¿Está matando la contaminación abejas en la Zona Oeste?

J. C. G. GIJÓN

GIJÓN

Un apicultor en un colmenar de abejas
Un apicultor en un colmenar de abejas

El activista de la Plataforma Anticontaminación y apicultor José Luis Bernardo, 'Aguirre', denuncia haber perdido 16 colmenas por la polución en el último mes y medio. A la asociación AGA no le constan más envenenamientos en Gijón

29 oct 2018 . Actualizado a las 05:00 h.

Que 2016 está siendo un año especialmente funesto para la apicultura en Asturias ya era cosa sabida. Los excepcionales fríos del principio de año, la montaña rusa de temperaturas en primavera y la tenacidad de la lluvia caída hasta julio dificultaron la alimentación de las abejas en las colmenas asturianas e hicieron estragos en una producción de miel que no se empezó a recolectar hasta entrado el verano. Pero hay quien denuncia además que en determinadas zonas de Gijón la contaminación de la atmósfera está acabando masivamente con estos himenópteros. Es la situación que denuncia José Luis Fernández Bernardo, bien conocido como 'Aguirre' como integrante del movimiento vecinal y activista de la Plataforma Anticontaminación. No lo hace solo en calidad de tal, sino como apicultor que posee colmenas desde hace 15 años en el Alto de Lloreda, en la zona de Bareza Lloreda, y que los últimos meses dice estar asistiendo a un verdadero exterminio en sus colmenas: «De las 22 que tenía hasta hace mes y medio, ahora mismo me quedan seis», asegura.

Aguirre no tiene duda de que detrás de esa fuerte mortandad de insectos están las emisiones industriales que se concentran especialmente en la Zona Oeste de Gijón, que el movimiento vecinal viene denunciando en las últimas semanas como especialmente intensas. «Ya van dos o tres años en los que había pasado algo de esto, pero no hasta el punto en que ha pasado este año. Ha sido el peor con mucho desde que tengo colmenas», relata. Y el momento más grave de este episodio tiene que ver, según él, «con los períodos de inversiones térmicas», cuando la polución se concentra en las capas del aire en contacto con el suelo. «Cuando más abejas murieron fue cuando la contaminación se condensó cerca de las colmenas. Quemó las abejas, las mató», afirma Aguirre, que ha detectado que en los meses de verano «la situación ha mejorado un poquitín».

Desde la Asociación Gijonesa de Apicultores (AGA) no se tiene, por el contrario, constancia de más episodios de este tipo. Fuentes de la entidad admiten que, como en el resto de Asturias, durante este año se ha producido un intenso debilitamiento de las colmenas, pero lo achacan «a la falta de comida, la falta de proteínas y néctar, y al mal tiempo que hizo». Sin embargo -aseguran estas mismas fuentes- «no consta que haya habido envenenamientos» en un territorio con enclaves como el monte Areo donde, según AGA, se concentra hasta un millar de colmenas.  De hecho, la situación parece estar mejorando para los apicultores gijoneses en las semanas transcurridas desde septiembre, en las que «se han recuperado mucho las colmenas».

Con independencia de que se estén dando estos casos de mortandad por contaminación entre las abejas de la Zona Oeste, hay estudios que relacionan directamente la polución del aire con interferencias, e incluso la interrupción, de los procesos de polinización. La presencia de determinados componentes químicos en la atmósfera interfiere con la recepción de las señales químicas enviadas por las flores o por otros insectos, de manera que a las abejas les falta el alimento y su desorientación impide que se disemine el polen de las flores. La contaminación directa del polen también puede impedir el éxito del proceso.