«No podemos malgastar más de lo que tenemos, vivir de la sopa boba ni caer en el populismo»
GIJÓN
Álvaro Muñiz defiende «entre lo ideal y lo posible» la elección de «lo posible» y disntiguir en el voto del domingo entre «una proposición seria» y «una proposición encantadora»
24 may 2019 . Actualizado a las 08:07 h.Para muchos, los años suponen un alejamiento o un desengaño de la política, y acaban cayendo del caballo. A Álvaro Muñiz parece haberle sucedido lo contrario. Desde el mismo día en que se hizo pública su candidatura a la alcaldía como cabeza de lista de Foro, al exdirector de la Feria de Muestras se le ha escuchado repetidamente una metáfora para explicar su paso: subirse «a caballo para poner la cara» por un proyecto político con el riesgo de que se la partan. Foro contó, sin duda, con ese factor -el muy conocido rostro del exdirector de la Feria de Muestras-, y Muñiz parece sentirse a gusto cumplindo la que dice que fue su motivación para asumir Pero también tiene claro que el que pone la cara «forma parte de un equipo, no es una carita en una chapa con un nombre» «Esa etapa me pasó muchísimos años, y yo no tengo ya que alimentar mi ego para nada. Es que llegó la etapa de decir: "Las cosas me han salido muy bien en la vida y también tengo la obligación, puesto que necesito a los demás, de aportar algo"». Esto es lo que espera aportar.
-Tal y como ha enfocado su candidatura, y a diferencia de sus candidatos, su mejor campaña está ya hecha, en los dos mandatos de Foro que aspira a convertir en tres.
-El mejor programa está encima de la mesa. Así es.
-Pero el programa no puede ser ya el de 2015. ¿Cómo se combina contiunidad y cambio en su proyecto?
-Es una adaptación a la realidad. La ciudad de Gijón es una realidad, tiene personalidad propia, todos sabemos que es una ciudad muy vital, todos decimos que es una ciudad en crecimiento… Yo creo que es una ciudad nunca ha creído del todo en sí misma, pero que tiene una realidad fundamental: es motor de Asturias. Es curioso. Muchas veces he pensado cómo toda la vida estuvimos un poco como capitidisminuidos; frente al «Oviedín del alma» teniamos que luchar lo de ser capital de la Costa Verde; los otros decían que si la playa estaba a 28 kilometros; nosotros seguíamos diciendo que somos la ciudad más populosa; los otros decían que tenían el centro administrativo… Es una vía que todos conocemos. ¿Cuál es la realidad actual? Desde hace apenas dos años ese discurso cambió.
-¿En qué sentido?
-Tú ahora llegas y en el propio Oviedo te dicen: «Claro, es que vosotros…» Hemos provocado admiración. Sin darnos cuenta. Yo siempre dije que el liderazgo es una de las fórmulas para sobrellevar el crecimiento y la vida, y adaptarse a las circunstancias tiene que ser por creer en nuestras posibilidades. Y eso no es el grandonismo tradicional que pudo tener Gijón, no es el Gijón de El Molinón o La Escalerona; es el Gijón de la vitalidad, de la tolerancia, de la apertura de ideas y cultural que nos da el mar, etcétera. Esa es la linea por la que tenemos que seguir.
-¿De qué manera?
-El método es tomarse las cosas en serio. Si tuviéramos que buscar, todos tenemos una idea. Somos un partido que tiene su propia idea basada en una filosofía liberal, no en el liberallismo extremo, sino temperado por la lógica de las cosas, pero sí en un planteamiento basado en la naturaleza de la gestión de la mayor parte de las pesonas que están en ese momento. No podemos malgastar más de lo que tenemos porque es vivir de la sopa boba. No podemos caer en el populismo. Es muy fácil decir «a ti te voy a dar, y te doy, y te doy, te subo, te regalo y te pongo» porque esto es la economía como la de casa: tenemos que intentar, en una palabra, hacer más con menos coste para los ciudadanos. Hay una realidad. En 11 años el gijonés debe la mitad de lo que debía antes. No es que deber sea un delito ni sea malo; lo que ocurre es que te limita, porque lo que debes lo tienes que pagar. Me hace mucha gracia la conciencia de muchos cuando dicen «yo, a los bancos, no los quiero ni en pintura», pero aumentas la deuda y vas a tener que pagar los intereses. Nosotros decimos que hay que buscar el equilibrio, porque cuantos más intereses tengas que pagar, menos mantenimiento e inversión inteligente puedo hacer. Esta es nuestra realidad, y el que la quiere la coge. Pero, cuidado, luego que nadie se queje. Ahí está la responsabilidad. Esto no es dejarme llevar por la marea ni dejarme llevar por el oído y por quién me promete más; esto es decir que tengo que ser corresponsable y de quién me fío más.
