construye colectividad. Ella no construía colectividad. Estaba a sus cosas. Eso, por un lado.

-¿Por otro?

-Tiene que ver con la propia concepción de Foro. No podemos olvidarnos de que es un partido creado por revanchismo por un personaje como Álvarez-Cascos, con una historia política determinada, y del que sabemos que su noción de lo común y lo colectivo es suya, únicamente suya, pero no pasa por construir. Y yo diría también que es un gobierno ausente, y que trabajando poco no se puede construir. No hay modelo de ciudad porque no lo tienen ni están pensando en una ciudad que hubiera que decidir colectivamente y construir colectivamente. Y luego, la gestión. Son pésimos gestores.

-¿Y el tercer factor?

-La crisis. Hay que reconocerlo, sería muy injusto no reconocer que nos ha golpeado. Golpeó a demasiadas personas de esta ciudad, y ha sido tan brutal y tan dura que ha orillado a demasiada gente.  En eso también hay una crítica al ayuntamiento; un ayuntamiento que fundaentalmente la administracion de las personas, que tiene que favorecer su vida y hacer que sea lo mejor posible se olvidó de ellas. Lo vemos, por ejemplo, en la dejadez de los planes de empleo municipales, que eran un instrumento básico para que quienes habían sido expulsados del mundo laboral pudieran volver a engancharse. Gestionaron mal, tuvieron problemas, hicieron un plan de choque cuya ejecución es ridícula… Eso indica poca preocupación.

-Todos los candidatos hacen hablan de retomar la historia política de la ciudad como si se hubiese interrumpido en 2011. Pero usted es la que mayor énfasis hace en reanudar específicamente la alcaldía de Paz Fernández Felgueroso. ¿Se asume heredera de esa alcaldesa, de ese proyecto concreto?

-Me asumo, me asumo. Me parece que fue sencillamente brillante. Y además un modelo de alcaldesa absolutamente imitable, ejemplar para las personas que queremos acceder a la alcaldía de Gijón. Se caracterizó por tener un concepto de ciudad, por trabajar muy duramente por él; por querer, además de ser alcaldesa, que se la viera como una ciudadana más haciendo las cosas cotidianas que hacen las personas que viven en su ciudad, con una entrega a todos los espacios colectivos, actividades… Yo la llamaría la alcaldesa activista. Estaba en todos lados. Entiendo que entendía que al ir estaba apoyando, estaba mostrando a los vecinos y vecinas que compartía la preocupación que tenían al hacer esas actividades, esas jornadas, esa exposición, esos juegos infantiles, inaugurar un parque… Fue una alcaldesa también ejemplar de la perspectiva de género, la lideró y Gijón fue uno de los ayuntamientos que más avanzó en ese sentido. Para mí eso es muy importante. No podemos hablar una ciudad para la ciudadanía, para las personas, que no mire para las gijonesas, que no piense que hay gijonesas. Y eso Paz lo hizo magníficamente.

-¿Qué tiene usted de esas virtudes que elogia en Felgueroso?

-Yo sé que voy a ser una alcaldesa que va a estar en la calle. Eso no quiere decir que no vaya a estar en el despacho. Hay una parte que es de despacho: esa imagen de Paz caminando por el Muro a las 7 de la mañana para ir a la oficina porque hay cosas que hacer, papeles que leer… Eso también. Pero yo voy a ser una persona que esté en los sitios, en todo tipo de acontecimientos que organice esta ciudad, el movimiento vecinal, el movimiento cultural, las asociaciones juveniles… El alcalde o la alcaldesa es una persona más, que participa, y en una ciudad plural hay muchos tipos de participación. Te tienes que multiplicar lo que sea necesario para estar con todo el mundo. También me gustaría que mi mandato fuera reconocido por un impulso a las politicas de igualdad entre mujeres y hombres. Y por concebir la ciudad como un sitio de bienestar, de bien vivir, porque creo que si construyes ciudades del bien vivir indican calidad de vida y es uno de los principales agentes económicos, en el sentido de que vengan otras personas y creen empresas. Construir una buena ciudad es algo que inunda a las personas. Hay una simbiosis, una interrelación absoluta.

-Se definió hace unos días en otra entrevista como «competente, feminista, socialista». Ya ha hablado de su lado feminista. ¿Qué entiende por ser competente como alcaldesa?

