«Los grandes conciertos, bien gestionados y negociados, son buenos para ciudades como Gijón»

Marcos Gutiérrez GIJÓN

GIJÓN

Tina Turner, en una fotografía de la gira de 1990 que recaló en Gijón
Tina Turner, en una fotografía de la gira de 1990 que recaló en Gijón

30 años después del concierto de Tina Turner, Daniel Gutiérrez Granda recuerda las anécdotas entre bambalinas de un espectáculo que cambió la ciudad. Cree que se debería intentar volver a traer estos recitales cuando la COVID 19 desaparezca

05 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

30 años en la vida de una persona son un mundo. Del mismo modo, también son un periodo más que suficiente para que el rosto de una ciudad y las circunstancias que la rodean cambien enormemente. El  8 de julio de 1990 Tina Turner ofrecía en el Molinón el concierto que inauguraba una época dorada para la ciudad como plaza en la que, durante varios años, recalaron algunas de las giras de rock y pop de estadio más importantes del momento. El concejal de Festejos entonces, Daniel Gutiérrez Granda, recuerda con cariño no solo los días del espectáculo, sino los meses previos de preparativos y negociaciones, en los que contó con el talento del programador Miguel Rodríguez Acevedo y el productor Roberto Berciano. De hecho, no duda en afirmar que en un contexto ‘normal’, sin la presencia de la COVID 19, retomar la organización de este tipo de conciertos supondría una gran oportunidad para una ciudad como Gijón.

Gutiérrez Granda explica que «Tina Turner, después de la época con Ike, tuvo un paréntesis muy malo, pero en 1990 llevaba años sacando discos potentes y sus giras eran buenas y muy largas». La ciudad no era ajena a la presencia de artistas de primer nivel, ya que «en años anteriores tuvimos a gente muy conocida como Ray Charles, Joe Cocker, Miles Davis,…». Sin embargo se quería «dar otro paso hacia figuras del rock y del pop de estadios y pabellones grandes».

La posibilidad de traer a la ciudad a la ‘leona de Nutbush’ surgió «con la gente que trabajábamos, Doctor Music, una agencia española. Vimos la posibilidad de dar otro paso y nos sugirieron la opción de traer a Tina». En este caso «el problema es que era mucho dinero, unos 60 y 70 millones de pesetas entre producción y caché». No obstante, el riesgo mereció la pena.

El salto al Molinón

Llevar a cabo la organización de este recital «cambió mucho con respecto a lo que se estaba trabajando hasta ahora, también todo el tema de la producción. Supuso un cambio importante de dinero, gestión de contrato y producción del concierto. Y es que los escenarios de la plaza de toros o Begoña eran grandes, pero el 5% de lo que requería una estrella del rock en un estadio, con una producción luces y efectos especiales fuera de lo normal. En este caso empezabas a montar una semana antes, con el agravante de que tienes que cuidar mucho el césped».

«Fue una apuesta importante y complicada que salió adelante. En Gijón mucha gente menos joven nos decía si a la que traíamos era Lana Turner, la actriz del Hollywood clásico. Al final vino muchísima gente de fuera de Gijón y Asturias, unas 42.000 personas. Hubo un gran ambiente dentro y fuera del Molinón», recuerda el entonces concejal de Festejos.

Y es que supuso «dar un peldaño más en el prestigio de la ciudad. Aparte, económicamente se empezó a ver que suponía ingresos para la ciudad en temas como los hoteles, restaurantes y taxis».

Sin rastro de la prima donna

De aquellos días no recuerda, ni de Tina Turner ni de ninguna de las estrellas del rock y el pop que llegaron después, el más mínimo ataque ególatra de prima donna. «Todas estas grandes estrellas, a pesar de la imagen que se tiene de ellas, son gente bastante afable y normal. Siempre digo que son más anormales las pequeñas estrellas», puntualiza.

Mantiene en su memoria el recuerdo fresco de Tina Turner como «una mujer muy agradable, que, por cierto, se cuidaba mucho de cara a la gira». «Ella aquí estuvo contenta, porque pudo estar con el novio de aquella y se mostró muy relajada y a gusto. La recuerdo como una persona afable y sin problemas para las fotos», añade.

Independientemente del contacto con una primera espada de la escena musical de aquellos años, «todo nos salió bien, tanto el montaje como el tema económico, ya que se recuperó lo invertido y además se ganó. Además, los gijoneses recibimos una inyección de autoestima». Para Daniel Gutiérrez Granda, 1990 «fue un año muy especial, ya que inauguramos el Elogio del Horizonte y vino gente como Tina Turner, Miles Davis, David Bowie, …».

¿Puede volver a Gijón el rock de estadio?

Obviamente, la COVID 19 ha alterado nuestras vidas hasta niveles inimaginables hace solo unos meses. Lógicamente, las grandes aglomeraciones en estadios están fuera de la discusión, al menos hasta que se encuentre y distribuya una vacuna eficaz contra el coronovirus. No obstante, en un contexto normal y libre de pandemias, Gutiérrez Granda estima que recuperar la organización de este tipo de conciertos a gran escala «sería muy positivo para la ciudad en unas circunstancias normales. Aquellos fueron años de grandes conciertos, con beneficios a nivel cultural, social y económico. Creo que los grandes conciertos, bien gestionados y negociados, son buenos para ciudades como Gijón, ya que traen gente de fuera, dan trabajo y buena imagen a la ciudad. Ahora vivimos otros momentos y las personas que están en el Ayuntamiento son otras; los tiempos cambian, pero Gijón tiene margen y trayectoria para este tipo de conciertos. Evidentemente hay que elegir y gestionar bien, con mucho tiempo de antelación como hacíamos en aquellos años, pero no cabe duda de que suponen un valor añadido para la ciudad».

Una ciudad por la que también pasaron antes de 1990 artistas de primera línea como Dizzy Gillespie, Miles Davis, Max Roach, Stan Getz, Ray Charles, BB King o Rory Gallagher. «Para ser una ciudad de 300.000 habitantes, por aquí llegó a pasar lo mejor de lo mejor», recuerda orgulloso. A la hora de recordar a aquellos artistas que se quedaron en el ‘debe’ de esos años de vino y rosas surgen dos nombres. Y es que a Daniel Gutiérrez Granda le hubiera gustado traer (y se estuvo muy cerca) a Rod Stewart y, sobre todo, «Madonna».