-«Equilibrar» es uno de sus verbos más utilizados en campaña...
-Me gusta que el empleo crezca, no somos solo medio ambiente sino que hay que equilibrarlo con el empleo. Creo en nuevas fórmulas que tienen que hacerse, pero no antes tienes que darme alternativas. Entre lo ideal y lo posible tienes que ir lanzándote por lo posible con un objetivo claro, a medio y largo plazo. Pero, claro, yo no puedo decir que me cargo el coche del centro de la ciudad porque contamina y no darle alternativas a la gente en movilidad. Equilibrio, realismo y respeto, pero respeto a todos. Yo no puedo olvidarme de las personas mayores que tienen que llegar al portal de su casa ni les puedo decir que vayan en bicicleta.
-¿Qué lleva de su experiencia como gestor en la Cámara de Comercio y la Feria de Muestras en su mochila de campaña?
-La experiencia de la Feria y la Cámara me ha dado un balcón privilegiado. Yo no me he limitado a estar en un sector, ni siquiera el de la actividad comercial propiamente dicha; también he estado en la actividad comercial de las ideas. Hay muchísimos ejemplos en los que la gente también tiene que colocar ideas y ha utilizado una infraestructura tan importante como el Recinto Ferial. Ferias y congresos son parecidos; en una vendes bienes, productos y servicios respecto a su propia demanda y en la otra, ideas y conocimientos. Hemos sido pioneros en España en ese sentido. De ahi he aprendido que tenemos que ser muy conscientes de que tenemos que proyectar nuestros valores y nuestras posibilidades, pero también capaces de atraer lo que los demás nos pueden aportar. Es el quid: ni lo somos todo, ni somos nada. Sobre todo, a la hora de gestionar un ayuntamiento, algo que nos obliga a gestionar servicios puros y duros. Y hay otra cuestión. El ayuntamiento tiene que tener una posición de liderazgo. No todo se hace con dinero: se hace con imaginación, con talento, con inteligencia y con respeto. Tú puedes liderar muchas opciones que tienes en tu propio entorno. No vale decir: «Esa no es mi competencia» y seguir aguantando una serie de problemas; por ejemplo, a nivel de saneamiento: aunque no tengas competencias y un juzgado se te meta en medio. O no tengas competencia en materia de educación, pero sí puedes completar la formación reglada, porque crees que el talento es necesario para el desarrollo. Seguro que no estaremos en la posición de decir qué va a necesitar el empleo de mañana, nuestros chavales, y cómo hacer que se queden en nuestro propio entorno. Pues tendremos que buscar la fórmula para completar las carencias que podamos tener para que aquí se genere la suficiente actividad como para que la gente se marche. No es malo marchar, pero sí marchar por obligación.
-¿Son estos algunos de los problemas que el contacto con la ciudad le ha ido transmitiendo? ¿Qué le ha llamado la atención en estos meses como debutante en la política?