-Creo sinceramente que tengo una gran capacidad de escucha, y de escuchar además para entender las necesidades, intereses, ilusiones, que te transmite la gente, los colectivos. Una de mis virtudes -aunque esto lo debería decir la gente que ha trabajado conmigo- es que trabajo bien en equipo, sé dinamizarlos, liderarlos y también escuchar a la gente que trabaja en ellos. Creo que soy eficaz. Yo nunca tardaría ocho años en licitar el pozo de tormentas. No cabe en mi cabeza. Cada día que sintiera que me estoy retrasando, lo pasaría mal, lo viviría como una falta de responsabilidad. Creo que soy una persona responsable, que asume lo que tiene que hacer y lo hace sin alharacas. Ah: y estudio en profundidad todos los temas. Como profesora, soy de las que prepara las clases, de las que reviso lo que hacer en el día en función de lo que he hecho el día anterior. Sigo estudiando porque no tengo más remedio que ser una profesora actualizada que enseñe su disciplina. Eso lo he hecho en todos los trabajos que he tenido.

-Ya que lo plantea: de sus competencias docentes, ¿cuáles serían trasladables a un despacho de alcaldía?

-Pues sencillamente, entender la diversidad. No se puede ser docente sin enteneder la diversidad y entender que la diversidad es positiva; compleja, pero positiva. Siempre suma, nunca resta. Es además atractiva. Multitud de personas diferentes con deseos e intereses diferentes, pero hay que trabajar con ello, y lograr enseñar a esa diversidad. Otra de las cosas que he aprendido siendo docente es que es posible enriquecerse todo el mundo con la diversidad, y sentirse a gusto. Es el mejor antídoto contra los falsos cantos identitarios. Ahora que estoy trabajando con personas adultas, el extremo de la diversidad, me reafirmo en esto. Es el mejor antídoto contra lo excluyente, aceptar el mundo como lo que es. Las clases no son más que pequeños mundos que reflejan la realidad. Y otro componente: cuando estás trabajando sobre todo con gente joven, ves toda la ilusión, todas las expectativas por la vida. Una ciudad tiene que tener igualmente expectativas. Tiene que pensarse siempre caminando hacia delante, cada día un poco mejor. También es verdad que hay en las aulas cierto grado de miedo que en la crisis se vio mucho. Hicimos lo peor que pudimos hacer: mostrar a la gente joven que no había más. Y de verdad que lo pasaron muy mal. Aquí ha habido una generación de gente joven que ha tenido miedo. Y no lo podemos permitir. Como no podemos permitir que Gijón tenga miedo a nada, que la gente tenga miedo a levantarse mañana porque esta ciudad no les ofrezca nada.

-Y el atributo que resta: ¿qué aporta ahora mismo una alcaldesa precisamente socialista a una ciudad como Gijón?

-Decir 'socialista' sigue siendo decir igualdad. Social, entre las personas, hablar de derechos que significan dar las mismas oportunidades, dar a todo el mundo un mismo punto de partida, pero también que haya resultados en el proceso. Eso es puro socialismo. De una manera práctica, en esta ciudad que es tan compleja y tan múltiple, tan diversa, decir igualdad es decir que todos los barrios son centro. Si hablamos de movilidad y su mejora o una perspectiva medioambiental, tenemos que trasladar ese plantemiento a todos los barrios y su interconexión. No puede ser que haya una ciudad que sea una especie de escaparate y lo otro, otra realidad. Esa es una caracterísitica de Gijón en los años de gobierno socialista. A otros partidos puede no gustarles admitirlo, pero es absolutamente cierto. Hay que recuperar eso. Hay barrios totalmente abandonados; el centro, también, pero se enmascara más. Mira el follón que hay con la restauración de las fachadas. El componente estético es importante, pero va mucho más allá: tiene que ver con la dignidad de mejorar la casa. Sin embargo, hay aquí un agujero negro. No han sido capaces de pagar subvenciones de años anteriores, están sin pagar las de este año, hay que convocar… Y eso es también una dinamización económica por barrios después de una crisis que fue tan dura con el sector de la construcción. En definitiva, ser socialista gobernando una ciudad es ser consciente de que todo tiene que llegar a todos. Lo mismo para la cultura, para los servicios, la dignidad de las viviendas…

-Le hago la misma pregunta del principio, pero mirando hacia la Casa del Pueblo. ¿Qué se encuentra al entrar en ella, hoy o en estos últimos meses?

