«Nos llegan jóvenes que deben 30.000 euros y te dicen que tienen toda la vida para pagarlo»

E. G. B. GIJON

GIJÓN

Miembros de LARPA y de la asociación de vecinos Santago de Nuevo Gijón, ayer, ante la sede vecinal
Miembros de LARPA y de la asociación de vecinos Santago de Nuevo Gijón, ayer, ante la sede vecinal

El colectivo LARPA ha atendido desde 2013 a más de 400 familias afectadas por la ludopatía

23 jul 2019 . Actualizado a las 11:47 h.

«En Asturias en 2018 se presentaron cinco estudios de viabilidad de salones de juego y casas de apuestas y, solo en el primer trimestre de 2019, 47. Pasaron de cinco a 47 y, si el Principado no llega a tomar medidas, hubieran sido 200s», asegura Maxi Gutiérrez, presidente de Ludópatas Asociados en Rehabilitación de Asturias (LARPA) y de la Federación Nacional de Jugadores de Azar Rehabilitados (FEJAR), que indica que en Asturias ya están abiertas algo más de una veintena de casas de apuestas y salones de juego. «Y se sumarán al menos otros 40 locales cuyas licencias se van a conceder. Es decir, que se triplica lo que había. ¿Es necesario triplicar los salones de juego en Asturias?», se pregunta, indicando que, en Gijón, se localizan una docena de estos locales.

Otra decena está en consulta de viabilidad y tres abrirán próximamente sus puertas en la ciudad. Uno de ellos en Nuevo Gijón, en donde ayer precisamente se organizaba una charla con miembros de LARPA y de la Campaña contra las Casas de Apuestas para informar sobre este tipo de negocios, que en los últimos cuatro años empezaron a proliferar en las ciudades y a ser frecuentados por jóvenes.

«La regulación del juego en Asturias es una de las mejores de España, pero hay que seguir introduciendo límites», dice Rodríguez, que considera que en Asturias hubo un efecto llamada a los operadores cuando,  desde la Administración regional, se transmitió tranquilidad hacia la población preocupada por la proliferación de estos negocios, asegurando que el problema no llegaba ni mucho menos a las magnitudes de otros territorios. No obstante, califica de «valiente», y necesaria, la reciente suspensión de la concesión de nuevas autorizaciones.

«En Asturias tenemos una de las tasas de locales de juego más bajas por habitante, además de que la Administración ha sido siempre pionera en medidas de protección. Pero se equivocaron al gestionar tantas solicitudes, al no tener ya prevista una regulación», indica Gutiérrez, que explica que LARPA también ha solicitado al Gobierno asturiano que se impulsen planes de prevención, a través de campañas públicas, y se establezca un tope de locales por habitante o por barrio. «Es una actividad legal que produce riqueza para una parte de la población, pero también daño a otra parte y hay que mantener un equilibrio. Hay que regularla, vigilarla y tutelarla en algunos casos», insiste.

A la asociación, que desde 2013 ha atendido a más de 400 familias asturianas afectadas por el juego, cada vez llegan personas más jóvenes «con motivo del tipo de apuesta, que es específico de gente joven». De hecho, explica que muchos grupos de jóvenes quedan directamente en este tipo de locales, en donde las consumiciones tienen buen precio y el ambiente es agradable. «Incluso se margina a los chavales que no quieren apostar dentro del grupo social. Se les considera los raros de la pandilla», dice Gutiérrez.

Lo habitual hasta ahora era que la asociación recibiera a personas adictas al juego de mediana edad «con una desestructuración económica, laboral, social…» y, en la actualidad, «te llegan jóvenes de unos 20 años, con una desestructuración económica, pero con deudas de 30.000 euros de las que te dicen que tienen toda la vida para pagarlas». Advierte, en este sentido, que la banalización de esta adicción al juego tiene consecuencias negativas: «No tienen esa sensación de que haya peligro real, no es más que una mala racha para ellos».

Este cambio también implica que las terapias de ayuda para superar la adicción al juego han tenido que cambiar. «Antes eran de parejas, uno apoyaba al otro, pero ahora cómo le dices a los padres que vienen con sus hijos de 20 años que les controlen. Es complicadísimo. Los chavales suelen venir con su padre y con su padre, que muchas veces están separados y que además vienen por separado y con diferentes formas de ver el problema».

En Gijón, en vista de que es la ciudad de la que proceden buena parte de la familias que llegan a LARPA solicitando apoyo, la asociación abría sede la semana pasada en el local del Conseyu de la Mocedá (CMX), en la calle de Manuel Llaneza. «Atendemos los primeros lunes de cada mes y, a partir de septiembre, tenemos previsto ampliar el horario», indica Gutiérrez, que también matiza que, desde LARPA, «nunca vamos a hacer ninguna protesta contra los operadores de juego, aunque entendemos las reivindicaciones de otros, pero es una actividad legal y a quien hay que presionar es a la Administración para tener una regulación estricta para que haya menos ludopatías y tolerancia cero en menores».

En este sentido, considera que «no hay que ser ilusos» si en las inspecciones que se han llevado a cabo en estos locales de juego no se detectaron menores de edad: «Los menores juegan. A la asociación han llegado con 20 años y la ludopatía no se hace de la noche a la mañana. Negar una realidad es ser iluso, vamos a ver cómo podemos evitar o aminorar que los menores también jueguen».