-Lo primero que me ha llamado la atención es el propio entorno en el que estoy trabajando y el equipo que tengo. Nunca me sentí tan protegido ni tan bien acompañado como lo estoy siendo ahora. Lo digo así de claro y así de alto. En segundo lugar, he aprendido las cifras de la realidad. Hasta ahora pasabas por delante de los problemas. En tercer lugar, me ha sorprendido la imaginación que hay en las opciones a las que nos vamos a enfrentar. Por ejemplo, el PGO nos va a permitir crear una nueva centralidad que incorpora La Calzada. Culturalmente, esto no es un problema de kilómetros, que es lo que la mayor parte de la gente dice: son barreras psicológicas. El Natahoyo era una barrera psicológica. En el momento en el que desaparecen, nos decantamos culturalmente hacia un lugar que es una parte muy importante de la población. Me ha sorprendido también la sensibilidad que existe respecto al medio ambiente, para la que tenemos que buscar el equilibrio del que hablaba: no vale comerciar con la salud ni tampoco decantarnos por las teorías de la salud si no podemos comer ni desarrollarnos para tenerla.
-Conseguir eso supone afrontar de cara el problema de qué hacer con la gran industria y de cómo reindustrializar Gijón.
-Hay planes lo suficientemente claros. Gijón tiene que empezar a abandonar las grandes cifras de los grandes empleos y dedicarse al valor añadido, al talento y a la creación de actividad. Vuelvo a repetir: quizá la valoración que hacen los demás, la gente que está en nuestro propio entorno, cómo hay empresas que quieren crecer más, que conocía desde el punto de vista comercial pero no desde el de sus necesidades de expansión. Pero no solo es el producto que tienen, es que la gente que trabaja en ellas quiere quedarse en Gijón y seguir progresando en Gijón, y desarrollarse en Gijón. Eso llama la atención. Y luego está algo que todos conocíamos: Gijón es una ciudad «top», por mucho que nos empeñemos en negarlo. Que me digan qué ciudad tiene cada barrio con su centro de salud, su centro cívico, su parque y zona ajardinada… Bueno, seguro que Nuevo Roces no está al mismo nivel todavía, pero los bebés cuando nacen no están preparados para hacer la «mili». Y luego hay otra serie de condicionamientos, por los que no podemos echarle la culpa al cha-chá-chá sino darles fuerza y rapidez para arreglar determinadas distorsiones que tenemos.
-¿A qué distorsiones se refiere?
-En cuanto a la movilidad particularmente, en cuanto a la salida de nuestras circunstancias. Hay que aprovechar los puntos fuertes y evitar los puntos débiles. El puerto es una oportunidad enorme. No podemos jugar a «qué bueno es el puerto porque me da tal cosa, qué malo es el puerto porque las pilas de carbón me crean un problema». Tendremos que conseguir no demonizar las pilas de carbón, pero también que la gente no respire polvillo en el aire. Además, la tecnología nos permite soluciones. Hay que saber canalizarla y no despreciar en sí misma la propia actividad. Pero está claro: hoy por hoy ya nos hemos olvidado de las producciones masivas de poco valor añadido. Nuestas zonas rurales no pueden perder tampoco su identidad de zona rural. No podemos ir poniendo ladrillos y zonas residenciales y nos olvidemos de todo. La zona residencial carece de valor si no siguen estando sus vacas allí y sus plantaciones de tomates, etcétera.
-¿Cree que la ciudad es más triste después de estos dos mandatos, como coinciden en diagnosticar otros candidatos?
-Lo que nos falta es la chispa. Tenemos los condicionantes. Somos vitales por naturaleza, somos cosmopolitas, tenemos muchas formas de pensar, participamos en muchas cosas y nos falta creérnoslo. Nos falta la vía de la motivación. En cualquier ámbito de la gestión, la gente habla de la motivación, y a mí me gustaría que cada uno se mirase a sí mismo y pensase qué hacer para motivarse. Cuando me interesa, lo pongo todo muy feo porque viene el lobo, y o estoy yo o el lobo: eso no funciona. Tenemos que cambiar el discurso, y el discurso es: «Estos son mis poderes, esas son mis ideas. Usted, si quiere, las compra; si encuentra algo mejor, elija», como aquel famoso eslogan. Y hágalo con responsabilidad. Luego no me vale que la culpa la tiene el chá-chá-chá, ni a aquellos no los voté ni el «fíjate tú, no piensan lo mismo que yo». Creo que a veces perdemos un poco el sentido de la democracia. El voto no es nada más, ni nada menos, que una herramienta. No es un leti motiv en sí. El respeto a las otras opciones es una impronta de la democracia, cuando a alguien las vota.