-A militantes con ilusión, pero también con que todavía no hemos sabido que somos los mismos, que todos somos las mismas personas. Y eso no tiene que ver con que haya tres candidaturas a las primarias: es que hay primarias para que haya varias personas. Tiene que ver con que hay personas que no entienden que esto es un proceso interno y -lo diré con sinceridad- tranquilo, un proceso de discusión entre compañeros y compañeras; no sobre quién es mejor sino de quién puede liderar en un momento dado un grupo de personas del partido para estar en el ayuntamiento y ganar la alcaldía. Esto no es una competición. Yo no estoy peleando con nadie. No lo haré nunca dentro del partido. Son compañeros y compañeras, y en el momento en que les llamo así, esas palabras se llenan de un sentido muy grande y yo personalmente no pienso vulnerarlo de ninguna manera. Es importante también saber que estamos ya en un proceso que no es orgánico; lo orgánico ya pasó. Incluso si no se ha votado a las personas que están en lo orgánico, son las que han sido elegidas, nuestros representantes dentro del partido, y lo que hay que hacer es reforzar a esas personas, trabajar, ayudar, colaborar, construir… Al final, de las tres personas que se presentan una sola será el candidato, y esa tiene que ser la candidata. Tiene que serlo.

-Dice que pasó el proceso orgánico, pero todo lo que suceda fuera a partir de este momento tendrá sus repercusiones dentro. ¿Hasta qué punto estas primarias van a contribuir a unificar o no la agrupación?

-No se puede cerrar los ojos: la unión no es perfecta. No caminamos al unísono todas las personas. En este proceso hubo una negociación, personas que presentaban unas candidaturas, y que por tanto estaban representando seguramente aspectos distintos. Eso lo llamarán como quieran, y las dos partes deberían tener alguna autoridad para hacerlo: una era la autoridad orgánica y otra entiendo que estaba relacionada con lo institucional, porque si no no tiene sentido, no sabemos qué era aquello. Es verdad que hay diferencias que siempre va a haber; el problema es cuando se ven grandes. Es un tópico pero es cierto, es preciso que pensemos en nuestros fundamentos ideológicos, en que somos el partido que puede cambiar Gijón y tiene la responsabilidad de hacerlo; y que no por pequeñas cosas, vamos a llamar 'personales' -y quiero decir personales de partido, internas, nuestras- podemos perder el objetivo. El objetivo es Gijón. En ese objetivo es donde nos vamos a encontrar, donde más cómodos nos vamos a sentir todos los que estamos en el PSOE. Es donde más puntos de confluencia vamos a tener. Porque además es nuestra razón de ser. No es la discusión interna, es la construcción de nuestra ciudad desde una perspectiva socialista.

-Si eso no se logra, la retroalimentación puede ser demoledora para el partido. ¿Hasta qué punto ha sucedido ya después de 2011?

-Ha sucedido, sin duda alguna. Por eso soy consciente, y voy a utilizar términos quizá un poco duros, tenemos la obligación de ponerse las pilas, salir a las calles y ganar estas elecciones; todo lo demás, zarandajas. Fuera. Y dentro habrá que hacer un proyecto común, habrá que consensuar… pero también hay que entender la discusión como algo sano. Claro que pensamos distinto, pero claro que partimos de la misma base. ¿Qué problema hay en discutir? Ninguno. Pero hay que discutir allí, porque si discutimos fuera no estamos discutiendo para construir, estamos diciendo a otras personas y otros grupos… y hay un efecto negativo. Pero no sobre esta persona o esta otra: sobre el proyecto socialista y sobre el partido socialista. Está claro que la lista la va a encabezar una persona y que esa persona debe tener capacidad de liderazgo, pero no pensamos que esa persona es individual: esa persona existe porque existe el PSOE, forma parte de él, lo representa, y el PSOE de Gijón le da el mandato de liderar, el programa… Quien piense que por ser quien es, bondad infinita y puede ser alcalde o alcaldesa, se equivoca. No podrá sacar adelante esta ciudad. Me da lo mismo que sea del PSOE o de otro partido. Es un principio básico.

-Desde 2011 se ha poducido un cambio sustancial. Ha aparecido en el escenario político una fragmentación que refleja una mayor diversidad social. Parece ser muy consciente de ello: dijo esta semana «tengo que pactar y voy a pactar para ser alcaldesa».

