Las rederas se reivindican: «Sin redes no se puede pescar»

GIJÓN

Las rederas asturianas María Margolles, Aurelia Rodríguez y Teté Costales, ayer, en la entrega del premio Pasionaria de IU Xixón
Las rederas asturianas María Margolles, Aurelia Rodríguez y Teté Costales, ayer, en la entrega del premio Pasionaria de IU Xixón

Apenas una veintena mantienen el oficio en Asturias pese a la falta de relevo generacional. Ayer recogían  el premio Pasionaria de IU Xixón por su lucha contra la discriminación y por dignificar sus condiciones laborales

22 nov 2019 . Actualizado a las 05:00 h.

En Asturias apenas una veintena de mujeres mantienen un oficio fundamental para la pesca. «Sin redes no se puede pescar», asegura la presidenta de la Asociación de Rederas de Bajura de Asturias, Teté Costales, que lleva más o menos 22 años trabajando como redera en Lastres: «La pesca siempre fue un trabajo como muy de hombres y el oficio de las rederas nunca fue reconocido por los pescadores». La lucha de las rederas y las asociaciones que las agrupan contra la discriminación y por dignificar las condiciones laborales de un oficio completamente artesano, «por hacernos valorar y por dejar de ser invisibles», fue reconocida ayer con el XXVI Premio Pasionaria del área de la Mujer de Izquierda Unida de Xixón.

Por ser otro de los sectores feminizados de la industria de la pesca que sufre una clara discriminación en sus condiciones de trabajo, salud laboral y acceso a la jubilación. Costales, a los pocos años de empezar a trabajar como redera, fue invitada a un congreso en Galicia. Volvió con «el gusanillo de formar» una asociación de rederas en Asturias. «La formamos en 2011 y lo más importante es que estamos con la Federación de Rederas de Galicia, estamos en unión con ellas porque, al ser nosotras tan pocas, no hacemos tanta fuerza como si estamos unidas todas las del Cantábrico». A la asociación asturiana de rederas de Asturias pertenecen cinco mujeres. Rederas autónomas.

«En Asturias no somos muchas, a 20 igual llega. Hay muchas mujeres que son rederas pero trabajan para el barco propio o de un familiar, pero son igual de rederas que nosotras», dice Costales, que ayer recogía el premio acompañada por otras dos compañeras asturianas, María Margolles y Aurelia Rodríguez (que lleva 28 años trabajando en Luarca), y también de la Federación Galega de Redeiras Artesáns O Peirao, de la Asociacion de Rederas de Euskadi y de la Asociacion de Rederas y Neskatillas de Bermeo. Las asociaciones de rederas surgieron hace ya 20 años para hacer fuerza en sus reivindicaciones laborales que, en definitiva, suponen la defensa de un oficio artesano que, como otros tantos, tiene en la falta de relevo generacional uno de sus grandes obstáculos para mantenerse.

«Ahora mismo hay muchos menos barcos de los que había cuando empecé a trabajar, pero el trabajo sigue siendo el mismo. Artesano, manual: agua, manos e hilos. No hay otra forma de trabajar», explica Costales, que se dedica al cerco. «Las artes menores siguen más o menos igual, aunque haya menos trabajo tampoco te da tiempo a hacer más. Este es un trabajo que lleva mucho tiempo y no daría lugar a poder hacer más. Pero en el cerco, que además está un poco mejor pagado que el otro porque se trabaja por horas y no por piezas, sí se nota que hay menos pesca. Ahora en Asturias solo quedan tres barcos de cerco. Cuando yo empecé a trabajar, tranquilamente, habría de ocho a diez barcos», dice.

María Margolles, que lleva casi siete años trabajando también en Lastres, es una de las últimas nuevas rederas. No tenía relación con la mar y se metió en el oficio porque hace siete años hizo un curso organizado por la Asociación de Rederas de Bajura de Asturias. «Lo hicimos 17 y estamos dos. En el futuro este oficio seguirá existiendo, lo que pasa que es difícil vivir de ello. Hay que complementarlo porque ahora mismo es imposible, pero el oficio seguirá siendo necesario», asegura.

Costales explica que, para complementar lo que perciben como rederas y hacer frente a la cuota de autónomas que no entiende de meses malos, realizan otro tipo de artesanías como pendientes, colgantes, llaveros, pulseras, salvamanteles o felpudos con materiales marineros. «Hoy por hoy, que es una de tantas luchas que tenemos en la asociación, solo de coser redes no se vive. Tienes que tener algo adicional, un complemento. Solo con las redes es imposible vivir», reitera Costales. «Como autónomas que somos no hay una jornada exacta, trabajamos por encargo: cuando un barco rompe una red y corre prisa pues tienes que trabajar más horas. Después a lo mejor estás dos días parada y luego vuelve a haber otra prisa. Depende de cómo esté el trabajo. No tenemos una jornada igual cada día», añade. 

En Galicia y Euskadi hay muchas más rederas que en Asturias. «En Galicia hay mucha más gente trabajando. Hay más costa, más barcos y más demanda de trabajo que en Asturias. Y, en el País Vasco también, lo que pasa que al final las edades de las rederas son ya bastantes elevadas. Ocurre lo mismo que en Asturias: no hay relevo generacional. Cuesta mucho porque, aunque sea un trabajo que a mucha gente le guste, no puedes vivir de ello», recuerda Costales, que indica que hace dos años el Principado de Asturias dejó de ser la última comunidad autónoma del Cantábrico que aún no había acreditado la capacitación profesional de este oficio artesanal tan imprescindible para la actividad pesquera asturiana.

A ellas, que acreditaron años de trabajo como rederas por haber cotizado en la Seguridad Social como tales, se lo dieron tras haber realizado unos exámenes y pruebas. «El problema es que las nuevas generaciones que quieran ser rederos no lo tienen fácil», considera Costales. Se necesita tener un mínimo de 300 horas en cursos para obtener la certificación profesional. Sabiendo, como se ha mencionado, que no se puede vivir de coser redes.

Costales explica que están en conversaciones con la Escuela Náutico-Pesquera para que se imparta algún curso que impulse el necesario relevo generacional en un oficio artesano que, como tantos otros, está en peligro de extinción. Pero que, de momento, se mantiene, con su esfuerzo por reivindicarlo y visibilizarlo, gracias a las rederas que ayer se daban cita en Gijón para llevarse el Premio Pasionaria. Por representar el espíritu de Dolores Ibárruri: mujeres trabajando, asociándose y peleando por el reconocimiento de sus derechos y por conseguir la igualdad.