-Algo que tendrá que ser especialmente operativo en un Ayuntamiento en el que puede haber hasta ocho grupos políticos...
-Los que elijan los ciudadanos. Yo eso jamás en la vida lo reprenderé. Cada uno elige lo que más le convence. Lo que busco es que la gente sepa que lo que elige, lo elige; y lo que elige en mayoría, lo elige en mayoría; y lo que elige en minorías cualificadas, lo elige en minorías cualificadas; y lo que elige en minorías puras y duras… pues forma parte de la minoría. Este es el tema. Luego, lo único que vale es que seamos todos capaces de remar en la misma dirección, no seguir poniéndole chinitas al tema el día que me resulte más favorable, pero luego me quejaré de las chinitas que me ponen. No me vale el tacticismo; me vale la nobleza, la apertura…
-¿Le puedo «comprar» esto último de cara a las probables conversaciones de cara a pactos llegado el próximo lunes?
-Por supuesto. Que me digan a mí quién podía soñar que ya en la dispersión de opciones que teníamos antes se podía sacar un Plan de Ordenación casi por unanimidad. O un Plan de Vías con el que, no nos olvidemos, si no se llegan a poner las narices encima de la mesa seguiríamos mareando la perdiz. Si se quiere conseguir algo tenemos que ponernos todos a remar en la misma dirección, porque si no estamos dando excusas al enemigo, entre comillas, para que nos obvie y nos arrincone. No vale decir que estamos en una esquina de España. Si siempre dijimos por dónde pasa la autopista y nos dedicamos a pegarnos, siempre hay un tío que dice: «Péguense ustedes». Cuando algo está en marcha, apoyémoslo. Entre lo ideal y lo posible, decántemonos por lo posible, repito. Y si yo tuviese -puede sonar baladí- mayoría absoluta, buscaría que cada uno de los proyectos lo sacásemos con el mayor consenso posible porque sería la única forma de que triunfasen. No porque yo lo pueda hacer o dejar de hacer. Porque no puedo imponer un modelo. Yo no vine aquí para crear un modelo. El modelo lo tienen que crear los gijoneses. Es su modelo, su ciudad, no mi ciudad.
-Al Gobierno local saliente siempre le gustó presumir de logro de consenso. ¿Lo considera su legado más valioso?
-Lo más valioso. No eran ni supermanes ni superwomans sino gente normal que lo que hace es apostar por algo, respeta, piensa, escucha y a los que, como todo en la vida, unas cosas les salen mejor y otras no tanto.
-Habrá nuevos socios, dos nuevos partidos con expectativas, Vox en particular.
-Por supuesto. Pero voy a lo de antes. Huiré de los tacticismos. Nunca hice tacticismos en mi realidad, nunca jugué con que el empresario de aquí, el de allá o el de acullá. Ni la empresa grande ni la pequeña era más ni menos. A cada uno hay que darle lo suyo, e involucrarlo en ese planteamiento. Y no solo el tacticismo es un sillón o no. Aquí entendemos las negociaciones solo para crear un gobierno, y decir: ya me senté y me puse. Yo estoy diciendo que, aunque no necesitase eso, es puro convencimiento de gestión que las cosas que realmente perduran son aquellas que tienen la mayor base de apoyo posible; no solo la que uno necesita. Además, soy de los que piensan que al enemigo lo quiero tener al lado, no enfrente. Es la única forma de progresar.
-Ante la sobrecarga de información de campaña en estos meses...