-Lo tengo clarísimo. Nuestro objetivo es recuperar la alcaldía. La alcaldía de Gijón debe ser de izquierdas. Ya hemos comprobado lo que van a ser ocho años de gobierno de derecha, terribles. Recuerdo que en 2011 el PSOE fue la lista más votada, pero el PP le dio a Foro la alcaldía, y en esta se la ha dado Xixón Sí Puede. Yo no sé si XsP se reconoce en la ciudad que han ayudado a construir. A mí este «estamos en contra de Moriyón pero al final somos los que sustentamos a Moriyón» es lo que todos los partidos de izquierdas debemos plantearnos. Lo primero es tener claro que cada mandato es una nueva oportunidad y que no podemos lastrar el próximo mandato con los anteriores, y menos con las filias y fobias personales. Porque aquí venimos a hacer otra cosa. No vengo a hacer amigos. Pero vengo sin filias ni fobias. Yo quiero pactar.

-¿Con quién?

-Está claro que con IU y con XsP. De ninguna manera puedo pactar con Foro o con el PP. Es imposible. Nuestra manera de entender la ciudad, la vida, los derechos de las personas y cómo se garantizan no tienen nada que ver. Tengo que pactar con aquellas formaciones con las que puedo tener un fondo o un punto de partida común. Tendremos que poner en valor ese punto de partida común para cambiar esto. Y si no, nos abocaremos a que siga gobernando la derecha con el apoyo de XsP, que parece ser que es lo que les gusta: hacer grandes discursos, pero luego apoyar a Foro. Pero sobre todo es un nuevo mandato sin falsas hipotecas. Ahora sí que la hay: creo que son 90 millones lo que deja de pufo este gobierno. Esa herencia la deja también quien permitió que Foro estuviera ahí. Pero no: empecemos de cero.

-Es probable que los votantes de izquierdas, en general, no permitan más titubeos.

-Con sinceridad, lo espero. A quien ha impedido que gobierne la izquierda y no solo eso, a quien haya hecho que haya habido gobiernos de derechas, y qué derechas, tendrá que preguntarles a sus líderes si esto va a seguir así. ¿Su odio personal va a seguir lastrando mi vida, mi barrio, mi ciudad…? ¿Es eso lo que hace que Gijón esté más que parado? La política, creo yo, es otra cosa.

-La veo en modo alcaldesa.

-¿Es que sabes qué pasa? Que quiero ser la alcaldesa de Gijón. Tengo claro que el proceso todavía es interno, y eso hay que saber respetarlo. Por eso no hablo, por ejemplo, de los otros candidatos, que son compañeros, y compañeros apreciados por mí. No voy a caer en eso. Es el juego de otros para debilitarnos. Pero claro, si me presento a las primarias es porque solo tienen sentido si hablo de Gijón. ¿Qué sentido tiene que venga aquí para decir otra cosa?

-¿Cuándo se vio como tal?

-Soy absolutamente sincera: a mí ya hace mucho tiempo -y cuando digo «mucho tiempo», digo mucho tiempo- muchas persona, o a mí me parecieron muchas, de dentro y fuera del partido me pidieron que me presentara. La primera vez dije: «¡Por Dios!» De hecho, hay algún compañero que desde hace años me llama «alcaldesa». Cuando me lo dice le digo «¡haz el favor, no digas tonterías! ¡Déjame en paz!»

-Pero ya no es así...

-Es un proceso muy intesante, cómo te va cambiando la cabeza. Es verdad que me han planteado una cosa muy difícil. Ser alcaldesa es una cosa muy seria. Mi reflexión, después de estos inicios y de que más personas me lo pidieran y se iniciaran todos estos procesos, es que se me está planteando un cambio de vida radical. Yo tengo una vida cómoda, me gusta mi trabajo, disfruto de mi familia como hacía mucho tiempo que no disfrutaba… Estoy bien. Y esto significa que todo esto se acaba. Los planes personales, lo que tenía decidido para vivir de aquí a unos años. Pero tengo que reconocer que me están ofreciendo algo único: ser alcaldesa de Gijón. Y eso pesa mucho. Por esta ciudad y por poder liderar un proyecto para la gente, poder demostrar otro modelo de ciudad con los compañeros y compañeras, de hacer que la vida de la gente sea digna, decente, plena, hacia delante, llena de posibilidades… Eso es irresistible. Entre el egoísmo personal y trabajar en cambiar radicalmente Gijón y recuperar aquello que se llamaba el 'modelo Gijón'… qué quieres que te diga.