-...Más que sobrecarga, creo que ya tienen una sobredosis de hartazgo. No nos olvidemos que vivimos en un mundo donde la desafección respecto a los políticos es enorme. Nos vamos a tomar un café y los ponemos de chupa de dómine por definición. Y eso, que puede resultar una visión simplista del tema cuando conoces a personas que se están entregando y comprometiendo. Lo que falta es compromiso: el político es el que hace lo que no hace la mayoría. La mayoría dice: «Hay que hacer». Y el otro se pone encima de un caballo y pone la cara para que se la partan si es menester. A mí, desde ese punto de vista, me parece súper loable la posición del político. Correcto. Pero, a veces, la clase política llegó a una situación en la que cree que el ciudadano está a su servicio, y no él al servicio del ciudadano. Por la puesta en escena. Hay que ser extremadamente cuidadosos con eso. Tenemos que volver a ganar otra vez el respeto de la gente. Y la gente unas veces responde a situaciones más personalistas que a una situación global, como le pasa a todo el mundo. No es lo mismo el director general que el director comercial de una empresa. El primero anda intentando sacar adelante su presupuesto, y el otro, ve que el suelo que pisa no solo es la losa comercial, es la de presupuesto, la del distribución… Aquí, tres cuartos de lo mismo. No vamos a decir que existe un grado de incomprensión lógico que te da una visión más parcial que una más global. Correcto. Pero no podemos olvidarnos de que la visión global es fundamental para el propio desarrollo de la ciudad. Y ahí está nuestra responsabilidad. En este marco nos tenemos que desarrollar.
-Le decía lo de la sobrecarga de información pensando en que sintetizase lo esencial de su programa al ciudadano que ya está saturado de propuestas.
-Dos cuestiones: por una parte, medioambiente y, por otro, empleo. Buscar ese equilibrio. Segundo: no se negocia la salud. Es el elemento prioritario. salud no es solo deporte, es todo el conjunto de una vida completa. Otro punto fundamental es el talento: lo que va a producir mayor y mejor actividad para que el ciudadano se pueda desarrollar es el talento. Para el talento, es necesaria una formación adecuada. Los ayuntamientos no tenemos competencia en la enseñanza sino en la logística de la enseñanza y el mantener los colegios como infraestructuras, pero sí hay que crear en el entorno una serie de posibilidades que nos permitan completar eso en lo que muchos casos determinados estudios nos dicen que no estamos dando la talla o, en definitiva, todos entendemos y buscamos y nos apoyamos para que ese talento se pueda desarrollar en los niveles de vanguardia en los que queremos estar. Y, por último, yo diría que en el ámbito social ninguna persona por carencia de medios económicos puede perder esos mínimos de condición humana que todos conocemos, pero tampoco vamos a defender que la gente viva de la sopa boba. Es decir, no vamos al populismo. No voy a fidelizar comprando votos, no vamos a seguir por esa vía. Luego, frente a todas estas grandes líneas, tienes muchas cosas en las que pensar: el comercio, no solo como actividad económica sino porque el comercio hace ciudad, una ciudad habitable y amable. A veces tienes actuar por encima de tus competencias: tú a una persona no le puedes decir si tiene que montar una churrería o no, pero al que la quiere montar le puedes decir que en su entorno tiene diez más y que lo más probable que le vaya a ocurrir es que tenga a nueve cabreados contra él y que no triunfe, pero que faltan sombreros. Los comerciantes son comerciantes. Eso es lo que llamo liderazgo, información complementaria, acompañamiento… Ese no obligar. En zonas de seguridad: en otros momentos fueron otros puntos de la ciudad, ahora es Fomento donde hay problemas. Tendrás que echarle imaginación, no solo mandar la policía con una porra. Tendremos que buscar políticas activas. Yo recuerdo cuando en mi casa alguien detectó que se estaba trapicheando los fines de semana, la gente puso el grito en el cielo y el «la policía me viene o no me viene». Yo hice una proposición: a ver quién está dispuesto a venir conmigo a tomar una copa en el portal de casa la noche de este sábado y la del que viene. Al tercero, ya no volvieron a ir. No sé, son soluciones imaginativas.
-Y gozosas.
-Bueno, a lo mejor te apetecía ir al bar de enfrente (Risas). Por eso hablo de imaginación y talento.
-¿Qué último mensaje le diría, si pudiese, este domingo al votante que está a punto de coger su papeleta para dirigirse a la urna?
-Lo último que quisiera decir en que, a la hora de llegar a votar, nos miren a los ojos, a mí y a los que van conmigo, y a partir de ahí intenten interpretar qué es lo que les interesa, quién les está generando mayor respeto y quién no lo está utilizando, y quiénes están teniendo una proposición seria. Seria. No una proposición encantadora.